¿Cuántas fotos me tomo para lograr “la foto perfecta” para mis redes sociales? ¿Cuántas veces al día reviso mi cuenta para ver cuántos “Me Gusta” alcancé? ¿Me encanta tener muchos seguidores, aunque ni siquiera los conozca? Si te has puesto a reflexionar, tal vez sea momento de hacer un alto. Algo está sucediendo. ¿Acaso la opinión de los demás y sus “Me Gusta” son más importantes que tú mismo y quién realmente eres?
1.2bi
1,2 mil millones de selfies fueron tomadas tan sólo en el Reino Unido durante el año 2014. Informe publicado por Ofcom, el Regulador de Comunicaciones del Reino Unido.
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2013 fueron publicadas en el mundo cerca de 1 millón de selfies al día. 14% de ese millón de selfies han sido retocadas digitalmente o que el 36% de las personas ha admitido que ha alterado sus selfies.
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Según All India Institute of Medical Sciences, se han dado 259 muertes relacionadas con los selfies, desde el Octubre 2011 hasta Noviembre 2017.
Muchos de nosotros utilizamos las redes sociales para seguir de cerca la vida de familiares, amigos y para estar informados de lo que está ocurriendo en el mundo. No podemos negar que las redes sociales son un excelente medio de comunicación. Pero qué sucede cuando esta curiosidad o interés se va saliendo de control y empezamos a expresar una conducta un tanto obsesiva?
Mucha gente busca satisfacción y aprobación reflejada en un gran número de “Me gusta” en sus fotos. Una buena foto que gustó y recibió muchos likes aumenta la autoestima; sin embargo, después la demanda será mayor y se necesitará una mejor fotografía… posando, mostrando un delicioso almuerzo, un lindo escenario y… ¡listo! Pero luego vendrá otra foto que querrá obtener más aprobación que la anterior. Entonces, allí se da el desafío de hacer una foto más atrevida, ¡la foto ideal! Osada oque, incluso, vaya en contra de principios morales… quizás, enfrentando un peligro, sin importar los riesgos… ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar para obtener un like?
Ten presente que no es la red social la que perjudica nuestras vidas, sino más bien el uso equivocado o enfermizo que podemos llegar a hacer de ella. Compartir una foto en sí no es negativo, si no atenta contra la moral o daña a alguien.
Hazte esta pregunta: ¿Cuál es la razón por la que comparto esa foto?; ¿publico la foto de mi cumpleaños para así festejar con todos mis amigos en las redes o simplemente lo hago porque quiero que todos vean el vestido que traía puesto, el restaurante donde lo celebré y los regalos que recibí?
Detrás de una cuenta de red social hay un sin número de personas que viven diversas situaciones. Hay aquellas que se sienten solas, faltos de amor que se ven a sí mismas poco atractivas o con una vida aburrida. Hay algunas que necesitan alimentar su propia estima mostrando una vida con comodidades, haciendo todo tipo de actividades o exhibiendo sus bienes materiales.
Antes de “publicar y compartir” pregúntate bajo qué motivo lo harás. Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, en una entrevista a “El Periódico” señalaba que en la red social se puede «crear un mundo de fantasía, una identidad ficticia y un tipo de relaciones sociales», oportunidades que ayudan a una persona con baja autoestima a buscar bienestar. Entonces, las redes sociales son terreno fértil para, inconscientemente, encontrar esa aprobación y afecto anhelados que en la vida real se hacen más difíciles de alcanzar.
Tengamos muy presente qué es una buena autoestima. Una buena autoestima es lo que yo soy, lo que yo siento y pienso de mí, la manera de verme, de quererme, de expresarme, de relacionarme con el mundo. Es valorarme y valorar, reconocerme y reconocer que merezco ser tomado en cuenta. Es mi verdad, sin pantallas, sin pretender ni tener la más remota posibilidad de ser alguien diferente, con derechos y responsabilidades, posibilidades y limitaciones, virtudes y defectos, aciertos y equivocaciones.
Compartir tu vida en busca de likes puede ser una trampa. Cómo está tu autoestima? ¿Compartes tus momentos de alegría de forma correcta? ¿Te has dado cuenta de cómo esto ha interferido en tu vida y en tu rutina? ¡Mira este video y piensa al respecto!
Uno de los efectos más profundos de tener una mala opinión de sí mismo, se puede ver en la actitud que desarrolla la persona hacia su propio mundo. Un concepto deficiente de uno mismo distorsiona los mensajes que recibimos de las personas y nuestra manera de interpretar los eventos de la vida. Las personas con una autoestima saludable ven al mundo como un desafío a ser enfrentado, una oportunidad de fortalecer y hacer crecer la confianza personal.
Hay tres necesidades emocionales básicas que son comunes para todos:
Estas necesidades parecen ser fundamentales en toda personalidad y sirven como tres pilares alrededor de los cuales se estructura la información que recibimos desde la niñez y desarrolla nuestra autoestima. El sentimiento de ser amados y aceptados, de valor personal y de suficiencia son los soportes sobre los cuales descansa un concepto saludable de uno mismo. Si alguno de ellos está subdesarrollado o dañado, la opinión entera que se tenga de la propia persona será desequilibrada o inestable.
Cuando persigo esa satisfacción o ese afecto, por medio de la cacería de “Likes” o de incrementar mis seguidores sin medir las consecuencias, estoy volviéndome un esclavo de la red social. El desconectarme de mi vida real para vivir una fantasía virtual puede llegar a ponerme en riesgo aceptando como seguidores a personas totalmente desconocidas o, incluso, dejándome influenciar por sus propios valores o comportamientos – aunque sean negativos.
Buscamos tanto la “foto perfecta” que hacemos varias pruebas y usamos filtros u aplicaciones para mejorarlas y borrar “detalles indeseados”. Exponemos nuestra vida para poder calmar esa sed de aprobación, de cariño y atención. En los peores casos, esto nos preocupa tanto que, incluso, llegamos a buscar un cirujano plástico.
Cuando caemos en el engaño de preocuparnos, demasiado por nuestra imagen en las redes sociales – al punto de crear una especie de «personalidad virtual» – generamos una obsesión que puede llegar a interferir negativamente en nuestra vida y comportamiento. Aunque el “Desorden de Adicción a Internet” no está reconocido aún en el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (en inglés, “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”) – editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría- hay expertos que la consideran como adicción y/u ofrecen una terapia para tratar esta patología que afecta a todos por igual en nuestro mundo.
En general, lo que se reconoce y acepta en estos manuales es un “uso excesivo” sin llegar al nivel de “vicio”. Irónicamente, ante este debate, cabe destacar que en 2016 en los Estados Unidos el “Heavensfield Retreat Center”, un programa de recuperación para el trastorno de adicción a Internet y videojuegos, inició operaciones para ayudar a los pacientes a equilibrar sus vidas.
Para muchos es común invertir tiempo construyendo una fantasía en la que se sienten los protagonistas centrales, pero al salirse de la red social y desconectarse, se vuelve al hogar real, a verse frente al espejo de la realidad. Este reflejo no es agradable, pues la realidad no es tan divertida, glamorosa o impactante.
Recibir un “Me Gusta” en una red social activa las zonas cerebrales que generan un sentido de bienestar y placer similar a cuando recibimos dinero, comemos chocolate o ganamos un premio. Cuando recibimos pocos “Me Gusta”, se produce lo contrario, efectos negativos o frustrantes, según lo comenta la especialista Lauren Sherman del “Ahmanson-Lovelace Brain Mapping Center”, en los Estados Unidos.
¿Qué hacer? Lo primero es reconocer mi conducta de abuso a las redes sociales haciéndome estas preguntas que están a continuación.
Responde con sinceridad y evalúa tus respuestas. Haz un examen a consciencia.
Si has aceptado que algo no está bien, ya tienes un paso ganado. Para continuar, decide si quieres salir de esta situación y comprométete en hacerlo. Busca las formas de atender lo que causa este uso excesivo de las redes sociales y si es necesario, consulta con un especialista. Establece un proceso progresivo para ir alejándote a una distancia prudente de las redes y empieza a enfocarte en lo que te rodea. Busca un amigo para conversar. ¿Tienes a alguien cercano con quien compartir lo que te sucede y abrir tu corazón?
Este puede ser un buen momento para “desconectarse”. ¡No temas estar solo! Siempre tenemos a Dios cerca nuestro y podemos hablar con Él en cualquier momento.
Disfruta cada instante, haciéndote consciente de tus sentidos (la brisa con el tacto, el helado con el gusto, el cielo con la vista, la música con el oído, el perfume con el olfato).
Es difícil al inicio, pero no es imposible recobrar el control de tus decisiones, de tus pensamientos y tus acciones. Te recomiendo buscar el caso de la modelo Essena O´Neil, quien después de varios años construyendo su imagen perfecta en las redes sociales, con miles de seguidores nuevos a diario y generando contratos de mucho dinero, un día se dio cuenta que había estado perdiendo su vida, había dejado de invertir tiempo y afecto en sus relaciones y en oportunidades para disfrutar cada momento simple de la vida. En una decisión radical, grabó un video muy conmovedor y revelador sobre su descubrimiento de la realidad, cerró sus cuentas para entonces empezar a vivir una vida plena y a recuperar el tiempo perdido.
¿Deberías, tú, hacer lo mismo?
Responde las preguntas a continuación. Quédate tranquilo que nadie verá los resultados, por eso sé honesto en tus respuestas . Al final del quiz tenemos un mensaje especial para ti:
Las redes sociales no son un problema en sí mismas. El problema es el uso indebido que hacemos de ellas. Todos pasamos por crisis en donde tenemos pensamientos confusos sentimientos de vacío y soledad. No podemos controlar lo que las personas piensan de nosotros, pero sí podemos enfocarnos en nuestro valor como seres humanos, en nuestras habilidades y talentos únicos.
Es gratificante tener muchos amigos, aprobaciones y comentarios. Pero si mi paz, mi autoestima y mi concepción de quién realmente soy dependen de esto, entonces es tiempo de hacer cambios.
Nuestra vida se construye de momentos, personas reales y situaciones problemáticas, todo esto es lo que nos hace sentirnos vivos. Aceptar el sufrimiento nos ayuda a crecer y madurar, tomándolo como una oportunidad para ser mejores. Crear un mundo perfecto sólo enmascara la verdad, y en algún momento esta verdad se sabrá.
Hemos sido creados y aceptados por Dios, sin importar nuestra apariencia, ropa que llevamos o nuestro estilo de vida. Lo que me hace ser quien soy no es lo que tengo, sino lo que realmente soy y cuanto me aprecio. Una de las mayores señales que dan cuenta que efectivamente nos valoramos es admitir que no estamos bien, que nos sentimos tristes y solos, pidiendo una ayuda sincera. A partir de ahí, y paso a paso, comenzaremos a reconstruir una vida basada en personas de carne y hueso, personas que tienen momentos difíciles y momentos felices.
“Tú, Señor, diste forma a mis entrañas; ¡tú me formaste en el vientre de mi madre! Te alabo porque tus obras son formidables, porque todo lo que haces es maravilloso. ¡De esto estoy plenamente convencido!”.