Por Julissa Reynoso Díaz – Psicológa y Consejera familiar.
“Querida abuelita:
Ayer escuché que le decías a tus amigas “qué feo es crecer”. Me sorprendí mucho, no hubiera imaginado que sintieras así, pero creo que lo decías porque varias de tus amigas han enfermando, y porque ya no puedes ver bien, y por eso no puedes manejar ….además, dices que tampoco puedes comer lo que antes te gustaba, cómo quisiera hacer algo por ti abuelita! Para que estés contenta, aunque sigas creciendo.”
Después de leer esa pequeña cartita con sus lentes bifocales, Doña Cuquita hizo a un lado la hoja, abrazó largamente a su pequeño nieto de 8 años y le dijo: “ Ya lo estás haciendo, mi niño, eres tan pequeño… y eres mi gran amor que me cura hasta los huesos”.
El niño estaba feliz por el abrazo de su abuelita, aunque un poco preocupado por sus lágrimas, pensaba que le dolía algo, y la sonrisa de su abuela al tratar de tranquilizarlo, fue todo lo que necesitó para estar en paz. Ella tenía la facultad de hacerlo sentir un súper héroe.
Día a día, las personas de la tercera edad enfrentan el deterioro de sus habilidades, la salud se vuelve frágil, su caminar lento y torpe, se olvidan del nombre de las cosas, su estómago soporta menos alimentos, se sienten aislados porque ya no rinden igual, y porque se ven orillados a soportar la impaciencia, la indolencia y el desdén de los más jóvenes, incluso de sus familiares.
Algunos comienzan a sufrir una verdadera hambruna de comprensión, atención y afecto, necesitan el cobijo y el refugio de un corazón dispuesto.
Cada vez que mires a alguien de la tercera edad, mira más allá de las arrugas en el rostro, quizá aún tengas a un abuelito, a lo mejor ya partió a su hogar celestial, pero frente a ti tienes a una fuente de amor inagotable, si bebes de sus aguas podrás sentirte comprendido y tan especial, casi como un héroe , todo a cambio de un gesto amable, un tiempo de atención sincera o simplemente de una sonrisa.
Ten presente que posiblemente, algún día, tendrás la bendición de duplicar su enseñanza, trascendiendo, cómo lo hizo tu abuelo.
“Yo mismo los seguiré llevando, hasta que estén viejos y canosos. Yo los hice, yo los llevaré. Yo los apoyaré y los protegeré.” Isaías 45:6 RVC
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