Cuando comenzamos una relación, sea de amistad o de pareja, la intención en ambas partes es la de disfrutar la convivencia juntos, compartir momentos, objetivos, fortalecer un lazo afectivo y sumar esfuerzos, que permitan el crecimiento y mejora de los dos. Sin embargo, a veces no resulta como deseamos, pues lo que sucede ahora en la vida adulta, tiene mucho que ver con lo que ocurrió en los primeros años de vida.
Mucho de lo que somos, la forma de percibir, de interactuar, de ser, es aprendido. Las satisfacciones, alegrías o las heridas de la infancia, van esculpiendo los moldes de lo que será después.
Para entender nuestra forma de socializar o establecer lazos importantes de nuestra vida, vale la pena revisar lo que dicen los investigadores de la psicología, especialmente en la teoría que trata sobre el origen de los moldes para las relaciones interpersonales.
La Teoría del Apego nos ofrece una explicación de cómo nuestra forma de relacionarnos es el resultado de una experiencia temprana en la manera de vincularnos con las primeras personas que conocimos después de nacer, y al ir creciendo. Nuestra primera relación en la vida es simbiótica, la cual va tomando forma de manera distinta, según el desarrollo psicológico que vaya teniendo. Esa relación se llama “apego”.
El apego es necesario en el proceso de maduración psicológica, a través de él, es posible lograr un estado seguro del individuo o darse cuenta de la sana inclinación para socializar y establecer lazos de afecto, todo depende de la edad de la persona, pues se manifiesta en diversas etapas, por lo que el comportamiento esperado ha de ser de acuerdo con la fase de su desarrollo.
La dinámica que se forma entre el niño y sus padres, o cuidadores, repercute de una manera determinante en la forma en que se ha de relacionar con los demás en su vida adulta, es como elaborar un molde, en el que se han de ajustar sus futuros vínculos.
El grado de seguridad que el niño siente antes de cumplir su primer año de vida, depende en gran medida, de lo que sucede a su alrededor, de las circunstancias que han predominado durante su crecimiento, es decir, de la disposición que los padres han mostrado en su cuidado y protección, en su constancia para responder a las necesidades del pequeño, tanto en el ámbito físico como en el afectivo. La consistencia en la manera de interactuar con su hijo contribuye en la formación de una estructura interna, de un molde…
27% a 40%
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que entre el 27% y el 40% de las mujeres entre 15 y 49 años han sufrido violencia por parte de su pareja.
14 de 25
14 de los 25 países con mayor tasa de feminicidio en el mundo están en América Latina y el Caribe.
Es necesario relacionarse.
Ciertamente, como individuos, somos diferentes, no solo por las características y rasgos físicos que nos hacen singulares, también por nuestra forma de sentir, de pensar, de percibir el mundo que nos rodea. Y, de un modo increíble, simultáneamente somos iguales, todos deseamos sentirnos valiosos, útiles, reconocidos, importantes, que formamos parte de un grupo, aceptados y amados.
Justamente lo que nos hace iguales, es el deseo de sentirnos amados el que nos lleva a buscarnos, a interesarnos en los demás, intentar superar las diferencias, y buscar las mejores alternativas para mejorar el afecto que se va logrando…
Necesitamos relacionarnos, porque a través de los lazos, somos más fuertes, podemos disfrutar la vida, y hacer frente a los desafíos con mejores posibilidades de salir adelante, y es a través de los demás, como podemos descubrirnos y afirmarnos a nosotros mismos.
Para comenzar una relación, cada uno requerimos satisfacer algo que deseamos, los deseos son el eco de las necesidades que tenemos… Hay quien se conforma con un poco de atención, o bien, el sentirse acompañado, pues su necesidad es evitar la soledad, por otro lado, hay quien no se conforma con lo que es el “mínimo necesario” para otros, lo quiere todo, tiempo, espacio, cuerpo, devoción, entrega total, su hambre social o afectiva lo hace absorbente. Ambas posturas parecen tener un buen comienzo en una relación, pero tiene grandes probabilidades de toxicidad, solo es cuestión de tiempo y de abandonarse a los impulsos.
«La sensación de inseguridad que abruma el ambiente predispone a los que están involucrados, a reaccionar a la defensiva, esta actitud suele ser contagiosa.»
¿Quién es el tóxico?
Por lo general, se considera como persona tóxica a quien agrede, grita, insulta, controla, critica y demás, y es cierto, pero quien recibe todo este maltrato y se queda, también tiene un alto grado de toxicidad, o veneno, solo que lo dirige hacia sí mismo.
Permanecer en un ambiente hostil sin más propósito que saciar su anhelo de compañía, es una conducta autodestructiva, sin embargo, el pobre aprecio hacia sí mismo lo hace posible.
La persona con autoestima manipulada sufre de apego emocional tóxico, no se siente completa ni capaz de alcanzar sus metas.
Creen que el otro es más importante, se descalifican y consideran que sólo las cosas del otro tienen valor. Como resultado, terminan despreciando sus propias vidas.
Por lo cual, es necesario que los involucrados en una relación, se esfuercen en gestionar mejor sus emociones, y reflexionen desde donde viene su “estilo” de relacionarse para que puedan dirigir mejor sus procesos de mejora.
Recomendaciones
Las sugerencias que a continuación presento, pueden ser un auxiliar para corregir, prevenir o restaurar, según sean las necesidades que hay en particular. Espero sean realmente útiles.
Evalúa la situación y toma una decisión.
Considera sinceramente la situación en la que estás, respóndete preguntas como: ¿eres feliz?, ¿hasta dónde eres responsable de lo que tienen ahora?, ¿en qué estado de fragilidad está tu dignidad?, ¿y tú autoestima?, ¿y cómo está él o ella? Después de analizar las condiciones de su actual circunstancia, podrás decidir si quieres continuar, también vislumbrarás si la relación es recuperable. La restauración puede lograrse, si hay una suma de voluntades hacia el mismo objetivo, si ambos están dispuestos a encontrar nuevas formas de relacionarse, si se comprometen a hacer un esfuerzo conjunto, si es así, entonces hay una posibilidad de estar bien.
Pide ayuda profesional.
Ya sea para restaurar la relación, o salir de ella, es recomendable el acompañamiento profesional, pues la confusión mental y emocional que ha provocado la familiaridad de los hábitos tóxicos afectivos entre los involucrados, así como el constante enfrentamiento entre sí, deja en un estado muy vulnerable la salud integral de ambos.
Identifica creencias tóxicas.
Toda idea o sentimiento acerca de algún tema, tiene un origen, generalmente en las experiencias más tempranas de nuestra vida, a veces las señales que percibimos de la persona que nos importa, tienen un mensaje completamente distinto al que interpretamos, pero es la predisposición o la suposición, lo que activa el estado defensivo. Hacer consciente la serie de suposiciones que han alterado la percepción, puede ayudar a encontrar nuevas maneras de comunicación, en las que el escuchar mejor, y verificar la interpretación, puede ahorrar muchas complicaciones. Toda idea que limita la capacidad de alguien o cuestiona su valor, termina siendo perjudicial.
Establece límites.
¿Cómo reconocer los límites necesarios que se han de señalar? Si en la dinámica de la pareja, en el decir o el hacer hay algo que haga sentir transgresión hacia la dignidad, respeto o autoestima, entonces es ahí, en donde es preciso delimitar pidiendo o dando respeto. La frustración ante el freno, puede hacerse presente al principio, pero después el autodominio tendrá oportunidad de prevalecer.
Ten un plan de acción estratégico.
La vulnerabilidad es gradual cuando una relación tóxica se ignora, o es violenta en su tipo, y el daño puede salirse de control, por tal motivo, es crucial tener una serie de alternativas a llevar a cabo. Puedes incluir como punto uno, el diálogo abierto y sincero, en donde intenten hacer acuerdos y tener un objetivo común, recurrir a consejería o ayuda especializada, o bien tener algunos contactos que se activen al alertar, para proceder y evitar un mal desenlace. Este plan de acción conviene compartirlo con los que cohabitan o los puntos principales de contacto. La recuperación ha de ser el último elemento del plan, y en el que más constancia se ha de invertir.
Perdona.
Los errores de nuestros padres no han sido intencionados, por lo general, hay desconocimiento de los procesos del desarrollo psicológico, y ellos han pasado por lo mismo que tú. Los esfuerzos y las capacidades tienen un límite, muchos padres, aún haciendo lo mejor que pueden, no podrán evitar que su hijo reciba alguna herida emocional en su niñez. La consideración cariñosa y la ternura hacia ellos, por muy dura que haya sido la experiencia, es sanadora para ti mismo, pues te libera de anclas dañinas y te ofrece una forma distinta de ver y recibir a las personas que han estado involucradas en tu vida, con aceptación y esperanza. Si perdonas a tus padres, será mucho más fácil avanzar, y perdonarte a ti mismo, por lo que hayas hecho en tus relaciones y perdonar a los demás por lo que te hayan hecho. El mundo lo verás mejor si otorgas ese perdón de manera sincera y completa, finalmente esto te permitirá comenzar de nuevo.
Por otro lado, te sugiero EVITAR lo siguiente:
Evita el comportamiento pasivo-agresivo.
Manifestar ironías, indirectas, comentarios hirientes cuando hay desagrado o molestia y no se quiere hablar del asunto.
Evita culpar a la pareja o a los demás por alguna crisis emocional.
Con frecuencia las cosas salen diferente a lo que se espera, es cuando la decepción o la frustración puede llegar a predisponernos anímicamente hacia un humor sombrío.
Evita hacer regalos (tributo) como manera de solucionar el conflicto.
En cualquier relación hay altercados y diferencias, lo que distingue a una pareja sana de una enferma, es la manera de manejar sus conflictos.
Evita “llevar la cuenta”.
Llevar un registro de lo que haces bien y de los errores de la otra persona de la otra persona, con la intención de utilizarlo como herramienta de ataque o de conveniencia para lograr algo a tu favor.
Evita chantajear.
Es indispensable aceptar, que no lo podemos tener todo, ni el todo puede ser a nuestro completo modo, aceptar los límites puede ser liberador, y las alternativas se hacen más visibles cuando nuestros ojos son abiertos a la verdad.
Evita los celos excesivos.
Si esta emoción te embarga con regularidad, y difícilmente la puedes controlar, pide ayuda, los celos no tiene que ver con el amor y en cambio fortalecen los temores y la sensación de soledad.
Los cambios son parte del día a día de nuestra vida, en especial ahora que debemos adaptarnos a la nueva normalidad y regresar a vivir con estas nuevas normas. Es importante que sepas que Dios está contigo y que lo que está ocurriendo a tu alrededor es pasajero. No hay algo más grande que su amor y su misericordia, Él no te deja, ni te dejará, todo puede pasar, pero Dios es para siempre.
“Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.”.