Por: Julissa Reynoso Díaz – Lic. en psicología y Lic. en consejería bíblica familiar en México.
Despierto, me desperezo y me dispongo a levantarme, después de asearme y despejar mi mente, me asomo a la ventana, todo está tan pacífico, tan quieto, si no fuera por el alboroto de las aves dudaría de la hora que es… Hoy iré a la oficina, con toda la precaución posible para mantener segura a mi familia, a mis seres queridos y a los que tratan conmigo. Estos tiempos de pandemia nos sacuden en decisiones tan sencillas como esta.
Al conducir hacia donde está la oficina, contemplo algunos rostros de escasos caminantes de la ciudad, es una mañana fresca, están abrigados, pero a pesar de eso, en varias miradas encuentro un silencioso grito “Tengo frío!” , es una situación triste y muy frecuente últimamente.
Tal parece que el ánimo hace juego con el cielo gris, y el clima helado, …la energía está aletargada…y aunque son tiempos festivos, cercanos a Diciembre, la compañía no parece ser suficiente para desterrar esa sensación que es cada vez más abrumadora. Es un asomo de lo que le sucede a muchas personas en esta temporada, especialmente en este año.
Es muy posible que la nostalgia excesiva, por un lado se deba a la falta de satisfacción en alguna de nuestras áreas, porque no hemos obtenido lo que hemos anhelado después de muchos meses de esfuerzos volubles e infructuosos.
Solemos ser un duro juez de nosotros mismos, y tendemos a justificar con varias razones nuestra falta de constancia. Ambas posturas denotan una falta de amor propio, pues parte de la verdad es que no nos tomamos en serio a nosotros mismos, ni consideramos real, la posibilidad de cambiar las circunstancias de nuestra vida personal, nuestro cuerpo, nuestra mente, o nuestro entorno. Estamos tan acostumbrados a ser lo que somos, que nuestros vicios y compulsiones están muy arraigados.
Es verdad que tener propósitos personales nos estimula y encausa nuestras fuerzas a mejorar, tener un horizonte y un rumbo a seguir nos da seguridad, es sano tener objetivos en nuestra vida. Sin embargo, disfrutar lo que en éste y solo éste momento tenemos, durante el instante que estamos respirando, es realmente revitalizador, …es una práctica muy sencilla que nos conecta con la vida y nos hace ser más agradecidos de un modo natural, que nos descansa el alma. Al momento de evaluarnos, el retomar con más ánimo el rumbo de las metas que perseguimos debería ser suficiente, pero terminamos por cortar nuestras propias alas, castigándonos por lo que no hicimos…
Espera. Respira. Centra tu atención en lo que tienes ahora. Continúa.
Por otro lado, esa tristeza melancólica también puede surgir por el recuerdo de una pérdida… ya sea de alguien o de algo; extrañar lo que ya no está es un dolor que abarca todo nuestro ser, hundiéndonos en una habitación desoladora que pareciera no tener salida. ¿Cuándo llegará la ayuda? ¿Y de qué manera? Reconocer nuestras limitaciones y pedir auxilio, ya es un soplo de vida….
Es un tiempo de muchas pérdidas, y no es sencillo adaptarnos para continuar el camino con nuestra atención puesta en las nuevas carencias. Es necesario soltar la resistencia, para permitir la aceptación. Lo que tenemos de aquellos a quienes extrañamos, es algo más que un momento final, es todo un cúmulo de experiencias emocionantes llenas de aprendizaje, huellas vivas en la mente y el corazón. Esa es la valiosa herencia que puede ayudarnos a respirar con satisfacción los nuevos días, paso a paso volver a andar la senda será más reconfortante.
Se ha ido el día.
Miro el cielo de la noche, parece un manto de luz serena y sutil en donde las estrellas se guardan. Es lo que tengo justo ahora, sé que en algún lugar las estrellas hacen su fiesta presencial, mientras que en otros sitios el tibio rayo de sol hace su entrada… cuánta diversidad en este instante! Yo solo siento mi ser conmovido y agradecido. A ti que lees, te ofrezco mis esperanzas. ¿Mi mejor sugerencia? Espera. Respira. Centra tu atención en lo que tienes ahora. Continúa. Y… qué tal si en esta ocasión incluyes a Dios? Seguro saborearás más el trayecto de tu existencia con Él a tu lado.