Por Victoria Avilés, Ciudad de México
Hablar sobre los desafíos que las mujeres enfrentan, día con día, no es algo nuevo…
A lo largo de la historia, las mujeres han encontrado la forma de salir adelante en todos los ámbitos: laborales, familiares, sociales, religiosos, etc.
Y podemos destacar que siempre han existido barreras y limitantes para nosotras, por ejemplo, estándares que cumplir, cánones que llenar, expectativas, comparaciones, y formas de sentirnos realizadas.
En lo personal la frase de “sentirte realizada” no me agrada, para mí denota cierta demanda de lo que una persona debe ser o tener, para poder cumplir con este estatus.
La realidad es que no hay un manual para “realizarnos”, ya que habrá mujeres que anhelen trabajar, y quienes amen ser madre de familia, habrá trabajadoras que anhelen estar en casa, y quienes amen estar en su trabajo, habrá profesionistas que deseen preparase más, y habrá quienes no, pero en cada una de esas vocaciones hay entrega, valor, compromiso y plenitud para cada una de ellas.
La vida no se trata de sentirnos dichosas y felices diariamente, en este mundo todas experimentamos situaciones difíciles y días complicados en los que no encontraremos nuestro lugar, donde el cansancio es grande y la necesidad de ayuda será evidente.
Y ahí en esos días es donde está el verdadero reto, el de dejarnos ayudar, acompañar, tomar el tiempo para descansar, reflexionar, orar, tomar un momento, y disfrutar de tu esencia, de quien en realidad eres y que a veces en medio de todos los quehaceres y la búsqueda de la “realización”; se nos olvida.
Hoy me gustaría compartirte estas palabras de aliento: El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes». Deuteronomio 31:8 NVI
Estas palabras nos fortalecen en los quehaceres diarios que tenemos como mujeres, nos alivia saber que nuestro Padre Celestial nos acompaña y sostiene con amor en medio de todas aquellas dificultades que podamos afrontar, y de igual manera nos pide que creamos en esta promesa, y no temamos ante los retos que se nos presenten.
Recuerda que todos los roles que desempeñamos son importantes.
En cada uno de ellos puedes sentirte plena y valiosa, porque lo eres, porque tu trabajo y esfuerzo es importante, porque lo eres ante los ojos de Dios, tu Padre Celestial, el cual te llama de manera cariñosa SU HIJA AMADA.
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