Por: Victor Verruck, Capellán clínico en Asunción – Paraguay.
Beirut, Líbano. Martes 4 de agosto. Todos vimos con asombro las imágenes de la trágica explosión, desde varios ángulos, que mostraban a las personas en situaciones desesperadas. En medio de tragedias como esta, escuchamos y hablamos del sufrimiento y preguntamos ¿Dónde está Dios? También suenan más fuerte las preguntas, tales como: ¿Por qué Dios permite el sufrimiento? o ¿Por qué Dios no hace desaparecer el dolor?
El sufrimiento puede venir de un incendio, un acto de terrorismo, una pelea de hinchas de clubes rivales, de terremoto, el fallecimiento de un familiar, una enfermedad o la pérdida de trabajo. ¿Y Dios, dónde está? El rey David lo tenía claro: «Tú, oh Dios, ves y percibes el sufrimiento y la tristeza y siempre estás dispuesto a ayudar». Dios está listo para ayudar, Dios ofrece esperanza, un futuro, y un mundo nuevo, pero la mayoría de las veces nosotros esperamos algo “más”.
En la Biblia podemos ver y aprender de muchas situaciones de sufrimiento. Pero, ¿Cuándo y porque comenzó? El sufrimiento comenzó en Génesis 3:6 “Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió.”
Todos sabemos que la respuesta de Vivenciar.net (CPTLN, Iglesia Luterana) a la crisis se encuentra fundada en Jesucristo y su amor por nosotros. Y eso queda claro, especialmente al leer 1 Juan 3:16-18 que dice: “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
Muchas de las medidas adoptadas y medidas no adoptadas por los gobiernos en tiempos de pandemia están afectando directamente nuestras vidas, generando ansiedad, miedo y mucha preocupación sobre el futuro.
“Podemos ignorar incluso el placer. Pero el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestros dolores: es su megáfono despertar a un mundo sordo.” (C. S. Lewis, Escritor cristiano,1898-1963, El problema del dolor). Con la pandemia, talvez Dios te está gritando al oído, te está llamando. Así como Jesús llama a los doce, escoge a sus discípulos. Hoy podemos sentir en nuestros corazones que Cristo nos llama a cada uno de nosotros por nuestros nombres, y nos pide que seamos sus discípulos; que lo proclamemos en medio de nuestros amigos, familiares, en medio del mundo que nos rodea; que demos testimonio con nuestras vidas que fuimos llamados y escogidos para algo muy grande, y eso, es proclamar el Reino de Dios.
La pregunta: ¿Dónde está Dios en la pandemia, en la tragedia? Debemos cambiar por la siguiente pregunta: ¿Qué podemos aprender de esto? y ¿qué nos está diciendo Dios aquí?». El COVID 19 nos recuerda nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, nuestra mortalidad.
Note lo que hizo Jesús en el relato de S. Mateo 14:31 “Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él.” No dejó que Pedro se ahogara y tampoco dijo: «Vaya, realmente deberías haber confiado en mí. Lo siento.» Ni siquiera lo dejó «sufrir» un poco en esa agua antes de rescatarlo. No, Jesús inmediatamente extendió su mano y lo atrapó. Hay una ligera reprimenda por parte de Jesús, «¿Por qué dudaste?» pero su tono no es de regaño sino de aliento: “¿Por qué dudar? Recuerda que Jesús siempre puede y quiere cuidarte, mismo en tiempos de sufrimiento.