Por Victoria Aviles, Ciudad de México, de CPTLN México
Esta mañana cuando revisaba mi timeline de Facebook estaba en busca de una nueva noticia, de leer algo que me diera esperanza ante esta situación de aislamiento y necesidad (la pandemia), fue mientras navega en redes sociales que me pregunté: ¿qué habilidades o conocimientos he adquirido en estos días de encierro?, la respuesta fue simple… Muy pocas. Pero lo que realmente me conmovió profundamente, fue cuando me cuestioné: ¿a quienes he ayudado en este tiempo? Mi respuesta: a nadie.
Entonces pensé en todas esas veces que dejé a un lado otras actividades, por pasar horas frente al televisor, o revisando el mismo contenido de mis aplicaciones una y otra vez.
Y hoy me pregunto ¿la pandemia realmente cambió la forma en que vivíamos?, ¿hace cuánto que no estamos presentes en la vida de nuestros familiares, amigos, vecinos?
Las redes sociales han cambiado nuestro estilo de vida, nos han acercado con amigos y familiares que están a la distancia, pero, ¿qué tanto nos han alejado de los que tenemos cerca?, peor aún, ¿qué tanto me han alejado de mi relación con Dios?
Piensa en las veces que tuviste la intención de ayudar u orar por alguien, pero no lo hiciste porque siempre había algo más que hacer, y es que, ¿cómo darle prioridad a otras personas antes que a nosotros mismos? Nuestra actitud egoísta, la apatía, el cansancio físico y emocional nos pueden llevar a tener pensamientos pesimistas, a ver todo desde una perspectiva egocentrista que nos haga cuestionarnos: ¿acaso ellos harían lo mismo por mí?
Cuando las situaciones de nuestra vida diaria parecen rebasarnos, cuando vemos que la enfermedad, la maldad y la violencia parecen no tener fin, cuando nos llenamos de dudas, temores, resentimientos y tristezas, es ahí cuando debemos recordar que hay alguien que ya dio su vida por ti y por mí, ¿quién? Jesucristo, quien se hizo hombre; para pagar por nuestros pecados en la cruz, regalándonos así la vida eterna, la cual solo recibimos por fe.
Él vino al mundo, nació, y se entregó por nosotros liberándonos así de la muerte eterna y la condenación por nuestros pecados y todo esto lo hizo de una manera íntima y personal, revelándose a cada uno de nosotros a través de su Palabra y su presencia continua en nuestras vidas; Él no nos ha dado una salvación virtual; Él estuvo, está y estará entre nosotros, pues nos a adoptado como hijos suyos. Así que cuando creas que las redes sociales, te alejan de tus seres queridos, de tus amigos, o de Dios, puedes recordar estas palabras: “Más para mí, estar cerca de Dios es mi bien; en DIOS el Señor he puesto mi refugio” (Salmo 73:28), refugiémonos en su palabra y en su amor, buscando siempre alimentar nuestras vidas de cosas buenas, que edifiquen nuestro espíritu, usemos nuestras redes para compartir amor, esperanza, y alivio. En esta época donde todo es virtual, y ha sustituido el calor de un abrazo, lo íntimo de un beso, lo hermoso de estrechar una mano al necesitado, el regalo de un hombro dispuesto a consolar, en estos momentos donde poco a poco retomamos nuestra nueva normalidad te invito a darnos el tiempo de visitar, ayudar, orar, acompañar y servir a las personas; recuperemos nuestras relaciones rotas, otorguemos el perdón y recibámoslo de forma sincera y completa.
Conectémonos con nuestro prójimo, con nosotros mismos y sobre todas las cosas aún creadas, volvamos nuestra mirada en Dios, rogándole que camine con nosotros en estos tiempos, dándonos la certeza de que nuestras relaciones van más allá de una pantalla.
Conoce nuestro contenido sobre la importancia de las redes sociales.