¿Cuál es tu mayor miedo? Tal vez el miedo a morir, o, incluso, a perder a alguien, ¿cierto? Este miedo es recurrente en la vida de las personas. ¿Temes perder a alguien muy especial, alguna oportunidad o, incluso, perder todo lo que consideras valioso en tu vida? Si has contestado “sí” a alguna de estas preguntas, o aún estás reflexionando en ellas mientras las lees, ¿qué tal si profundizamos un poco más en ese tema que es tan poco tratado en la cultura en que vivimos? Aquí vamos a aprovechar la oportunidad para hablar sobre las pérdidas, ¿de acuerdo?
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Para la población mundial, el miedo a la muerte está entre los 5 miedos más grandes.
Cuando pensamos en pérdidas, una de las primeras cosas que nos viene a la mente es la muerte, ¿cierto? Pero, ¿y las demás pérdidas que enfrentamos en nuestro día a día? Podemos quedarnos sin empleo, tener una crisis financiera, terminar una relación, y muchas otras cosas que podemos perder en nuestra vida.
La pérdida forma parte de nuestra condición humana. Podemos, incluso, intentar controlar las cosas, pero en el fondo sabemos que, muchas veces, vamos jugando el juego de la vida en la improvisación. E improvisar a la hora de las dificultades y dolores es difícil, ¿no es así?
¿Has oído hablar de Woody Allen? Este cineasta, guionista, director, actor y músico americano tiene una emblemática frase en la que dice: «No le temo a la muerte, sólo que no me gustaría estar allí cuando suceda”. Siguiendo esta línea de razonamiento, ¿ También evitas la conversación cuando el asunto es «perder algo»?
Hoy en día tratamos todo con el fármacos y la sociedad exige que el ser humano esté bien a toda costa. Nos falta tiempo para experimentar los dolores, las pérdidas, las limitaciones y las dificultades como ellas merecen y necesitan ser vividas. Sólo así alcanzamos una completa recuperación y el ejercicio real de la resiliencia – que, en resumen, es la capacidad del individuo de lidiar con los problemas y adaptarse a los cambios. Cada vez que oímos – o, incluso, decimos – «seguir hacia adelante, la vida es así», e intentamos negar nuestro dolor, estamos perdiendo la oportunidad de profundizar el asunto, de desahogarnos y reflexionar.
¿Ha notado que casi no toleramos las consecuencias de las diversas situaciones en nuestra vida? No miramos hacia adentro, pero buscamos en todo momento un placer externo, una ocupación, o una distracción que nos deje alejados de la incomodidad, lejos del dolor.
Algo que puede ayudarte en estos momentos es buscar un propósito para tu vida, una actividad, algo que te haga bien sin intentar sofocar tu dolor y tu sufrimiento. Estas actividades te harán concentrarte y valorar más la vida, además de mostrar que hay muchas razones para existir y no sólo «sobrevivir». Como consecuencia natural, lidiarás mejor con los «lutos» cotidianos que vivimos, y tendrás fuerzas para seguir adelante sin la compañía de aquella persona querida y amada.
La pérdida de alguien muy querido puede aislarnos del mundo. También perdemos las fuerzas y el ánimo para cambiar nuestra vida. Esto es normal y cada uno tiene su propio tiempo para lidiar con esta situación. Lee aquí algunos consejos que pueden ayudarte frente a esta problemática.
Pensar en la pérdida o la muerte es, en realidad, una búsqueda de la propia vida. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es nuestro papel en el mundo? Estos temas rondan nuestra mente y nos hacen profundizar aún más en las reflexiones acerca de nuestra existencia.
¿Quién quiere perder a alguien querido? ¿Quién nunca tuvo miedo de verse «sólo» en este mundo, sin aquellos que lo ampararon toda la vida? Aceptar la muerte con más naturalidad puede demostrar madurez y fuerza ante este hecho.
¿Qué tal crear una lista de todos tus miedos, temores, pensamientos, sentimientos y sensaciones? Anota y medita en cada uno de ellos de manera íntima y profunda. Y trata de decirte a tí mismo: «Yo acepto mi dolor. Yo acepto mi miedo. Yo acepto que las personas queridas a mi lado un día se irán y será extremadamente difícil de superar, pero eso es parte del ciclo de la vida y tengo que lidiar con eso.”
¿O, qué tal demostrar gratitud y vivir el ahora? Sabemos que la gente que nos rodea dejará de existir, así como nosotros también, entonces, aprovechemos estar con ellos el mayor tiempo posible. Si tienes problemas en una relación o una angustia que no se resolvió adecuadamente, entonces, es hora de buscar el perdón, es hora de perdonar, es hora de traer un poco de paz a tu interior.
Los ejercicios pueden ayudar a disminuir tu ansiedad frente a este tema.
Un mal remedia otro – Nunca debemos sustituir la pérdida o la muerte de algo o alguien, pues eso será temporal e ineficaz.
Cuando sufres, sufres solo – Sufrir no es señal de debilidad, y expresar los sentimientos y emociones puede ayudar mucho en momentos difíciles.
El tiempo lo cura todo – El tiempo puede reducir la intensidad de la sensación, pero no quiere decir que va a curarla. Para ello tendrá que cerrar la herida abierta y cicatrizarla.
En el caso de que se trate de una persona, no superaremos el luto cuando queramos, sino cuando estemos preparados.
Tienes que distraerte – Puedes dejar a la ansiedad actuar y creer que todo pasará rápido. Pero, tarde o temprano, el duelo volverá – y, aún, con mayor fuerza.
No. Ninguna teoría es capaz de explicar el luto, pues la experiencia de vivir el duelo es única. Ningún hombre, por más reconocido como Sigmund Freud (padre del psicoanálisis) o Carl Jung (médico psiquiatra y psicólogo), puede transcribir este momento. Sólo quien vive sabe cómo es y, además, cada persona vivirá el dolor a su modo. La teoría no es capaz de explicar. El luto es como el amor, es una experiencia viva y uno de los grandes equívocos humanos es tratar de resumirlo a algunas líneas.
Nunca estaremos preparados para perder a alguien que amamos. Pero podemos amar a esa persona sabiendo que un día la perderemos. Esto no va a hacer la pérdida más o menos fácil, pero vivimos de una manera más sana.
¿Sabes que cuando vemos una película o un documental sobre una determinada cultura, resulta extraño para nosotros la forma en cómo ellos reaccionan ante la muerte? Es que cada cultura lidia con la muerte a su manera. Y nosotros también tratamos de manera muy peculiar este acontecimiento. Hay personas que pierden el piso y ya no pueden seguir adelante por sí solas. Y otras actúan de forma práctica e intentan demostrar fuerza. Lo importante es vivir y superar este momento para poder seguir adelante de la manera más segura y adecuada posible.
Por más que el luto se presente con síntomas físicos, como dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor muscular, apatía y sistema inmunológico debilitado, no es una enfermedad. Es una reacción esperada y normal a la pérdida de alguien que uno ama. Por lo tanto, no es estrés o depresión o trastorno de estrés postraumático. Es simplemente luto.
Se habla mucho sobre las etapas del duelo, que involucran negación, rabia, negociación, depresión y aceptación. Pero prefiero utilizar otra analogía frente al luto. No creo que nuestros sentimientos caminen de manera tan sistemática y en un orden predefinido. La «montaña rusa en la oscuridad» tal vez sea el ejemplo que mejor definirá el momento, pues tenemos mejores días y otros peores, pero todo es vivido con bastante intensidad. En un momento nos sentimos bien y minutos más tarde nos vemos en el fondo del pozo, nuevamente. Los sentimientos van y vienen, pero que, con el paso del tiempo, acaban haciendo esta aventura menos aterradora e intensa.
La gente no puede comprender cómo en un momento puedes estar bien y, luego, sin explicación, pareces estar muy mal. Una canción, un olor, un recuerdo o una fecha conmemorativa ya será motivo lo suficientemente fuerte para que te sumerja en las profundidades del dolor.
Vamos a pensar un poco más sobre todo lo que hemos visto hasta ahora. Responde las preguntas de abajo. ¡Al final, tenemos un mensaje para tí! ¡Vamos ya!
Hablar de muerte es hablar de vida. Pues sí, son antagónicos, pero complementarios. Es la certeza de que vamos a morir, o sea en la transformación que ocurre en nuestro interior al pensar en nuestras pérdidas o en nuestra propia finitud.
Como siempre aconsejamos, si notas que la dificultad es demasiado grande o sientes que no puedes con los problemas por sí solo, busca ayuda profesional.
Compartir con la familia, con los amigos, o, incluso, buscar una lectura apropiada pueden ser buenos comienzos, pero la ayuda profesional de psicólogos y demás profesionales de la salud podrá ser bastante beneficiosa en este sentido. Los grupos de apoyo a las pérdidas o luto ayudan mucho a tener una acogida y también a tratar de entender lo que ocurrió, buscando justamente compartir y escuchar de otros un asunto que muchas veces es velado en nuestra sociedad.
Recuerda: hay varias formas de perder algo. Puede ser una dificultad en la vida, una enfermedad, una crisis financiera grave o el propio envejecimiento. Todo esto es siempre una oportunidad de un nuevo conocimiento sobre tí mismo, una invitación para evaluar nuestra vida.
Es bueno saber que no estás solo. Muchas personas ya han pasado o están pasando por una situación muy similar a la tuya. Conviven con sus propios miedos y sentimientos. No hay problema alguno en sentir miedo o tristeza; estos son sentimientos que forman parte de nuestra naturaleza. Aceptar la pérdida es el primer paso para una significativa transformación interna.
“...con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.