Después del Cáncer…

10/10/2024

Por Adriana Cozzo – Sao Paulo, Brasil.

Mucho gusto, soy Adriana. Me diagnosticaron cáncer de mama dos veces. 

Estoy curada ahora, pero quiero platicarte sobre los miedos y prejuicios que enfrentamos después del diagnóstico. 

Pienso que en nuestros «Octubres Rosas» debemos ir más allá de la prevención y el diagnóstico temprano; es decir, debemos hablar más sobre la vida después del cáncer. 

Hoy en día, gracias a Dios y a los avances en la medicina, cada vez más personas se han curado y están viviendo la vida después del cáncer con todas las cicatrices que el tratamiento dejó. ¡Y vaya que hay muchas! 

A menudo escuchamos que no debemos quejarnos de «cosas» pequeñas y que solo debemos estar agradecidos por el gran regalo de la curación. 

Las personas que más soñaron y rezaron para que llegara esa cura fuimos sin duda nosotros, los pacientes. Así que la gratitud forma parte de nuestro día a día, pero el camino hacia la curación nos dejó una carga de sufrimiento y miedo. ¿Cómo lidiamos con eso? ¿Conoces ese dolor muscular repentino que cualquier persona puede empezar a sentir? Para nosotros, ya es un desencadenante que hace que el miedo resurja: «¿Habrá regresado el cáncer?». El miedo se calma y luego vuelve. ¡Así es como vive un paciente oncológico! Hay altibajos, miedos y alivios que solo quienes lo han experimentado entienden. Por eso, debemos comenzar a hablar más y más sobre la vida después del cáncer. 

Cuando llega el momento de los exámenes de seguimiento, prevalece la tensión. Por ejemplo, yo apenas puedo realizar mis actividades diarias; me quedo un tanto paralizada, por así decirlo. Antes de darme cuenta, tengo una mirada distante, esperando el día (o a veces, los días) del examen. 

¡El día llega! Es un día ocupado, a menudo pasamos horas y horas en el laboratorio, y durante los exámenes, siempre que es posible, tratamos de interpretar la expresión del médico para ver si todo está bien. Algunos médicos hablan, otros permanecen en silencio, lo que aumenta aún más nuestra ansiedad. Hay tantas pruebas que la posibilidad de encontrar algo es significativa. Y cuando llevamos las pruebas al médico, escuchamos: «Bueno, no es nada, pero dado tu historial, investigaremos un poco más». Y ahí vamos, a más días de exámenes, tensión y preocupación. Hasta que llega la confirmación de que no es nada, y obtenemos unos meses más de tranquilidad. Así es como vivimos nuestra rutina después del cáncer en el control de la enfermedad, incluso con la cura. No es fácil, no es sencillo. 

Siempre estoy agradecida. Agradezco por la curación y por la persona en la que me he convertido, pero la vida de un paciente oncológico es un viaje de altibajos y muchos desafíos. Así que, cuando hables con alguien que ha pasado por este diagnóstico, trata de ponerte en su lugar por un momento y apóyalo. 

A veces, todo lo que necesitamos es un hombro amigable para que la tensión se disipe y regrese la gratitud.

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