Por: Christian Hoffmann
Capellán del Colegio San Pablo – Montevideo – Uruguay
La pandemia del COVID-19 ha generado cambios y hábitos que no estábamos acostumbrados. Estar mucho tiempo en casa, clases virtuales, cuidados en la higiene. Sin embargo, para nuestra realidad de Latinoamérica, lo que más ha cambiado es tener que utilizar un tapabocas o barbijo.
Antes era utilizado sólo por personal médico u odontólogos, para evitar el contagio con bacterias o virus. Ante la falta en el mercado, muchos se pusieron a cocerlos en casa con las telas que tenían a mano. Luego, empezaron a aparecer con logos de empresas y hasta unos muy creativos con sonrisas o diseños de superhéroes.
En Asia, la costumbre de utilizar máscaras o barbijos comenzó mucho tiempo antes de esta pandemia. En Japón, a principio del siglo XX, cuando una pandemia de gripe mató a millones de personas, cubrirse las caras para protegerse se convirtió en hábito. Las máscaras comenzaron a hacerse más populares para protegerse de las cenizas tras grandes terremotos. Luego, pasaron a utilizarse, sobre todo, en temporadas invernales para combatir enfermedades como resfríos y gripe. En lugares como Japón y Corea, el bien común prevalece y al ponerte un barbijo no se trata de contagiarse, sino de no contagiar al otro.
También están quienes confiesan que prefieren salir a la calle con barbijos para evitar arreglarse: mascarilla puesta y ¡nada de maquillaje o afeitarse al hacer las compras el domingo! En los países asiáticos, las máscaras se convirtieron en los nuevos anteojos de sol pues les dan privacidad. Y es por eso que son tan populares: llevar los barbijos puestos y usar auriculares se convirtió en la manera de los más jóvenes de aislarse y evitar comunicarse con el otro. Una forma de distanciamiento social. Miles de fans de las novelas coreanas que hoy arrasan online y de artistas como BTS sintieron curiosidad al ver a sus ídolos usando barbijo. Hoy, los portan con orgullo, como símbolo de pertenencia.
Sin embargo, después de tanta historia y de hábitos nuevos a los que necesitamos acostumbrarnos, aparecen las preguntas: ¿ya no podemos abrazarnos y ahora, también se nos robaron la sonrisa? ¿Cómo sabemos lo que hay por detrás del tapabocas?
Una sonrisa no se hace sólo con la boca. Expertos dicen que en una sonrisa movemos 12 músculos de nuestra cara. Job, un personaje de la Biblia que supo lo que es el sufrimiento y estar en las manos de Dios, escribió en su libro: Mis amigos “se quedaban a la espera de mis palabras, como tierra seca en espera de las lluvias tardías. Apenas podían creer que yo les sonriera; y no se perdían una sola de mis sonrisas”. (Job 29:23-24)
En tiempos de tapabocas, podemos sonreír de otra manera: una mirada atenta y optimista, los 12 músculos que se mueven pese el tapabocas, los gestos del cuerpo y lindas palabras ayudan a transmitir una sonrisa: sonrisa que no se ve pero se siente.