Por Adriana Cozzo – Sao Paulo, Brasil.
Mucho gusto, soy Adriana. Me diagnosticaron cáncer de mama dos veces.
Estoy curada ahora, pero quiero platicarte sobre los miedos y prejuicios que enfrentamos después del diagnóstico.
Pienso que en nuestros «Octubres Rosas» debemos ir más allá de la prevención y el diagnóstico temprano; es decir, debemos hablar más sobre la vida después del cáncer.
Hoy en día, gracias a Dios y a los avances en la medicina, cada vez más personas se han curado y están viviendo la vida después del cáncer con todas las cicatrices que el tratamiento dejó. ¡Y vaya que hay muchas!
A menudo escuchamos que no debemos quejarnos de «cosas» pequeñas y que solo debemos estar agradecidos por el gran regalo de la curación.
Las personas que más soñaron y rezaron para que llegara esa cura fuimos sin duda nosotros, los pacientes. Así que la gratitud forma parte de nuestro día a día, pero el camino hacia la curación nos dejó una carga de sufrimiento y miedo. ¿Cómo lidiamos con eso? ¿Conoces ese dolor muscular repentino que cualquier persona puede empezar a sentir? Para nosotros, ya es un desencadenante que hace que el miedo resurja: «¿Habrá regresado el cáncer?». El miedo se calma y luego vuelve. ¡Así es como vive un paciente oncológico! Hay altibajos, miedos y alivios que solo quienes lo han experimentado entienden. Por eso, debemos comenzar a hablar más y más sobre la vida después del cáncer.
Cuando llega el momento de los exámenes de seguimiento, prevalece la tensión. Por ejemplo, yo apenas puedo realizar mis actividades diarias; me quedo un tanto paralizada, por así decirlo. Antes de darme cuenta, tengo una mirada distante, esperando el día (o a veces, los días) del examen.
¡El día llega! Es un día ocupado, a menudo pasamos horas y horas en el laboratorio, y durante los exámenes, siempre que es posible, tratamos de interpretar la expresión del médico para ver si todo está bien. Algunos médicos hablan, otros permanecen en silencio, lo que aumenta aún más nuestra ansiedad. Hay tantas pruebas que la posibilidad de encontrar algo es significativa. Y cuando llevamos las pruebas al médico, escuchamos: «Bueno, no es nada, pero dado tu historial, investigaremos un poco más». Y ahí vamos, a más días de exámenes, tensión y preocupación. Hasta que llega la confirmación de que no es nada, y obtenemos unos meses más de tranquilidad. Así es como vivimos nuestra rutina después del cáncer en el control de la enfermedad, incluso con la cura. No es fácil, no es sencillo.
Siempre estoy agradecida. Agradezco por la curación y por la persona en la que me he convertido, pero la vida de un paciente oncológico es un viaje de altibajos y muchos desafíos. Así que, cuando hables con alguien que ha pasado por este diagnóstico, trata de ponerte en su lugar por un momento y apóyalo.
A veces, todo lo que necesitamos es un hombro amigable para que la tensión se disipe y regrese la gratitud.
Conoce nuestro contenido sobre Cáncer de Mama, dando click aquí.
También puedes visitar nuestra página hablando acerca del Cáncer Infantil, dando click aquí.
Por Equipo Vivenciar
A nivel mundial, el mes de octubre se conoce como el mes rosa, porque es dedicado a crear conciencia y sensibilización sobre el Cáncer de Mama.
Es importante que hablemos de este tipo de cáncer, ya que se ha convertido en la principal causa de muerte en las mujeres de todo el mundo.
La prevención del Cáncer de Mama hace la diferencia, por lo que se recomienda llevar un estilo de vida saludable:
El Cáncer de Mama es una enfermedad silenciosa, que no siempre muestra síntomas, es por eso que se recomienda que las mujeres se realicen una autoexploración física de manera frecuente para descubrir alguna anomalía y, a partir de los 40 años de edad, realizarse una mastografía cada año.
No dejes pasar más tiempo, ¡comienza a cuidarte!
Conoce nuestro contenido sobre «Cáncer: ¿sentencia u oportunidad?»
Por Equipo Vivenciar
¿Sabías que septiembre es el mes en el que todo el mundo se une para prevenir el sucidio?
La Organización Mundial de la Salud, ha declarado el día 10 de septiembre como el día mundial para la Prevención del Suicidio.
Nosotros reconocemos lo importante que es hablar de este tema, es por eso que quisiéramos compartirte 10 consejos, que podrían ayudarte a ti o algún ser querido que esté pensando en el suicidio como una alternativa a sus problemas.
El suicidio NO ES LA SOLUCIÓN, no estás sólo.
Conoce nuestro contenido sobre «Tengo pensamientos suicidas, ¿qué hago?»
Por Equipo Vivenciar
¿Sabías que el suicidio es una de las principales causas de muerte en el mundo?
Sin duda, es un tema que no debemos tomar a la ligera, y es por eso que te compartimos algunas señales de alerta que te podrían ayudar a identificar si algún ser querido está pensando en el suicidio como una solución a sus problemas:
No todas las señales son evidentes, algunas personas tienen claras intenciones, mientras que otras mantienen en secreto sus ideas y deseos.
Si identificas alguna de estas señales en alguien, no lo subestimes. No pienses que es una etapa o una tontería. Busca oportunidades para una buena conversación, proporciona a la persona un espacio en donde pueda abrirse, sé un oído atento. Esto será de gran ayuda.
Conoce nuestro contenido sobre «Conozco a alguien que tiene pensamientos suicidas – ¿Qué puedo hacer?»
Por Equipo Vivenciar
¿Conoces a alguien que haya perdido a un ser querido por suicidio?
¿Alguna vez te has encontrado en la situación de querer ayudar a esa persona, pero no tener ni idea de qué hacer?
Las historias de suicidio circulan a nuestro alrededor durante toda nuestra vida. A veces, la persona que se suicidó era distante. Tal vez ni siquiera la conocíamos. En otros casos, la persona era más cercana, un pariente o un conocido.
Y la pregunta que nos hacemos es: ¿Y ahora qué? ¿Qué pasará con la familia de esa persona? ¿Cómo quedan los padres, la esposa, el esposo, el novio, la novia, los hijos?
A estas personas se les llama «Sobrevivientes en duelo». Son personas que necesitan lidiar con el dolor desgarrador e inesperado de una pérdida trágica. Y necesitan seguir adelante con sus vidas. Pero, ¿dónde encontrar la fuerza para hacerlo?
La mente humana comienza a hacer preguntas: ¿Cómo pudo suceder esto?, ¿cómo no me di cuenta?, ¿cuánto tiempo llevaba así la persona?, ¿por qué lo hizo? Hay muchas posibilidades de respuestas, pero sin una explicación posible y clara sobre lo que ocurrió, estas dudas atormentan los pensamientos de quienes sobreviven.
¿Te sientes culpable?, ¿es posible superar esta pérdida?
Puedes creer que eres capaz de superar esta fase crítica. Conversar y abrir tu corazón a otra persona es fundamental.
Y si conoces a alguien que está pasando por este momento, ¡apóyala! Abre un espacio, busca una oportunidad para que la persona hable y cuente lo que está pensando. Un oído atento, un hombro amigo, una conversación abierta, sin juicios y sincera hacen toda la diferencia.
Y, por supuesto, la oración puede hacer cosas increíbles. Si sientes culpa, pide ayuda a Dios. Si sientes que no puedes avanzar, pídele fuerzas. El alivio que esto puede brindar a un corazón desesperado es total y completo. Y Jesús puede llenar tu vida con la paz que solo Él puede darnos.
Visita también nuestra página: «Perdí a alguien por causa del suicidio».
Por Lic. Marilyn Castillo de De León – Educadora en Panamá
Cuando se habla de conducta, inmediatamente podemos pensar en el comportamiento de las personas; este tema ha sido ampliamente estudiado por la psicología, ciencia que en su amplio marco teórico habla que en la conducta influyen factores, como el fin que persigue una persona, así como sus motivaciones y las causas que en determinado momento pueden incidir en nuestro actuar; es decir que según la psicología una persona manifiesta un determinado comportamiento en virtud de lo que quiere, piensa o siente del entorno que lo rodea. Nuestro propósito no es realizar un análisis científico relacionado con el comportamiento de las personas, pero de acuerdo con el párrafo anterior, dejar por sentado que las conductas del ser humano son el resultado de la formación que cada individuo recibe del círculo social en el que nace y crece.
Es necesario, reconocer que la naturaleza del ser humano es pecadora; esta condición hace que, vivamos en una sociedad en donde existen prácticas de: idolatrías, celos, iras, adulterio, homicidio, entre otras. La sociedad está inmersa en conductas inapropiadas. Sin embargo, es usted el único que si tiene esas conductas nocivas, puede hacer que cambien, por aquellas conductas que enriquecen la vida de cualquier persona.
En su mayoría las conductas impulsadas por la naturaleza humana son contrarias a las conductas que enriquecen el alma como lo son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, pero tales manifestaciones solo son el resultado de los frutos que el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios escrita en la Biblia, pude producir en nosotros, (Gálatas 5:22-23).
Cuando creemos que nuestras acciones siempre son las apropiadas, estamos ante una realidad peligrosa. Tratemos que nuestras acciones especialmente las enfocadas a nuestros prójimos, estén revestidas de amor, brindándoles el trato que queremos para nosotros, con base en principios y valores, porque son fundamentales en la vida.
Sabemos que los comportamientos han ido cambiando y las conductas que antes eran consideradas como inadecuadas, incorrectas o vistas como un mal ejemplo y rechazadas por la mayoría de las sociedades, hoy son conductas que cada día están más aceptadas por las personas, a tal punto que muchos países las aprueban. Los seres humanos cambiamos constantemente. De esta manera, es muy delicado aceptar y replicar conductas consideradas buenas por la sociedad, debemos ser cuidadosos en nuestro actuar.
No seamos sabios bajo nuestro propio criterio, dominemos nuestros impulsos, ya que todo lo terrenal es pasajero; tengamos conductas que enriquezcan el alma; teniendo siempre presente que los principios y valores que poseemos se reflejan en nuestras acciones.
Así que, procuremos ser personas portadoras de buenas obras, con conductas apropiadas y enriquecedoras en todo momento.
*Marillyn es licenciada en Administración Pública, tiene una Maestría en Administración de Negócios con Énfasis en Recursos Humanos y es Educadora en la Ciudad de Panamá.
Por Lic. Patricia Beatriz Nagel – Psicopedagoga en Argentina
El autismo es una condición que en los últimos años ha tomado mucho protagonismo en la sociedad a través de la divulgación de sus características, de estudios realizados al respecto, formas de diagnosticarlo y tratarlo. Efectivamente, es muy llamativo que en los últimos 25 años ha crecido notablemente el diagnóstico de niños con dicha condición, y en los últimos años también en adultos.
Casualmente estos son más o menos los mismos años que llevo en el ejercicio de la profesión como psicopedagoga y esto me ha permitido ver como se han ido generando cambios de miradas, de lecturas, distintas posturas teóricas y estudios científicos en función del autismo. He visto a profesionales discutir sobre el tema, dividirse, pelearse buscando tener “la razón” sobre el diagnóstico, su origen y el tratamiento adecuado, las formas de rotular a los pacientes, de etiquetarlos.
Es por todo esto que hoy, 2 de abril, día en el que se celebra el día mundial de concientización sobre el autismo, quiero dar a conocer también sobre el largo camino que aún falta recorrer en torno a esta condición, aún hay muchas dudas y no demasiadas certezas, y cada persona es un ser único y particular que puede evolucionar o reaccionar en forma diferente ante los mismos estímulos y tratamientos.
No todos tienen autismo, hay muchos problemas con diagnósticos acelerados, a partir de protocolos estructurados (incluso online) donde no se ha visto siquiera la mirada de ese otro que está “padeciendo algo” y necesita ser escuchado y comprendido en un grupo familiar y en un contexto particular. Quiero, como profesional, como persona y como cristiana, que seamos muy cautos, muy cuidadosos y muy respetuosos, y nos tomemos el tiempo para ver a profesionales idóneos que traten con el mismo respeto a las personas que tienen frente a sí. Debemos ser éticos y no confundir el autismo con otras condiciones o afecciones.
Apoyo mis palabras citando al conocido psicoanalista Marcelo Rocha quien dice: “Estoy preocupado porque sigo recibiendo niños cuyo diagnóstico de otros profesionales han tapado una verdad necesaria a enfrentar, cuyos principales protagonistas son los adultos. Eso no significa que la culpa sea de los padres, eso significa que ningún niño debe pagar las consecuencias de quienes no se atreven a enfrentar las conflictivas de sus deseos y pasiones. Nuestra tarea terapéutica es frenar ese etiquetamiento antes de que sea tarde, por eso tenemos que historizar.”
El autismo es una realidad y existe, pero no todo es autismo. Y más importante que un diagnóstico, es no perder de vista a la persona, que no deja de ser quien es, sea cual sea su condición, a fin de cuentas, todos somos complejamente diferentes y difíciles, y esto es algo con lo que todos tenemos que aprender a convivir.
Por Judith Midence, de Guatemala.
Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca. De modo que te rejuvenezcas como el águila. Salmo 103:1-5 RVR60
Uno de mis Salmos favoritos es el 103, expresa de una manera muy poética toda la gratitud que como seres humanos debemos a nuestro creador por la perfección de su amor y misericordia.
Meditando precisamente en este hermoso Salmo escribí este artículo que hoy quiero compartirte.
Me ha tomado tiempo reflexionar y darme cuenta que soy una persona sumamente bendecida.
Aunque en mi día a día suceden cosas que no me agradan en su totalidad, siempre veo la mano misericordiosa de Dios en medio de todo.
También he descubierto que en muchas ocasiones dentro del dolor se encuentran los placeres más profundos, las verdades más complejas y la felicidad más certera, ya que en esos momentos es cuando nos permitimos sentir cada una de nuestras emociones y en algunos momentos buscamos procesarlas con sensatez y madurez.
Con esta pequeña reflexión te quiero invitar a la introspección. A que veamos que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para afrontar las etapas más complicadas de la vida. Nos ha dado emociones, sentimientos, sabiduría, amor y lo más importante, nos ha dado consuelo y esperanza a través de la muerte de su hijo en la cruz. Gracias a Jesús es que encontramos paz en medio de las tormentas. Gracias a Jesús es que tenemos certeza en las promesas de vida eterna.
En esta vida habrá muchas dificultades, tristezas y amarguras. Pero Dios nos promete una vida eterna libre de todo mal, en donde ya no habrá más preocupaciones y malestares.
Por ahora, en lo que continuamos en este mundo, te invito a ver las cosas de una manera más agradecida. No des por hecho todo aquello que parece normal o rutinario. Agradece por tu familia, tus amigos, la naturaleza, el aire que respiramos y el Sol que día a día sale a pintar el amanecer.
Al ver las cosas con este filtro más alegre, como una persona que confía en Dios, te aseguro que podrás enfrentar los problemas de una mejor manera, confiando en el salvador Jesucristo, quien tiene el control de todo lo que pueda suceder.
Así es como podemos alabar y bendecir a Dios por todo lo que Él hace y seguirá haciendo en tu vida… Por esta razón podemos esperar tranquilos los nuevos días, meses y semanas, alabando a Dios sin olvidar ninguna de las bendiciones que Él pone en nuestra vida.
Por Zuli Crespo – de Panamá
Ya estamos guardando los adornos navideños que con tantas ganas sacamos del armario, empaquetando la vajilla que exhibimos con orgullo en esa cena navideña que con tanto esmero preparamos, ya estamos aprovechando los regalos que recibimos y que nos trajeron tanta sorpresa y alegría.
Estamos a punto de dejar atrás una breve época que se fue en un cierre de ojos, una época en la que nos adentramos en una corriente vigorosa de compras y fiestas.
Pero, ¿qué queda después de todo eso? ¿Nos servirá algo de ese fervor como motor propulsor para empezar un nuevo año que se presenta como un camino desconocido? ¿O nos moveremos con la misma emoción, mirando con un brillo misterioso hacia un futuro que puede regalarnos maravillosas experiencias?
Sea cual sea la respuesta, no podemos escondernos del hecho de que entraremos en un nuevo tiempo en el que gran parte de lo que vivamos será consecuencia de nuestras decisiones. ¡Este es el día! Es momento de respirar profundamente y decirnos a nosotros mismos que, pase lo que pase, de todas esas situaciones difíciles que el año 2023 nos dejó, así como todos los años anteriores, somos más fuertes y sabios, y que usaremos todas esas circunstancias para dar con valor y esperanza pasos confiados en un camino que será llano unas veces y pedregoso otras, pero del que no tendremos miedo, porque podemos estar seguros de que no estaremos solos.
Toma la mano que extiende Aquél que vino en un pesebre, extendió sus brazos en una cruz y te abraza en una gloriosa resurrección. Toma esa mano que con profundo amor jamás te soltará y no permitas que la preocupación o el miedo que te azotaron tiempo atrás te arrebaten la oportunidad de sonreír y ver ese futuro con tanta ilusión como cuando éramos niños y recibimos nuestro primer regalo de Navidad.
Por Omega Martínez, Directora CPTLN México
“¡Salvación por mí y por todos mis amigos!” … Es una frase que usaba en un juego de niños en donde quedábamos inmóviles, como estatuas; el compañero más rápido y hábil podía salvarse a sí mismo y no solo eso, ¡También a los más pequeños, débiles, indefensos, todos sus amigos! ¡Wow! Ahora todos estamos habilitados para una segunda oportunidad, más tiempo para mejorar y ahora ¿Por qué no? ¡Ayudar a mis amigos!
Era un juego casi interminable y muy divertido, siempre podíamos estar seguros de que alguien estaría ahí para salvarnos y continuar…
Pero, ¿qué sucede ahora? Las cosas han cambiado bastante, ¿no es así? Estamos ocupados en nuestras vidas, en la escuela, la familia, el trabajo difícilmente puedo salvarme ¿Cómo me ocuparé de alguien más?, o tal vez pensamos “Yo no necesito de nadie, solo me las he arreglado muy bien”. ¿Qué sucedió? ¿Cuándo cambiaron tanto las cosas? ¿Dónde están esos amigos en quienes confiaba? ¿Ellos confiaban en mí? ¿Cuándo comencé a ser tan indiferente?
La verdad es que los reveses de la vida me han enseñado que el hombre no está hecho para vivir solo, a veces pensamos que no necesitamos nada de nadie, que somos capaces de resolver cualquier problema y en cierta forma es cierto, tenemos capacidad de resolución de conflictos, pero hay momentos en donde la vida nos revela nuestra incapacidad ante ciertas situaciones, que necesitamos que alguien nos “tienda una mano” generalmente, nuestra primera red de apoyo es la familia y a veces un buen amigo.
Ahora la pregunta es la siguiente: ¿Somos agradecidos con las personas que nos «salvan». ¿Por cuánto tiempo estamos dispuestos a tender la mano? Espero que la respuesta sea sí, y es que pedir ayuda y aceptar que la necesitamos no siempre es fácil, es más sencillo ser indiferentes, y después de varios tumbos, bajar la guardia y reconocer que no estamos solos.
Ser agradecido, nunca está fuera de tiempo, hay muchas cosas que damos por sentado que así son porque nos acostumbramos a ellas, qué te parece dar gracias por la vida, los sentidos, por nuestros padres que nos regañan constantemente, nuestros abuelos, el trabajo, incluso si no me gusta, por los alimentos … tal vez con una enfermedad, pero con la esperanza de un amanecer nuevo.
Hoy las cosas no son tan distintas de cuando jugabas y gritabas “Salvación por mí y por todos mis amigos”, también ahora, puedes estar seguro de que hay alguien que está dispuesto, esperándote, buscándote una y otra vez para ser cercano a ti y salvarte, ese es Cristo quien quiere darte todo lo que es él para acompañarte cada día. ¿Salvarte de qué? De esas conductas auto destructivas, de la soledad, de la tristeza y desesperanza, quiere que recobres la alegría confiando en él y su obra, teniendo certeza que él está en medio de las dificultades pendiente de ti para acompañarte y guardarte todos los días de tu vida.
Conoce nuestro contenido sobre «La bendición de Perdonar»
Por Victoria Aviles – CPTLN México.
Parece que al acercarse el fin de año comenzamos a experimentar una mezcla de emociones muy intensas.
Para algunas personas el año se cierra con nostalgia, pérdidas, desamor, etc., Para otras con oportunidades, alegrías y logros. Lo cierto es que para todos el cierre e inicio de año representa algo, UN CAMBIO.
Y esto puede traernos ilusión o miedo; pero la realidad es que en cada uno de estos 12 meses viene expectativas, sueños, anhelos, deseos y metas que nos gustaría cumplir o ver cómo se realizan; en ocasiones tenemos respuestas que van de acuerdo con nuestros planes, pero en otras tenemos respuestas que nos confrontan, nos redireccionan y nos hacen plantearnos nuevamente nuestros objetivos.
Cada año que nos es permitido vivir, tiene cosas maravillosas, momentos que disfrutamos, tiempo que compartimos, experiencias y aprendizajes, aún en los momentos difíciles que atravesamos; podemos encontrarnos con nuevas oportunidades, fortalezas y personas que en el camino nos alivian y consuelan y cada una de estas cosas que sentimos, nos recuerda algo muy importante , se nos sigue concediendo la VIDA.
Si en este tiempo te encuentras abrumado, confundido, ansioso, triste y desconcertado por terminar este año e iniciar uno nuevo, te animo a que recuerdes esta promesa de Dios:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:6-7)
Que hoy la paz de Dios inunde tu vida y te permita gozarte en este fin de año y que el inicio del año venidero lo recibas con amor y fe, confiando en que cada cosa que nos es permitida vivir, nos forma y prepara para las cosas venideras.
Que cada vivencia la atesores en tu corazón, confiando en que al final de esta vida, nuestros recuerdos perdurarán en las personas que conocimos, en las enseñanzas que transmitimos, en las formas que ayudamos, en el testimonio que brindamos y que de esta manera todo ese amor que damos y nos es dado; nos animen a recibir con gozo un nuevo año.
Conoce nuestro contenido sobre «Las Preocupaciones».
“¡Existe la posibilidad de que muera!”
Eso fue lo primero que Isa pensó al recibir la noticia de que su madre había sido diagnosticada con Cáncer de Mama.
El camino no fue sencillo, el miedo existía y los acompañaba en cada parte del proceso, en donde el cansancio y agotamiento abordaron la misma ruta.
Hubo cambios drásticos en la vida de Isa y su familia, puesto que nuevas actividades se sumaban a la rutina: cuidados especiales, quimioterapias, consultas continuas con el médico, permisos para faltar al trabajo, gastos imprevistos, etc.
Mantener una buena cara frente a la enfermedad, no siempre fue posible, pero sin duda, el hecho de que su familia trabajara en equipo y juntos llevaran las angustias, preocupaciones, miedos y pensamientos fatales, aliviaba la carga de sentimientos y emociones, así como el cansancio físico que esto producía.
Por otra parte, el apoyo moral, espiritual y a veces hasta económico que el resto de su familia ofrecía, hizo que se unieran más y juntos pudieran enfrentar el cáncer.
Cada semana se reunían a orar a Dios y pedirle misericordia para su madre, esto los ayudó a confiar en la voluntad de nuestro Padre Celestial y descansar en sus promesas de vida eterna, pese a cualquier escenario que pudieran enfrentar…
Hoy, han pasado muchos años desde que Isa y su familia afrontaron ese difícil capítulo en sus vidas. Gracias a Dios, su madre sanó y ahora continúa con su vida de manera cotidiana.
A veces creemos que estamos solos cuando los problemas y enfermedades graves se presentan, pero no es así. Dios nos acompaña y manda a personas a caminar de nuestro lado durante este proceso; como amigos, familiares y más personas que sufren lo mismo.
Enfrentar el cáncer de la mano de Dios y de su familia, hizo una gran diferencia para Isa.
Fragmentos de la entrevista «Mi madre tiene Cáncer de mama, ¿y ahora qué hago?», realizada a Isabel Zuñiga, por CPTLN México.
Conoce nuestro contenido sobre «Cáncer: ¿sentencia u oportunidad?»
Por Porfírio Franco Cortes, de Panamá
Con un rostro ensombrecido por la carga de malas experiencias y la impotencia de vivir en una realidad que no puede cambiar, Ana lleva a sus dos hijos a la escuela teniendo siempre presente la lista de tareas que debe realizar en la mañana… en la tarde debe participar en dos reuniones escolares, retirar a sus hijos de la escuela, pasar al supermercado, correr a preparar la cena, para luego, visitar a su madre. Todo esto es para ella una gran carga que lleva a cuestas.
Al atardecer, después de discutir con el conserje de la escuela, por su tardanza, viaja en auto con su hijo David, de 5 años. El pequeño David, luego de tratar de llamar la atención de su madre, le reclama “Mami, ¿porqué siempre estás enojada?”, para quedar en silencio, entreteniéndose con las gotas de la llovizna que se escurrían por la ventana del auto.
Esas palabras de David retumbaron en la mente de Ana, “siempre estás enojada”, y no era él el primero en decirlas, ya se las había dicho a gritos su madre, se las repetía el padre de sus hijos – de quien lleva dos años separada -, y también se las dijo algunas veces la cajera del supermercado. Ana no podía evitarlo, no tenía forma de explicarlo, “siempre estaba enojada”.
¡Pero cómo no estar enojada! A sus 29 años, con dos hijos, con la responsabilidad de cuidar de su madre, y atender su trabajo de medio tiempo en el pequeño centro comercial del pueblo. Ana retornaba en sus recuerdos lejanos de sus tiempos de estudiante secundaria y sus primeros años universitarios; era la chica feliz, el alma de la fiesta, la joven que miraba al futuro con la esperanza de cambiarlo todo. Ahora, era la madre soltera que clamaba a gritos por ayuda, cargada de rencores y ansiedades por las cuales culpaba a la vida.
De pronto, las sirenas de policía empiezan a sonar, el tránsito se detiene, y asomando su cabeza por la ventana pudo divisar una mujer indigente, a quien en ocasiones saludaba, que había sido atropellada gravemente. Este evento arranca a Ana de sus ensoñaciones del pasado, se estaciona y baja del auto con intención de ayudar en algo. Junto a la mujer herida, está su hijo, de unos 8 años, llorando desconsoladamente. Apenas pudo escuchar unas palabras entrecortadas que la mujer decía a su pequeño, “Lo siento mucho… intenta perdonar a tu padre… actúa con bondad… porque el Señor está contigo.”
Para Ana, esta mujer debería estar muy enojada, pero en vez de reclamar, pedía a su hijo que perdonara. Por unos instantes, Ana vio una perspectiva totalmente distinta de la vida, aquella en que empatizamos con otros y nos sentimos agradecidos con lo poco o mucho que tenemos, aquella que nos permite ver las bendiciones con las que contamos y no reconocemos.
En el libro de los Hechos, en la Biblia, Esteban era mortalmente apedreado por predicar la fe, y aún en medio del dolor y la agonía, clamó, “Señor no les tomes en cuenta este pecado.” (Hechos 7:54-60)
¡Qué chocante! Cómo podrían salir estas palabras de la boca de una persona en semejante situación.
Y es que al perdonar, somos librados de una serie de cargas emocionales; al perdonar, entendemos y abrazamos mejor el perdón que Dios nos da; al perdonar, dejamos de miramos como víctimas y comenzamos a vernos como Dios nos ve, restaurados y colmados de vida y esperanza.
La historia misma de Jesús está anclada al concepto del perdón absoluto, gracias al profundo amor que Dios muestra hacia nosotros.
Quien entiende que ya ha sido perdonado, se siente motivado a perdonar y es libre para vivir mejor.
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Cuando escuchamos la palabra violencia, podemos imaginar diferentes escenarios y pensar en muchas situaciones diferentes; y es que la violencia en el mundo ha llegado a niveles preocupantes.
Pero, ¿en dónde se origina la violencia?, ¿qué nos lleva a comportarnos con rabia y odio los unos contra los otros, o contra otras especies? Aunque me gustaría tener una respuesta certera, temo pensar que no es así. Lo que sí creo es que la intolerancia, la desesperación, la frustración, el dolor, la impotencia y el enojo, son emociones que experimentamos en algún momento de nuestra vida y que forman parte de nuestra naturaleza humana.
Y es que estas emociones pueden llevarnos a generar violencia, y aunque podríamos pensar solo en algo físico, como golpes; la violencia también se puede manifestar de una forma verbal, psicológica, económica o sexual. La falta de tolerancia hacia nuestro prójimo nos hunde en un profundo abismo, que nos destruye completamente.
Reflexionemos, ¿cuántas veces hemos sido intolerantes?, ¿cuántas veces hemos pensado en la violencia como una solución a alguna situación?… creo que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido sumergidos profundamente en estas emociones.
En la Biblia encontramos que las enseñanzas de Jesús están dirigidas hacia el amor, y es que, cuánta falta hace en el mundo que vivimos, ese sentimiento del que constantemente hablamos, que muchos hemos sentido, que algunos quieren experimentar, que pareciera tan pequeño e insignificante con sus cuatro letras, pero que engloba tantas y tantas cosas que no podríamos terminar de hablar hoy… A M O R cuán maravilloso sería amarnos a nosotros mismos y los unos a los otros.
Es por esto que en estos tiempos donde parece que la violencia va en aumento, hay que tener esperanza, y permanecer en el amor; ya que estos también forman parte de nuestra vida diaria, “Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados” (1Pedro 4.8). Estas bellas palabras no sólo nos dan el mandato de amarnos, sino que nos llevan a descansar en la promesa, de que el amor cubrirá todo aquello que por naturaleza nace en nuestros corazones.
Así que nos conviene amar, así como Jesús nos amó, ver el mundo y a nuestro prójimo a través de los ojos del amor, nos dará un distinto panorama, tal vez sea difícil, y un camino de mucho aprendizaje, pero aún en los tropiezos hay oportunidad.
AMA, porque es el amor, el que nos ha salvado.
Por Neftalí García, Pastor en Ciudad de México
Terminar un año, siempre nos invita a reflexionar sobre las experiencias que hemos vivido.
365 días con momentos buenos y malos.
Al parecer, en este año, la pandemia ha disminuido y eso nos ha dado la oportunidad de salir de casa y regresar a nuestra “normalidad». Pareciera que después de estar encerrados; ahora podemos ver, valorar y vivir las cosas de una manera diferente.
Volvimos a ir al supermercado, asistimos a conciertos, disfrutamos partidos de futbol, incluso nos sentamos a la mesa con otros familiares, vimos su rostro fuera de una pantalla y sin necesidad de utilizar cubrebocas… Todos estos son motivos por los cuales debemos ser agradecidos.
Ser agradecido, es apreciar los detalles más pequeños de la vida; un rayo de sol, una gota de lluvia, un suspiro al viento, la sonrisa de un ser querido… ¡Cuánto hemos disfrutado este año!
Dios nos ha dado 365 días, y en cada uno de ellos nos ha acompañado, incluso en los momentos que parecieran tristes o difíciles, Él nos ha tomado en sus manos, nos ha cuidado y consolado.
¡Tenemos tanto que agradecer!
Ante la incertidumbre del próximo año, podemos confiar en que tendremos estos pequeños detalles, que nos recuerdan que estamos vivos y que hay mucho por disfrutar.
Recuerda todas las cosas buenas que Dios te ha dado…
Una familia, amigos, un hogar, comida, ropa… y esos pequeños momentos.
Ten la seguridad de que en el año que comienza, Dios estará contigo en todo momento. ¡Agradece todas las cosas y disfrútalas!
Que Dios te bendiga grandemente en este 2023.
¡Feliz y próspero Año Nuevo! Siempre en la compañía del Salvador Jesús.
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Cuando hablamos de acoso escolar podríamos imaginar niños o jóvenes molestándose en forma de juego o broma.
Pero, la realidad es que el acoso va más allá de algo que parece gracioso…
Hostigar, molestar, denigrar, o maltratar de forma física, verbal o psicológica; también son formas de acosar a una persona, y es que lo que para nosotros puede parecer divertido para la otra persona puede ser en un tormento.
Desafortunadamente este tipo de situaciones se han normalizado tanto, que hoy en día no nos sorprende escuchar que alguien decidió cambiar a su hijo de escuela, o que el alumno dejó de asistir, incluso escuchar que alguien se retiró de alguna actividad artística o deportiva porque lo molestaban, y esto es en los casos “menos graves”,
Lamentablemente hay un gran número de personas que han decidido quitarse la vida debido al acoso del que eran víctimas.
Muchas veces este acoso nace dentro del mismo hogar, y se da de una forma tan sutil que no lo notamos; podemos hacer bromas hirientes, o chistes de los rasgos físicos de nuestros familiares, usamos apodos que denotan nuestras características personales, pero en cada una de ellas buscamos resaltar lo que ante nuestros ojos son imperfecciones.
Normalizamos tanto este tipo de comentarios que sin darnos cuenta los hacemos con referencia hacia nosotros mismos.
Que un niño, joven, o un adulto considere quitarse la vida como una salida al acoso, es algo que como sociedad debería preocuparnos y concientizarnos del daño que este tipo de actitudes pueden causar.
Debería llevarnos a reflexionar, arrepentirnos y cambiar estas cosas de las que participamos diariamente consciente o inconscientemente.
Todas las vidas en este mundo son importantes y valiosas, cada ser humano es creado con características, rasgos y peculiaridades únicas que lo forman y le dan una identidad.
Recordar que todos hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios perfecto, puede ayudarnos a desarrollar la empatía que necesita nuestro prójimo.
Pensar en las diferentes situaciones y contextos en los que cada uno de nosotros crece, y vive actualmente, las luchas diarias a las que nos enfrentamos, aquellas cosas que no expresamos, los sentimientos que no podemos ver, la forma en la que asimilamos las cosas, todo lo que va formando nuestro ser.
Permíteme compartir este texto contigo:
Tú hiciste todo mi ser, tanto mis sentimientos como mi cuerpo, desde que me hiciste tomar forma en el vientre de mi madre. Salmos 139:13
Cada uno de nosotros fue creado con especial detalle, con cuidado y amor, por esto es que se vuelve tan importante el poder empatizar y amar a nuestro prójimo, aunque ante nuestros ojos sea tan distinto, tratemos nuestra persona, nuestros amigos, familiares, y conocidos con amor y respeto, seamos esa compañía cálida y segura que siempre quisimos tener.
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Por Julissa Reynoso Díaz – Psicológa y Consejera familiar.
“Querida abuelita:
Ayer escuché que le decías a tus amigas “qué feo es crecer”. Me sorprendí mucho, no hubiera imaginado que sintieras así, pero creo que lo decías porque varias de tus amigas han enfermando, y porque ya no puedes ver bien, y por eso no puedes manejar ….además, dices que tampoco puedes comer lo que antes te gustaba, cómo quisiera hacer algo por ti abuelita! Para que estés contenta, aunque sigas creciendo.”
Después de leer esa pequeña cartita con sus lentes bifocales, Doña Cuquita hizo a un lado la hoja, abrazó largamente a su pequeño nieto de 8 años y le dijo: “ Ya lo estás haciendo, mi niño, eres tan pequeño… y eres mi gran amor que me cura hasta los huesos”.
El niño estaba feliz por el abrazo de su abuelita, aunque un poco preocupado por sus lágrimas, pensaba que le dolía algo, y la sonrisa de su abuela al tratar de tranquilizarlo, fue todo lo que necesitó para estar en paz. Ella tenía la facultad de hacerlo sentir un súper héroe.
Día a día, las personas de la tercera edad enfrentan el deterioro de sus habilidades, la salud se vuelve frágil, su caminar lento y torpe, se olvidan del nombre de las cosas, su estómago soporta menos alimentos, se sienten aislados porque ya no rinden igual, y porque se ven orillados a soportar la impaciencia, la indolencia y el desdén de los más jóvenes, incluso de sus familiares.
Algunos comienzan a sufrir una verdadera hambruna de comprensión, atención y afecto, necesitan el cobijo y el refugio de un corazón dispuesto.
Cada vez que mires a alguien de la tercera edad, mira más allá de las arrugas en el rostro, quizá aún tengas a un abuelito, a lo mejor ya partió a su hogar celestial, pero frente a ti tienes a una fuente de amor inagotable, si bebes de sus aguas podrás sentirte comprendido y tan especial, casi como un héroe , todo a cambio de un gesto amable, un tiempo de atención sincera o simplemente de una sonrisa.
Ten presente que posiblemente, algún día, tendrás la bendición de duplicar su enseñanza, trascendiendo, cómo lo hizo tu abuelo.
“Yo mismo los seguiré llevando, hasta que estén viejos y canosos. Yo los hice, yo los llevaré. Yo los apoyaré y los protegeré.” Isaías 45:6 RVC
Conoce nuestro contenido sobre «La Soledad»
Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Hablar sobre los desafíos que las mujeres enfrentan, día con día, no es algo nuevo…
A lo largo de la historia, las mujeres han encontrado la forma de salir adelante en todos los ámbitos: laborales, familiares, sociales, religiosos, etc.
Y podemos destacar que siempre han existido barreras y limitantes para nosotras, por ejemplo, estándares que cumplir, cánones que llenar, expectativas, comparaciones, y formas de sentirnos realizadas.
En lo personal la frase de “sentirte realizada” no me agrada, para mí denota cierta demanda de lo que una persona debe ser o tener, para poder cumplir con este estatus.
La realidad es que no hay un manual para “realizarnos”, ya que habrá mujeres que anhelen trabajar, y quienes amen ser madre de familia, habrá trabajadoras que anhelen estar en casa, y quienes amen estar en su trabajo, habrá profesionistas que deseen preparase más, y habrá quienes no, pero en cada una de esas vocaciones hay entrega, valor, compromiso y plenitud para cada una de ellas.
La vida no se trata de sentirnos dichosas y felices diariamente, en este mundo todas experimentamos situaciones difíciles y días complicados en los que no encontraremos nuestro lugar, donde el cansancio es grande y la necesidad de ayuda será evidente.
Y ahí en esos días es donde está el verdadero reto, el de dejarnos ayudar, acompañar, tomar el tiempo para descansar, reflexionar, orar, tomar un momento, y disfrutar de tu esencia, de quien en realidad eres y que a veces en medio de todos los quehaceres y la búsqueda de la “realización”; se nos olvida.
Hoy me gustaría compartirte estas palabras de aliento: El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes». Deuteronomio 31:8 NVI
Estas palabras nos fortalecen en los quehaceres diarios que tenemos como mujeres, nos alivia saber que nuestro Padre Celestial nos acompaña y sostiene con amor en medio de todas aquellas dificultades que podamos afrontar, y de igual manera nos pide que creamos en esta promesa, y no temamos ante los retos que se nos presenten.
Recuerda que todos los roles que desempeñamos son importantes.
En cada uno de ellos puedes sentirte plena y valiosa, porque lo eres, porque tu trabajo y esfuerzo es importante, porque lo eres ante los ojos de Dios, tu Padre Celestial, el cual te llama de manera cariñosa SU HIJA AMADA.
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Por: Daniela Von Mühlen, Psicóloga en Manaus – Brasil.
Durante el primer año de la pandemia, las encuestas arrojaron que la mayoría de la gente creía que la humanidad saldría mejor de esa situación, que la gente sería más solidaria, cuidaría más a la naturaleza, la sociedad sería más justa y humanitaria tras la experiencia del confinamiento. .
Pero, ¿la tragedia, las privaciones personales y colectivas, el aislamiento, el dolor, el sufrimiento, la pena, podrían transformar positivamente a una persona o a la humanidad?
¿Hacer que la gente sea más comprensiva y empática?
Ciertamente no somos los mismos que antes de la pandemia; el mundo ha cambiado, pero desafortunadamente, no para mejor.
La investigación actual muestra que, hoy en día, la mayoría de la gente cree que nadie será agradable de la noche a la mañana.
El hecho es que muchas personas todavía se preocupan solo por su placer y su libertad individual, de hecho, el individualismo ahora es más fuerte. El uso de alcohol, drogas y medicamentos ha aumentado durante la pandemia.
Los cambios de rutina, la inestabilidad económica, emocional y profesional afectaron a todos.
La conciencia colectiva no avanzó, al contrario, retrocedió. Aumentó la desigualdad social, disminuyó la calidad de vida, empeoraron los hábitos y el estilo de vida, aumento el número de abusos sexuales, agresiones físicas a niños, mujeres y ancianos, aumento el ausentismo escolar y trabajo infantil y aumentó el número de feminicidios.
Cada día más noticias bizarras, un profesional de la salud que viola a una mujer embarazada y sedada en el momento de su parto parece inimaginable, pero sucede. Un niño encadenado por sus padres en la casa o arrojado por una ventana durante una pelea parece inimaginable, pero sucede. El discurso machista alentado por una institución religiosa que debería promover el amor parece inimaginable, pero sucede.
Si no hacemos nada para cambiar, nada será diferente.
¿Y cuál es tu responsabilidad en todo esto?
Para cambiar el mundo, primero debemos cambiarnos a nosotros mismos. La diferencia comienza desde adentro hacia afuera. Comienza por observar tu comportamiento, tus ideas, tus palabras.
Necesitamos volver a aprender a vivir de una manera saludable. Observar no solo los derechos, sino también los deberes. Evaluar y respetar los límites de cada persona.
Que nuestro buen Dios se apiade de la humanidad y nos dé sabiduría, paciencia y persistencia para hacer el bien. Que cultivemos la gratitud y el perdón. Que tengamos responsabilidades y compromiso con nuestro presente y futuro.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. (Salmo 51:10-12)
Por Gerson Dieter Prates, Teólogo y Maestro en Educación.
No hay un solo tipo de joven. Todos crecemos en diferentes lugares y condiciones. Además, hay cuestiones de época; por ejemplo, escuche la época en que los jóvenes eran tratados básicamente como seres inacabados que solo se completarían cuando llegaran a la edad adulta. Cuando lograron la independencia económica y asumieron responsabilidades familiares y sociales.
Así, este joven sujeto fue casi invisible y precipitadamente clasificado en una denominada fase de rebeldía e inmadurez. ¿Es hoy?
Los jóvenes contemporáneos han llegado a ocupar uno de los espacios más destacados en nuestro mundo globalizado y en las tecnologías vinculadas a internet. Ellos son los que se mueven cada vez más y con gran destreza en el territorio del mundo virtual y remoto, el ciberespacio.
Y, en este espacio, circulan los principales pensamientos y valores vividos y compartidos a nivel mundial en la actualidad. Asimismo, podemos decir que el mundo ha pasado de ser “de paredes” (ejemplo: comercio físico, educación presencial, iglesia física) a ser “de redes” (ejemplo: comercio virtual, educación a distancia, iglesia virtual y metaverso).
Pero si, por un lado, se han vuelto visibles y socialmente importantes, por otro lado, esto no significa que nuestros jóvenes no necesiten ser escuchados en sus necesidades actuales.
Creo que es importante partir de la reflexión de que hay jóvenes diferentes y en contextos diferentes. ¿De qué joven estamos hablando?
Quienes viven en un barrio de clase media en una ciudad (metrópolis) viven en condiciones diferentes a las de la periferia. Alguien que goza de buena salud tiene experiencias diferentes a las de alguien que necesita asistencia médica constantemente. Alguien que tiene acceso a una educación de calidad tiene diferentes oportunidades que alguien que tiene que abandonar la escuela para ayudar a mantener a la familia. Quienes reciben una marcada orientación religiosa tienen valores éticos y morales diferentes a quienes crecieron en un ambiente antirreligioso, o sin este tipo de orientación.
Así, los dilemas se amplifican porque los jóvenes se desarrollan en formas culturalmente desiguales y en espacios diferentes.
Si eres alguien que se preocupa sinceramente y está dispuesto a actuar en favor de las necesidades de nuestros jóvenes y darles voz, seguramente Dios te bendecirá con sabiduría y condiciones para ello. De hecho, la Biblia advierte que los adultos saben comportarse correctamente en el trato con los jóvenes; cuando dijo: «…no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten». – Colosenses 3:21.
Es decir, que empaticen con las necesidades de los jóvenes para comprenderlos a partir de sus diversas y actuales condiciones. Y así, actuar apropiadamente.
Ahora bien, para los jóvenes que se manifiestan en la contemporaneidad, está la guía inmutable de la Palabra de Dios, que dice: “Jóvenes, disfrutad de vuestra juventud y sed felices mientras sois jóvenes. Haz lo que quieras y sigue los deseos de tu corazón. Pero recuerda una cosa: Dios te juzgará por todo lo que hagas. No dejéis que nada os inquiete ni os haga sufrir, porque la juventud es efímera”. – Eclesiastés 11:9-10.
En otras palabras, tú que eres joven, asegúrate de vivir intensamente la fuerza de la juventud y, al mismo tiempo, úsala tanto como puedas para glorificar a Dios y llevar a más personas a Jesús. No malgastes tu tiempo y la fuerza de tu edad en tonterías.
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Parece que el término “tóxico” se ha puesto de moda hoy en día.
Cuando hablamos de algo que es tóxico, nos referimos a algo que contiene veneno o puede dañarnos.
Y es justamente lo que actualmente vivimos, las relaciones se ven dañadas por nuestro pecado, pareciera que engañar, mentir, traicionar, herir, abandonar y dañar ya no es tan malo, o al menos eso nos gusta creer, y cuando digo relaciones no me refiero a vínculos amorosos únicamente, también hay vínculos afectivos; laborales y personales que entran dentro de esta categoría.
Y tal vez conforme avanzamos en este blog, la palabra “tóxico” ya tiene un rostro y un nombre en tu mente, puede ser un amigo, un ex novio o novia, tu esposo o esposa, un conocido, un compañero de trabajo, o en dado caso tu mismo rostro y que difícil es darnos cuenta de que nuestras relaciones se han visto dañadas por nuestras acciones o las de otras personas.
Al seguir leyendo, podemos hacernos algunas preguntas:
¿A quién he lastimado?, ¿quién me ha lastimado?, ¿qué consecuencia tuvo el daño que causé?, ¿qué daño me hicieron?, ¿cuál fue el motivo que me llevó a actuar así? ¿Cuáles eran las intenciones?
Pero hay dos preguntas que tal vez no nos hemos hecho, y que podrían ayudarnos a cambiar el panorama de la situación, y a sanar aquello que nos ha o está hiriendo…
¿Pedí perdón por lo que hice?, ¿estoy dispuesto a perdonar lo que me hicieron?
El hacernos estas preguntas, nos lleva a reflexionar profundamente, nos ayuda a mirarnos y a mirar a los demás desde una perspectiva de amor y no de dolor.
Cuando sientas que no te es posible perdonar, o pedir perdón recuerda el siguiente pasaje: El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide. Proverbios 17:9.
Como dice el texto; procuremos cultivar relaciones basadas en amor, sin olvidar que esto no significa que no tendremos adversidades, o desacuerdos, es cierto que no es una tarea fácil, “cultivar” es una palabra que implica muchas acciones; pero cuando amamos; el perdón y la reconciliación son más fáciles de practicar, cuando vivimos en amor aprendemos a reconocer que todos tenemos errores, que diariamente fallamos y que podemos equivocarnos.
Recuerda que cada uno de nosotros recibe un amor interminable, un amor inagotable que procede del cielo por medio de Cristo Jesús, que nos cambia la vida, que nos devuelve la alegría, que nos restaura, nos abraza, nos apapacha, y nos muestra que nuestras relaciones deben aliviar, confortar, alentar, enseñar, animar y sanar, regresándonos la esperanza de que en el camino el amor siempre nos sostiene.
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Por: Antonio Schimpf – Pastor y profesor de Teología en Buenos Aires, Argentina.
Una vez más el mundo sufre a causa de una guerra. Sucede lejos, podemos decir. No me afecta directamente, podemos pensar. Pero, queramos o no, una invasión como la que sufre Ucrania no nos deja indiferentes. En un mundo interconectado, por más que se intente bloquear la información, llegan a nosotros imágenes espantosas de destrucción y sufrimiento.
Si somos personas con empatía, si aún no hemos caído en el cinismo ni la indiferencia, lo que vemos y oímos no puede dejar de sacudirnos. Y lo peor es la incertidumbre que rodea cada conflicto bélico. Se sabe cuándo comienza, pero no cuándo termina. Muchas grandes guerras comenzaron como pequeños conflictos regionales, pero luego se extendieron en la geografía y en el tiempo, arrasando miles o millones de vidas. Sabiendo, además, que Rusia posee un arsenal nuclear poderosísimo, no nos deja tranquilos pensar que alguien en un momento de desquicio intente apretar el botón equivocado.
De modo que a las preocupaciones cotidianas se agrega una más, porque hay cierto riesgo de que la situación escale y se transforme en amenaza para muchos, incluso, para nosotros que lo vivimos a cierta distancia.
¿Qué podemos hacer los cristianos en tiempos de guerra?
Todos estamos invitados, en primer lugar, a elevar nuestra voz a Dios para que los países involucrados encuentren un camino de diálogo y de paz. Ucrania y Rusia son países hermanados y cercanos.
Quizá los mismos pueblos terminen presionando sobre sus líderes para que cese la guerra y se busquen los acuerdos y la paz. Además de orar, tenemos la oportunidad de reflexionar en los dramas propios de nuestra naturaleza humana caída, en la que los conflictos y las diferencias suelen ser parte de nuestra realidad cotidiana. Hemos de aprender y practicar la tolerancia, el perdón, la empatía, el diálogo, convivir con la diferencia, tender puentes con humildad.
Por último, es un tiempo para reemplazar el temor y la angustia por la confianza en el único Dios que nos provee el camino de paz a través de su Hijo Jesucristo. El profeta Isaías anticipa ese tiempo maravilloso en el cual el anhelo de paz se hará realidad: Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra (Is 2:4).
Es el mismo Isaías quien, al anticipar la venida de Jesucristo, lo describe de manera tan maravillosa: Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Is 9:6). Con Él comienza la paz en nuestro interior.
Con Él la paz trasciende y se contagia a nuestro pequeño mundo de relaciones. Con Él la paz perdura en medio de ataques y conflictos. Con Él, la paz eterna y definitiva se anticipa aquí y ahora.
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Por Julissa Reynoso, Psicóloga y Consejera Bíblica Familiar
Si nuestros pensamientos fabricaran caminos, ¿cuáles serían los destinos principales?, y qué caminos serían los más transitados?
Si nuestras emociones, y nuestras ideas también crearan rutas, ¿cuáles serían los lugares a los que finalmente llegarían?
Tenemos muchos hábitos. Hasta en las cosas a las que les ponemos más atención, nuestra mente decide ignorar ciertos asuntos que bien pueden ser recuerdos, personas, conocimientos, hechos… ¡uf! …ojalá fueran resentimientos, inseguridades, flaquezas y afines, pero lamentablemente no todo lo que ignoramos es lo que debiéramos soltar, y aquello a lo que le ponemos atención no siempre es lo que más nos conviene.
Para establecer prioridades es necesario un reconocimiento honesto del lugar en el que nos encontramos en varios aspectos, por ejemplo: salud espiritual, física, mental, emocional y social, aspecto familiar, laboral o escolar, y personal, …Después de ese reconocimiento en el que podemos identificar nuestro grado de satisfacción, es cuando lograremos darnos cuenta de qué es lo que necesitamos para estar satisfechos y en completa paz con nosotros mismos y, también podremos descubrir aquello que deseamos con gran anhelo.
Muchas veces creemos que queremos algo, porque le hemos puesto demasiada atención y no reparamos en el descuido que hemos tenido en asuntos importantes de nuestra vida, quizá porque hemos sentido excesiva confianza, creyendo que contamos con lo que tenemos de manera inagotable, o porque no hemos tenido oportunidad de extrañarlo.
Antes de establecer tus objetivos, sé muy claro en tus prioridades, la congruencia debe comenzar con la coherencia: Primero lo primero. Lo más preciado en nuestra vida es el tiempo, y este es finito para cada quien, un día …simplemente terminará, esta es entonces, una de las reflexiones más cruciales que tienes que hacer. Así reconocerás hacia donde está el norte en la brújula de tu existencia. Gracias a dios, los recursos suficientes y necesarios, los tenemos, ahora a trabajar.
Te sugiero realizar el siguiente ejercicio:
Enumera jerárquicamente lo más importante en tu vida: valores, relaciones, actividades (tanto aquellas que son por compromiso como aquellas que son por gusto) y dales un valor de satisfacción (puede ser del 1 al 10).
Llevar a cabo este ejercicio, te ayudará a identificar las cosas que urgen, a saber cuáles son las cosas a las que pones más atención y qué cosas pueden esperar un poco.
De modo personal, te sugiero cuides que tus prioridades se basen en valores incorruptibles, de esa manera, tu mente, corazón y espíritu estarán a salvo, en realidad es un consejo escrito en un gran libro: La Biblia.
“No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan. Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan. Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Mateo 6:19-21 RVC
Tomando en cuenta esto, enfoca tu rumbo en el “norte”, disfruta el paisaje, pero no desvíes la concentración de tu brújula.
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Tengo que admitir, que escribir este tema no fue sencillo…
Actualmente me encuentro en el proceso de aprendizaje después de un suceso difícil en mi vida; y debo confesar, que esto me llevó a reflexionar el hecho de que, no siempre aprendemos equivocándonos, si no que también aprendemos de las situaciones diarias, de las pérdidas, las circunstancias, la enfermedad, las traiciones, el abandono, el dolor, el desamor, … todas las circunstancias nos enseñan algo.
A veces las personas cometen errores o toman decisiones que nos pueden causar un gran dolor, y es en medio de esto que tenemos la oportunidad de aprender y cambiar. Estas circunstancias nos enseñan acerca de nuestra capacidad de amar, de perdonar, de continuar, de confiar, y de esperar; si nosotros nos quedamos enganchados al dolor, al sufrimiento, al rencor y a la culpa, no habremos aprendido nada bueno y eso nos impedirá seguir.
Ningún proceso es sencillo, no hay una fórmula para que el dolor no nos afecte y es que cada individuo lo vive de manera diferente. Algunos sentimos que el temor y el dolor nos paralizan, otros debemos pasar por la misma situación varias veces antes de aprender, otros lo asimilan de forma más rápida, pero la realidad es que todos atravesamos situaciones que nos dejan un aprendizaje, y esas mismas situaciones nos han ayudado a sobrellevar otras distintas, y todas ellas nos seguirán ayudando en un futuro; porque es cierto que en este mundo tendremos aflicciones, pero también tenemos esta hermosa promesa que me encantaría compartirte:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.10 – RVR60).
No temamos, ni desmayemos ante las situaciones que estemos atravesando, ya sea por un error nuestro, o de alguien a quien amamos, sea cual sea la circunstancia, confiemos en que nuestro Padre Celestial se encuentra con nosotros en medio de las pruebas, Él nos sostiene y nos ayuda a llevar nuestras cargas.
Recuerda que nuestra vida no puede mantenerse estática, tendremos altas y bajas, pasaremos por momentos de alegría, de aflicción, de espera y de silencio.
Si hoy te encuentras en el proceso de reencontrarte con tu identidad de hijo de Dios, si hoy sientes que has caído, permite que el Señor te levante, te sostenga y te esfuerce.
No dejes que los errores entristezcan tu alma, o turben tu corazón, en medio de cada circunstancia, Dios te dará las fuerzas para salir adelante.
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Muchas personas definen la ansiedad como miedo al futuro, o a situaciones que aún no acontecen. Si tuviéramos que definir el termino “ansiedad”, seguramente no tendríamos las palabras suficientes, esto se debe a que cada persona lo vive de diferente manera.
Personalmente puedo compartirles que me he encontrado ante muchas situaciones de ansiedad. La incertidumbre frente a lo que pueda pasar (o no…), o el miedo de no tener el control sobre las situaciones actuales o futuras; puedan llevarnos a desesperar y en algunos casos enfermar, y es que es lógico que tengamos el deseo de saber con certeza si todo lo que hacemos “saldrá bien”.
Pero, ¿qué significa para nosotros que saldrá bien?… tal vez que todo salga como yo lo he planeado, como lo anhelo, o de tal forma que me beneficie; pero si todo saliera a nuestro favor, ¿cómo podríamos aprender de las experiencias?, ¿cómo podríamos ser empáticos, ser acompañados o acompañar en momentos de aflicción?
Aunque las situaciones diarias nos generen ansiedad, es verdad que todo aquello que sucede en nuestra vida nos deja un aprendizaje, forja nuestro carácter, nos da experiencia, nos vuelve empáticos, nos enseña a confiar, y a esperar.
Y que difícil nos resulta “esperar”, aunque es una palabra pequeña y que usamos constantemente; cuando la ponemos en práctica se vuelve algo complicada, puede convertirse es una lucha diaria entre nuestros anhelos y los propósitos de Dios en nuestra vida, dejar que él haga su voluntad y no la nuestra nos puede llevar a la desesperanza y ponernos ansiosos por las situaciones del mañana; si el día de hoy sientes que la ansiedad, y la desesperanza te sobrepasan; permíteme compartir contigo este hermoso pasaje: “En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría.” Salmos 94:19
Esto no quiere decir que dejaremos de tener preocupaciones, aflicciones o sentir ansiedad por el mañana; pero si tenemos un Dios que lleva todas nuestras cargas, que cuida de nuestros pensamientos, que nos consuela y acompaña en todos estos momentos; y en él podemos descansar y encontrar esa alegría que nos permite vivir confiados.
Cuando te sientas ansioso; espera en el Señor, esto te permitirá disfrutar de lo que sí tienes, a agradecer por todo aquello que en amor te ha sido dado, a esperar en el silencio y agradecer por todo aquello que también en amor te ha sido negado; confía y anda por fe; para que diariamente al finalizar el día puedas decir con certeza: En mi angustia clame al Señor, y Él me respondió.
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Por Elton Fischer – Capellán de la Universidad de Carazinho \ RS – Brasil.
La oración anterior es parte de un cómic de Snoopy. Snoopy y Charlie Brown están sentados junto a un lago, reflexionando sobre la brevedad de la vida. Entonces Charlie Brown le dice a Snoopy: «Algún día todos moriremos, Snoopy». A lo que Snoopy responde: «Es cierto, pero no cada dos días».
Estamos en un mes en el que reflexionamos sobre el tema de la muerte, la brevedad de la vida, la pérdida de seres queridos, recuerdos que se quedaron en silencio dentro de nosotros cuando alguien a quien amamos se fue.
La mortalidad es un hecho. La Biblia misma dice: «Entonces nuestro cuerpo volverá al polvo de la tierra, de donde vino, y nuestro espíritu volverá a Dios, quien lo dio». (Eclesiastés 12.7)
Sin embargo, el hecho de que vayamos a morir no debería ser una justificación para desperdiciar nuestra vida con odio, rencor, dolor, tristeza, intolerancia o egoísmo. Al contrario, saber que un día vamos a morir no es más que el final de un ciclo natural y biológico. Y este “más”, marca la diferencia, ya que tenemos todos nuestros días para vivir y celebrar, más aún, cuando por fe sabemos que no estamos solos.
La esperanza de cada amanecer debe hacernos descansar en las manos del Padre sabiendo que si nos despertamos Él estará con nosotros y si no nos despertamos estaremos con Él.
La idea del tiempo tiene diferentes dimensiones para cada uno de nosotros según las fases de nuestra vida. Sin embargo, por mucho que sea el tiempo que nos quede, el paso de la muerte no debe ser un impedimento para vivir una vida plena con alegrías, errores y aciertos, derrotas y victorias, pero con esperanza.
Si tú, como yo, ya has perdido a alguien que amas, trata de guardar en tu interior recuerdos positivos y consejos que puedan acompañarte en tu viaje. Tenemos la gracia de que todavía estamos aquí. Pongamos en práctica la alteridad y el amor por los demás, ya que estamos vivos. Y cuando nos vayamos, que nuestra esperanza esté en las palabras del mismo Maestro: “Porque yo vivo, tú también vivirás” (Juan 14:19).
Conoce nuestro contenido sobre «Superando las pérdidas».
Por Thiago Heine – Psicólogo en Balneário Camboriú – Brasil.
¿Has oído hablar alguna vez de los «síntomas somáticos»?
¿Has sentido dolor sin motivo aparente? ¿O una alergia corporal hace unos días? ¿O síntomas aún más significativos como gastritis, esofagitis y similares? Bueno, estas situaciones pueden tener un origen psicosomático.
Pero, ¿qué es eso?
Es cuando el cuerpo expresa lo que no podemos lograr conscientemente. Los síntomas son físicos, pero la fuente es emocional.
Algunos ejemplos de los síntomas más comunes:
¿Qué podemos hacer al respecto?
Siempre pienso que tenemos la parte física y la psicológica juntas. En otras palabras, aquí hablamos de síntomas más relacionados con la segunda parte, pero asegúrate de buscar también médicos sobre tu salud física, si es necesario. El apoyo de estos profesionales te brindará un apoyo aún mejor.
Y, si los consejos anteriores no son suficientes, no te avergüences de buscar ayuda profesional. Acude a un psicólogo. Estos síntomas físicos, que generan malestar y que no siempre están claramente vinculados a alguna disfunción física en el cuerpo, pueden decir mucho de nuestro mundo interior.
Conoce nuestro contenido sobre «Enfrentando las Enfermedades»
Por Neftalí García, pastor en la Ciudad de México
Hay sorpresas que nos cambian la vida, comúnmente nos alegramos cuando estas sorpresas son algo positivo. Por ejemplo: un regalo, un premio, un embarazo, etc. Cuando sabemos de este tipo de noticias, nos emocionamos, incluso pueden llegar a salir lágrimas de alegría.
Pero no todas las sorpresas son positivas, a veces nos llegan noticias dolorosas, para las cuales no estamos preparados, ¿quién está preparado para una mala noticia? Usualmente vivimos nuestro día a día pensando en que las cosas saldrán tal cual las planeamos.
Una de las sorpresas más desagradables o dolorosas que podemos recibir, es enterarnos de que tenemos una enfermedad crónica o terminal. Al escuchar este tipo de noticias, nuestro mundo y todo lo que planeamos, puede venirse abajo.
Muchas veces solemos culparnos, atemorizarnos, desesperarnos o, incluso, podemos llegar a caer en negación, ya que creemos que nuestra vida está completamente en nuestras manos, creemos tener el control por sobre todas las cosas. Sin embargo, los diagnósticos repentinos nos muestran que no es así, que no podemos tener el completo control de todo, ni siquiera de nuestra vida o de nuestro cuerpo.
Es en esos momentos cuando llega a nuestra puerta la oportunidad de reflexionar y agradecer por lo mucho que hemos sido bendecidos, por el tiempo que hemos disfrutado de una buena salud y de las alegrías que se comparten en familia y con aquellos seres queridos, así como de todo lo bello que existe a nuestro alrededor. Enfrentar una enfermedad crónica o terminal, es menos difícil cuando somos agradecidos.
Recordemos que Dios es quien nos sostiene toda la vida, incluso, en esos momentos difíciles, Él no solamente está presente cuando las sorpresas son positivas, más bien, Él nos acompaña en todo momento, aún cuando las cosas se vuelven complicadas y salen de nuestras manos. Dios siempre tiene el control de todo, Él nos ama y pone todas esas bendiciones, como; nuestra familia, nuestros amigos y seres queridos, para fortalecernos en tiempos difíciles.
Dios en su Palabra nos dice: “Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces.” Jeremías 33:3
Si estás atravesando tiempos difíciles por recibir una sorpresa desagradable, no te desesperes, Dios tiene el control de todo, Él sufrió por ti, llevó en la cruz todo tu dolor, conoce tu necesidad y te asegura que estará a tu lado aún cuando el escenario parezca desolador.
Conoce nuestro contenido sobre «Cáncer: ¿sentencia u oportunidad?»
Por Victoria Aviles, Ciudad de México
Cuando me pidieron hablar sobre juventud, ciertamente me sentí emocionada; pero cuando comencé a escribir, me sentí un poco nostálgica; y es que debo confesarles que… “ya no me sentí tan joven”; pero al comenzar a capturar este texto, pude experimentar como mi corazón y mi alma se alegraban, y entonces comprendí que la juventud es algo más allá de un número…
Y es que cuando hablamos de los jóvenes, podemos pensar en todos los cambios que han sufrido a lo largo de los años, muchas personas comentan acerca de lo diferentes que son ahora, en cuanto a ideas, educación, costumbres, creencias, etc., o podemos imaginar chicos de entre los 14 y 20 años. Fácilmente podríamos enfocarnos en esto y plantear diversas situaciones entorno a la edad o las cosas que han cambiado, pero hoy me gustaría tomar otro rumbo, escribir sobre la juventud que no se rinde a pesar de las adversidades que ha traído la pandemia, los que trabajan día a día por construir sus sueños, los que estudian a pesar del cansancio o las dificultades, los que anhelan un mundo diferente en el cual existan más oportunidades, los que son empáticos, los que aman, los que tienen fe y hablan de ella sin miedo alguno.
Jóvenes que se vuelven testimonios vivos, en su forma de hablar, actuar, en amor y fe; y son estos chicos los que día a día nos motivan a seguir soñando; hablando de esto… recordé un bello pasaje bíblico. “Que nunca te abandonen el amor y la verdad, llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón”– Estas bellas palabras nos recuerdan que aunque las situaciones sean difíciles, tenemos esperanza y un amor inagotable en Cristo Jesús.
Por eso hoy, mi querido lector, me atrevo a animarte a que sigas compartiendo de tus planes, a que no abandones tus sueños y anhelos, a impulsarte a concluir tus proyectos; a seguir siendo ese amigo o amiga leal, a creer en el amor, a cuidar de los animales y el medio ambiente, a buscar nuevas oportunidades, a mandar a otro empleo tu curriculum, a abrazar, a confiar, a reír, a amarte, a sanar todo aquello que te duele, a contemplar el arte, a disfrutar la vida, el calor, la lluvia, todo aquello que te hace feliz, en lo que encuentras calma, lo que te alienta, lo que te inspira y te motiva a mostrar amor; pero especialmente, guarda todo esto en tu corazón, disfruta tu juventud, tu adultez, tu vida… Y es que ser joven no es solo un símbolo de edad; es vivir y sentir todo con las emociones a flor de piel.
No abandones el amor y la verdad, vive una vida digna, comparte con amigos que tengan sueños y valores similares; sé fiel a lo que crees; honra a tus padres, guarda tus caminos, y sobre todo… permite que Dios sea parte de tu historia.
Conoce nuestro contenido acerca de «Tengo pensamientos suicidas, ¿qué hago?»
Por Julissa Reynoso Díaz, Psicóloga y Consejera Bíblica Familiar
Pudo haber sido tu abuelo, pudo haber sido tu papá, o un tío, o un hermano. Él decidió irse de manera definitiva, y ya no puedes hacer nada por él. Cuántas veces te cruzaste en su camino, parecía tan normal, a lo mejor se sentía solo, o triste, a lo mejor estaba enfermo y ya no quería sufrir, quizá tenía problemas económicos muy graves, es posible que le hayan dado una mala noticia, tan mala que no la resistió…si, parecía tan normal… Es inevitable preguntarte si hubieras podido hacer algo, a lo mejor si hubieras conversado con él la vez que te saludó con mirada ansiosa, o si hubieras aceptado jugar ajedrez cuando tenía el tablero listo, esperando a alguien que no llegó, si le hubieras invitado a merendar o desayunar o caminar al parque cercano, ahora ya no hay nada que hacer, pero no puedes dejar de sentirte mal, casi culpable, en medio de tu perplejidad.
Algo que pocos saben es que, a diferencia de los jóvenes, los adultos mayores tienen mayor número de factores que orillan su suicidio, muestran menos señales de sus intenciones, los intentos de autolesiones son escasos, sus métodos son más letales y suelen premeditar cuidadosamente sus actos. A veces solo toman la decisión de dejarse morir (suicidio pasivo).
La conducta suicida puede presentarse como el acto en sí de terminar con su vida, o bien atentar contra ella sin querer realmente lograr ese propósito, en medio de este hecho está el anhelo de llamar la atención y modificar sus circunstancias, a esto se le conoce como parasuicidio.
Por lo general se asume que la depresión y la soledad, es lo que impulsa a una persona de la tercera edad a quitarse la vida. Lo desconcertante es que, para las personas de diversas edades, no les es extraño que un adulto mayor tenga gran necesidad de ser escuchado, que se sienta solo y triste, que esté enfermo y relegado de sus familiares…
Ciertamente, aunque en la lista de factores que propician una decisión tan radical y fatal como el suicidio podemos enunciar: enfermedades físicas, degenerativas, discapacitantes, terminales, dolorosas, pérdidas de seres queridos, de estabilidad económica o laboral, adicciones no superadas, enfermedades mentales como bipolaridad, esquizofrenia, párkinson, estados de ánimo crónicos como aburrimiento, desolación, sentimientos de culpa,…la depresión y la soledad son la causa principal.
El subestimar el estado emocional de la persona mayor, por qué se percibe como una situación ordinaria por causa de su edad, es un síntoma de un mal social, en donde se hace notar que la familiarización con ciertas formas de vida ha endurecido la percepción y el corazón de los que formamos parte. Hay tormentas vecinales, y no sentimos las salpicaduras en nuestra piel. Es necesario despertar nuestro sentir y poner atención.
¿Qué hacer? Como dice 1a. Corintios 16:14 “Hagan todo con amor”
Seamos jardineros de la vida, cultivemos y mostremos amor fraterno, a nuestro alrededor, no únicamente con nuestros seres queridos, sino con los que estén al alcance. Obrar de esta manera revivifica de manera completa, porque beneficia a quien recibe y a quien da, lo mejor de todo es que cuando se despierta la sensibilidad del corazón humano, hacia el amor filial, hacia la hermandad, la especie encuentra una oportunidad …en cualquier etapa de su vida, especialmente para aquellos que ya lo dieron todo.
Conoce nuestro contenido acerca de «Perdí a alguien por causa del suicidio: ¿cómo salir adelante?»
Por Neftalí García, pastor en la Ciudad de México
Como es costumbre, iniciamos cada año con muchas emociones, aunque quizá el 2021 no tanto; personalmente, no tenía muchas expectativas como en años anteriores debido a la situación mundial que nos ha sacudido a todos… La forma de trabajar y de vivir ha cambiado mucho últimamente.
Aunque es costumbre, al inicio de un nuevo año siempre nos planteamos metas: como salir, viajar o conocer nuevos lugares, ya que es común relacionar un nuevo año con nuevas oportunidades.
Sabíamos que este año sería distinto, porque nuestros planes iban a depender de lo que la pandemia nos permitiría realizar, pero, aún así iniciamos el año intentando ser más positivos en algunas cosas, con la idea de cambiar los hábitos que no son muy buenos, como mejorar la alimentación, leer más, hacer ejercicio, entre otros.
¿Y tú, cómo vas a esta mitad de año?, ¿has podido continuar con tus metas?
Si tus respuestas no son las que hubieras querido, podrías caer en frustración por no haber completado las metas planeadas, ya sea por no haber podido darles continuidad o porque en estos últimos meses se vieron obligadas a cambiar. Sin embargo, te animo a que no pienses que es muy tarde.
Aún quedan unos meses para replantearnos cómo quieres terminar este año, y de seguro deseas que sea distinto al año pasado.
Todos soñamos que la pandemia termine y volvamos a nuestra antigua normalidad, sin embargo, puede que esto no suceda tan pronto, si no más bien, irnos habituando a la nueva normalidad. Aquí lo importante es tratar de ser mejores cada día, y para ello tengo una buena noticia: hay una manera de lograrlo. Dios quiere que seamos mejores personas, Él nos enseña en su Palabra, día a día, a cambiar nuestros malos hábitos, dándonos la fortaleza para hacerlo, sólo basta con confiar en Él y ponerlo en primer lugar en todos los objetivos que deseemos alcanzar.
No sabemos qué nos puede esperar en el resto del año, si las cosas en el mundo mejorarán o no, pero podemos tener la seguridad de que Dios seguirá siendo el mismo, pese a todas las dificultades que tengamos que afrontar.
Así que no tengas miedo en replantearte las metas que tenías al inicio de año, con Dios en primer lugar, seguro las puedes lograr.
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Por Michelle Hillig Schmidt – Enfermera en São Paulo, SP.
Mucho se habla acerca de la lactancia materna, en este breve artículo, me gustaría compartir mi experiencia con mi bebé de un mes. Es posible que hayas notado que el título está incompleto. Precisamente porque, después de escuchar varias historias de otras mujeres, creo que este tema es complejo.
La lactancia materna es un vínculo único entre la madre y el bebé. Seguramente has escuchado esta frase antes. Pero, ¿cómo pensar en eso cuando la madre está cansada después de dar a luz o ha tenido varias noches de insomnio, o el drástico cambio hormonal o los cambios corporales que pueden derivar en llagas que duelen o lastiman?
La dinámica, ahora, es totalmente diferente a lo que sucedió en el embarazo; después del nacimiento hay un bebé que necesita dedicación y atención. Un niño que se está adaptando, aprendiendo a respirar y comer, experimentando la exposición a la luz, la temperatura, la inseguridad y el medio ambiente. También pueden surgir presiones de la familia o de la propia mujer para el nuevo rol que debe asumir. Esto a menudo genera agonía, frustración, depresión y ansiedad. A muchas mujeres les gustaría amamantar, pero no les es posible por diversos motivos. ¿Qué pasa con aquellos que han perdido a su bebé pero aún producen leche? Muchos puntos en los que pensar, ¿no? Creo que es importante entender que «está bien» si puede amamantar y «está bien» si no puede. Lo importante es que la madre y el bebé estén sanos y vivan en armonía.
Tuve dificultades en la primera semana de mi hijo. Estaba perdiendo peso, ni él ni yo sabíamos qué estaba pasando. Lloraba de hambre varias veces al día; fue un desafío y lloré. Lloré porque no pensé que iba a lograrlo y casi me rindo. Sin embargo, quería este momento y estaba convencida de que la leche materna sería la mejor opción para mi bebé, ya que es el alimento más completo y natural. Esto demuestra que necesitamos apoyo en estos momentos, ya que tenemos limitaciones. El mejor apoyo que podemos tener es el amor de Dios, ya que Él tiene total compromiso y dedicación hacia nosotros. No se rinde con nosotros e insiste en demostrar que está de nuestro lado. Él comprende nuestras dificultades y aflicciones. Dios nos ama con todo el cariño, como una madre para su bebé, no importa cuál sea la situación.
Otro punto que admiro es el funcionamiento del cuerpo humano. Después del nacimiento, la madre produce leche a través de una serie de hormonas, glándulas y estímulos, transfiriendo anticuerpos, que hacen que el bebé se sienta lleno y crezca. ¿Alguna vez te has parado a pensar en lo perfecta que es la creación de Dios? Fuimos creados a su imagen y semejanza. Dios pensó en cada detalle. Tener este momento único entre mi bebé y yo es maravilloso y lleno de afecto y amor. Para mí, representa un pedazo de cielo en la tierra que Dios favorece. La dicotomía entre amor y sacrificio también refleja lo que Jesús hizo por nuestra salvación a través de su muerte en la cruz.
Durante mi período difícil, tuve mucho apoyo de mi esposo, familiares y amigos que me tranquilizaron. Esta red de apoyo es fundamental para las mujeres, especialmente para la persona más cercana a la mujer. Saber que alguien está a tu lado y está presente es fundamental. Palabras positivas y de ayuda en las actividades del hogar y con el bebé, permitiendo que la madre descanse, favorece la lactancia. Si tiene dificultades, pida ayuda y hable sobre lo que necesita.
Ahora, después de vivir y escuchar experiencias, creo que la lactancia materna es un acto que necesita reflejarse, redefinirse y alinearse con las expectativas de la mujer, su pareja y lo que se desea para el bebé. Entonces, sobre el título, puedes completar lo que tenga más sentido, ¿de acuerdo?
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Por Cristina García, Gerente de Atención a Clientes en Ciudad de México
Siendo muy objetivos, la pandemia está siendo un acontecimiento a nivel mundial que no solamente desestabilizó todos los sectores que conforman la sociedad, también nos dio, a algunas personas, la posibilidad de hacer del problema una oportunidad, de recordar todas las habilidades que tenemos, de demostrar que somos capaces de hacer mucho más de lo que estábamos acostumbradas.
La mayoría de las mamás somos personas con habilidades “multitask” para poder brindar atención, no solo a nuestros hijos, sino también a un sinnúmero de tareas en el hogar y en la oficina.
El estar trabajando desde casa nos permite atender desde un solo lugar todas las actividades que conforman nuestro día a día y nos ha permitido ser mucho más eficientes. Podemos atender las labores de la casa, las de las escuelas de los hijos, y estar pendiente de la comida con todo lo necesario para prepararla, claro, sin dejar de lado nuestro trabajo de oficina.
Hemos sabido aprovechar herramientas actuales para facilitar o simplificar nuestras actividades y, lo más importante, nos estamos dando la oportunidad de conocer más a nuestros hijos y a las personas con las que hemos vivido esta etapa de encierro.
En mi caso particular, mis hijos ya son jóvenes adultos de 24, 21 y 19 años respectivamente, y me siento muy contenta de poderlos ver (como hace años no lo hacía) prepararse para salir a trabajar o para conectarse a sus actividades escolares o laborales. Puedo convivir de nuevo con ellos como ya no lo hacía, los veo más, los disfruto más. Tenemos la oportunidad de trabajar en equipo, de comer juntos… ¡wow! ¿Saben cuántos años tenía que esto no pasaba?
Jamás hubiera imaginado que podríamos llegar a vivir esto, parecía tema de una película futurista y véanos hoy, ¡en plena pandemia!
Dicen que absolutamente todo en la vida tiene 2 lados, uno bueno y uno malo, y que cada uno de nosotros decidimos cuál de estos lados queremos verle a cada situación. Desafortunadamente, para innumerables familias, la pérdida de seres queridos ha traído una tristeza y un sufrimiento que no podemos ignorar.
En mi situación, todavía tengo la oportunidad de ver el lado positivo, y me muestro positiva en todo lo que hago, pienso, emprendo, planeo. Sé que mi vida pertenece a Dios y que yo estaré aquí hasta que Él lo decida; sin embargo, hoy me está dando la oportunidad de disfrutar mi estancia en el mundo de un modo diferente y lo quiero aprovechar.
Y tú, ¿qué lado de la pandemia quieres ver?
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Por Victoria Aviles, Ciudad de México, de CPTLN México
Esta mañana cuando revisaba mi timeline de Facebook estaba en busca de una nueva noticia, de leer algo que me diera esperanza ante esta situación de aislamiento y necesidad (la pandemia), fue mientras navega en redes sociales que me pregunté: ¿qué habilidades o conocimientos he adquirido en estos días de encierro?, la respuesta fue simple… Muy pocas. Pero lo que realmente me conmovió profundamente, fue cuando me cuestioné: ¿a quienes he ayudado en este tiempo? Mi respuesta: a nadie.
Entonces pensé en todas esas veces que dejé a un lado otras actividades, por pasar horas frente al televisor, o revisando el mismo contenido de mis aplicaciones una y otra vez.
Y hoy me pregunto ¿la pandemia realmente cambió la forma en que vivíamos?, ¿hace cuánto que no estamos presentes en la vida de nuestros familiares, amigos, vecinos?
Las redes sociales han cambiado nuestro estilo de vida, nos han acercado con amigos y familiares que están a la distancia, pero, ¿qué tanto nos han alejado de los que tenemos cerca?, peor aún, ¿qué tanto me han alejado de mi relación con Dios?
Piensa en las veces que tuviste la intención de ayudar u orar por alguien, pero no lo hiciste porque siempre había algo más que hacer, y es que, ¿cómo darle prioridad a otras personas antes que a nosotros mismos? Nuestra actitud egoísta, la apatía, el cansancio físico y emocional nos pueden llevar a tener pensamientos pesimistas, a ver todo desde una perspectiva egocentrista que nos haga cuestionarnos: ¿acaso ellos harían lo mismo por mí?
Cuando las situaciones de nuestra vida diaria parecen rebasarnos, cuando vemos que la enfermedad, la maldad y la violencia parecen no tener fin, cuando nos llenamos de dudas, temores, resentimientos y tristezas, es ahí cuando debemos recordar que hay alguien que ya dio su vida por ti y por mí, ¿quién? Jesucristo, quien se hizo hombre; para pagar por nuestros pecados en la cruz, regalándonos así la vida eterna, la cual solo recibimos por fe.
Él vino al mundo, nació, y se entregó por nosotros liberándonos así de la muerte eterna y la condenación por nuestros pecados y todo esto lo hizo de una manera íntima y personal, revelándose a cada uno de nosotros a través de su Palabra y su presencia continua en nuestras vidas; Él no nos ha dado una salvación virtual; Él estuvo, está y estará entre nosotros, pues nos a adoptado como hijos suyos. Así que cuando creas que las redes sociales, te alejan de tus seres queridos, de tus amigos, o de Dios, puedes recordar estas palabras: “Más para mí, estar cerca de Dios es mi bien; en DIOS el Señor he puesto mi refugio” (Salmo 73:28), refugiémonos en su palabra y en su amor, buscando siempre alimentar nuestras vidas de cosas buenas, que edifiquen nuestro espíritu, usemos nuestras redes para compartir amor, esperanza, y alivio. En esta época donde todo es virtual, y ha sustituido el calor de un abrazo, lo íntimo de un beso, lo hermoso de estrechar una mano al necesitado, el regalo de un hombro dispuesto a consolar, en estos momentos donde poco a poco retomamos nuestra nueva normalidad te invito a darnos el tiempo de visitar, ayudar, orar, acompañar y servir a las personas; recuperemos nuestras relaciones rotas, otorguemos el perdón y recibámoslo de forma sincera y completa.
Conectémonos con nuestro prójimo, con nosotros mismos y sobre todas las cosas aún creadas, volvamos nuestra mirada en Dios, rogándole que camine con nosotros en estos tiempos, dándonos la certeza de que nuestras relaciones van más allá de una pantalla.
Conoce nuestro contenido sobre la importancia de las redes sociales.
Por: Neftalí García, pastor en Ciudad de México.
El día empieza temprano con el sonido del despertador, rápidamente te alistas y empiezas a hacer las actividades correspondientes.
Vivir en Ciudad de México puede llevarte a una rutina de mucha prisa y tener “casi” todo el tiempo medido. Basta con observar a las personas para darte cuenta de que la vida es más rápida que en muchas otras ciudades. Tal vez tu ciudad sea parecida, una ciudad con mucho movimiento, o no.
Las rutinas diarias hacen que vivamos una vida basada en el reloj, apurados en llegar al trabajo, de llevar a los hijos a la escuela, de estar a tiempo en una cita y de cumplir en tiempo con las actividades del día a día.
Los medios de transporte fueron inventados para poder llegar a un lugar con más rapidez.
Me gusta observar a la gente en la ciudad, cómo se mueven con gran velocidad y paso tras paso demuestran la prisa que tienen.
Para subir el metro, hay escaleras eléctricas, pero la gente va tan rápido, “con el tiempo encima”, que suben corriendo esas mismas escaleras, que por sí solas ya te están ayudando a subir, apresurando más su paso para llegar más rápido.
La vida no debería estar llena de prisas. No está mal estar apresurados, lo que está mal es desesperarnos ante distintas situaciones de la vida.
A veces, cuando las cosas no salen como nosotros queremos, nos desesperamos y podemos llegar a vivir una vida llena de presiones, porque nada marcha a nuestro tiempo, porque creemos que todas las personas y que todo el mundo van a un ritmo distinto al nuestro.
Queremos controlar todas las cosas, pero no siempre resultarán como nosotros esperamos.
Es malo vivir en desesperación, porque nos desgasta, nos causa problemas; tanto mentales como físicos.
Es necesario detenernos un momento dentro de nuestra vida tan apresurada para reflexionar lo que estamos viviendo en ella y a dónde nos está llevando. ¿Realmente estamos siendo felices con una vida desesperada?, ¿disfrutamos las cosas?, ¿apreciamos cada detalle?, o ¿nos apresuramos ante las distintas situaciones de la vida?
La biblia dice que “Todo (en esta vida) tiene su tiempo.” Y este tiempo muchas veces va en distinto ritmo al de nosotros. Hay cosas que por más que intentemos, no podremos controlar.
Nadie elige el tiempo de nacer o de morir, de enfermarse o recuperarse. Es importante entender que no tenemos control de todo. Debemos detenernos a pensar: ¿hemos cambiado la vida en apuros por la desesperación? ¿Nos causa daño vivir apresurados? Detente un momento y medita sobre el tiempo. Hay cosas que no lograrás y más si te encuentras desesperado.
Es tiempo de descansar un poco y reflexionar sobre nuestra vida, es tiempo de valorar lo que tenemos.
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Por Andrew Schlund – pastor en New Orleans – USA.
Hay una respuesta sencilla para esta pregunta tan profunda: observa qué miran tus hijos. Cuando los hijos son pequeños aprenden fácilmente y recuerdan todas las cosas. Esto cambia en nosotros los adultos. Se dice que los niños pequeños son como esponjas que van absorbiendo todo a su alrededor, por esta razón es importante observar que es lo que miran tus hijos.
Al observarlos, encontraremos en ellos un reflejo de nosotros mismos.
Nuestros hijos nos miran constantemente, seguido están observando nuestras acciones y actitudes, ellos miran y aprenden todo de sus padres, la manera de hablar, la forma de caminar, el comportamiento que tenemos con otras personas, cómo afrontamos situaciones, incluso, y lo más importante, ellos aprenden cómo ser una familia en el hogar. La forma en que como padres nos comportamos se verá reflejada en ellos, en su comportamiento en el mundo.
Nuestros hijos miran cómo nosotros, sus padres, nos comportamos; si hay respeto, amor, paciencia, o si carecemos de todo esto, ellos absorben todo, así que si hablamos bien, nos comportamos bien, si hablamos con amor y nos comportamos con amor, ellos observarán y aprenderán de un buen ejemplo. De la misma manera, si en nuestra relación los hijos miran que únicamente hay peleas, discusiones, si la forma de hablarnos es con groserías y falta de respeto, ellos también observarán y aprenderán de este mal ejemplo.
Y esto es lo que ellos reflejarán en sus relaciones, con amigos o compañeros de escuela e incluso hacia nosotros mismos. Realmente si queremos ser unos mejores padres, primero debemos tratarnos entre nosotros con amor, respeto y paciencia, estas son las bases para una relación firme, al mismo tiempo son las bases para un hogar feliz.
Lo mejor que puedes hacer por tus hijos es darles un hogar donde exista una buena y sana relación entre los padres. Y esto no es nada fácil, es algo que requiere mucho trabajo y compromiso por las dos partes.
Mi abuelo me dió un sabio consejo, y me gustaría compartirlo con ustedes: “existen seis palabras necesarias para un matrimonio saludable: lo siento, te perdono y te amo.”
Deseo que Dios bendiga y fortalezca sus hogares, que haya amor, paz y paciencia en ellos, pero principalmente perdón. Si en nuestros hogares encontramos y reflejamos esto, nuestros hijos crecerán de manera saludable. Oro para que Dios ayude a cada uno de ustedes a reflejar amor en cada uno de sus hogares.
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Por Arturo Rickman, pastor en Panamá.
Cuando alguien está sufriendo de dolor emocional, puede causar dolores físicos y problemas de salud. En algunos casos, nuestra salud emocional también puede afectar nuestra salud espiritual y puede trasladarse a otras partes de nuestras vidas. Ser capaz de perdonar puede desempeñar un papel importante en nuestra salud en general.
Esto es comprensible ya que el perdón está realmente en el centro de nuestra vida espiritual. El perdón trae paz y esperanza. Leemos en la Biblia “si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas (Mateo 6:14-15).” Cuando perdonamos, podemos ser perdonados. Consideremos la importancia del perdón para nosotros mismos y para los demás.
¿Qué es el perdón?
Perdonar significa diferentes cosas para diferentes personas. Pero generalmente implica una decisión de dejar atrás el rencor y los pensamientos sobre venganza.
Quizás siempre recuerdes el acto que te ofendió, pero el perdón puede disminuir el poder que tiene sobre ti y ayudar a que te liberes del control de la persona que te hirió. El perdón puede incluso llevar a tener sentimientos de comprensión, empatía y compasión para la persona que te hirió.
Perdonar no significa olvidar, ni encontrar excusas para el daño que se te hizo, ni necesariamente reconciliarte con la persona que te causó el daño. Pero perdonar da un tipo de paz que te ayuda a continuar con tu vida. Dejar atrás los rencores y la amargura puede dar lugar a una mejor salud y más tranquilidad. Algunas personas por naturaleza pueden perdonar más fácilmente que otras. Pero casi cualquiera puede aprender a perdonar más.
Desde el punto de vista de los cristianos, el camino de la fe comienza con el Bautismo, que nos da nueva vida en Jesús y nos reconcilia con Dios, nuestro Padre Eterno. Dado que somos hijos bautizados y perdonados por Dios, estamos en condiciones de perdonar a cualquiera que nos haga daño.
La Idea Central
Dios nos lleva a perdonar porque sabe que el perdón puede sanar y traer paz. Incluso la comunidad científica confirma los beneficios saludables del perdón. Dios nos muestra el mejor ejemplo de perdón en la cruz, donde Jesús se sacrificó a sí mismo para que pudiéramos tener perdón con Él y la vida eterna en los cielos. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16).”
Como cristianos, pedimos que, por amor de Cristo, podamos conocer la alegría y la paz de ser perdonados y de perdonar a los demás. El perdón puede traer sanación y libertad.
Por: Michelle Hillig Schmidt – Enfermera en São Paulo – Brasil.
La carrera de la vacunación ha cambiado la forma en que vemos la pandemia de Covid-19. El mundo entero espera con ansias vacunas que sean eficaces, que ayuden a reducir los casos de contagio y alivien los hospitales sobrepoblados.
Experimentamos un paradigma. Por un lado, vemos la indiferencia y el cansancio de la población ante la aparición de una segunda ola de la pandemia. Ante este triste escenario, algunas personas, armadas con posiciones de poder, aprovechan la situación y se saltan la línea de vacunación para su propio beneficio. Entre tantas otras noticias, estos ejemplos son solo reflejos del pecado y del sentimiento individualista que habita en el ser humano.
Por otro lado, ya vislumbramos esperanza con el inicio de la vacunación; una luz al final del túnel, gracias al esfuerzo de tantos profesionales en este proceso, desde el desarrollo de una vacuna segura hasta su distribución y aplicación. Y solo podemos, debemos agradecer a Dios por dar vocación y dones a tanta gente.
Cabe mencionar que aún vivimos en una época que requiere de nuestra paciencia y mucha cautela. Aún estamos en el inicio de la vacunación y, hasta que la vacuna no logre la hazaña que esperamos, no podemos relajarnos en las medidas preventivas como la higiene de manos, el uso del tapabocas y el distanciamiento social. Estas medidas no sólo reflejan nuestra preocupación por nuestras propias vidas, sino que afectan directamente la mía con la vida de los demás.
Cada uno de nosotros es importante a los ojos de Dios. Así como Jesús no sólo enseñó el amor al prójimo, sino que también demostró ese amor mientras vivió aquí entre nosotros, como sus embajadores tenemos el privilegio de servir con amor en la sociedad.
Después de prácticamente un año de la pandemia y sus desafíos, podemos decir que cada persona se vio afectada de alguna manera; unos por la pérdida de alguien cercano, otros por el desempleo, muchos sufriendo ansiedad o depresión… la lista es bastante larga. Ante esta triste realidad, podemos aferrarnos a las promesas de Dios y afirmar que Él está a nuestro lado en cualquier situación. Dependemos de su inmenso amor que calma y consuela nuestros corazones al otorgarnos la Salvación.
Me atrevo a dejar aquí una frase relatada por un amigo cercano: «Nunca sabrás que Dios es todo lo que necesitas, hasta que Dios sea todo lo que tienes».
Por: Mgtr. Itza Romero – Psicóloga Clínica en Panamá.
Hemos tenido un año muy duro a causa del COVID y seguimos viviendo las consecuencias de esta pandemia que llegó a trastocar nuestras vidas, causando pérdidas en la salud física, la muerte de seres queridos, una gran afectación en la economía y en la salud mental de muchas personas. Todas estas pérdidas han generado gran sufrimiento, la preocupación por no tener como suplir las necesidades económicas hace que surja la desesperanza, las fuerzas flaquean, el alma duele y aparecen pensamientos de no poder seguir con esta vida.
Al llegar a este fin de año, muchas personas pueden estar sintiendo tristeza y soledad; tal vez puedan pensar que no hay nada que celebrar en Navidad, tal como lo expresaba una persona en un comentario que leí recientemente en una red social. Tal vez, también te preguntes: ¿Hay algo que celebrar en esta Navidad?
Quiero decirte que, si estás pasando por un tiempo de desánimo, de tristeza, de preocupaciones, y estás pensando que no hay motivos para celebrar la Navidad, es comprensible que te sientas así. Lo que estés sintiendo o pensando es parte de la vivencia que has tenido y es muy importante que reconozcas tus sentimientos, que puedas expresar lo que sientes sin juzgarte o sentir que eres juzgado. Ten presente que puede tomar un tiempo para que vuelvas a sentir una emoción de alegría o felicidad.
Desde el cristianismo, en Navidad se celebra que Jesús nació y aunque no se conoce la fecha exacta de su nacimiento, el regalo de su venida representa el gran amor de Dios por la humanidad que trae la Buena Nueva de Salvación y la esperanza de acompañarnos en esta vida y también darnos una nueva vida en Él. Desde Vivenciar.net deseamos que esta Navidad pueda el amor de Dios tocar tu corazón, enjugar tus lágrimas e infundirte aliento. Que tu fe se fortalezca y el brillo de la luz de Jesús guie tu caminar en estos días aún tan difíciles.
Por: Julissa Reynoso Díaz – Lic. en psicología y Lic. en consejería bíblica familiar en México.
Despierto, me desperezo y me dispongo a levantarme, después de asearme y despejar mi mente, me asomo a la ventana, todo está tan pacífico, tan quieto, si no fuera por el alboroto de las aves dudaría de la hora que es… Hoy iré a la oficina, con toda la precaución posible para mantener segura a mi familia, a mis seres queridos y a los que tratan conmigo. Estos tiempos de pandemia nos sacuden en decisiones tan sencillas como esta.
Al conducir hacia donde está la oficina, contemplo algunos rostros de escasos caminantes de la ciudad, es una mañana fresca, están abrigados, pero a pesar de eso, en varias miradas encuentro un silencioso grito “Tengo frío!” , es una situación triste y muy frecuente últimamente.
Tal parece que el ánimo hace juego con el cielo gris, y el clima helado, …la energía está aletargada…y aunque son tiempos festivos, cercanos a Diciembre, la compañía no parece ser suficiente para desterrar esa sensación que es cada vez más abrumadora. Es un asomo de lo que le sucede a muchas personas en esta temporada, especialmente en este año.
Es muy posible que la nostalgia excesiva, por un lado se deba a la falta de satisfacción en alguna de nuestras áreas, porque no hemos obtenido lo que hemos anhelado después de muchos meses de esfuerzos volubles e infructuosos.
Solemos ser un duro juez de nosotros mismos, y tendemos a justificar con varias razones nuestra falta de constancia. Ambas posturas denotan una falta de amor propio, pues parte de la verdad es que no nos tomamos en serio a nosotros mismos, ni consideramos real, la posibilidad de cambiar las circunstancias de nuestra vida personal, nuestro cuerpo, nuestra mente, o nuestro entorno. Estamos tan acostumbrados a ser lo que somos, que nuestros vicios y compulsiones están muy arraigados.
Es verdad que tener propósitos personales nos estimula y encausa nuestras fuerzas a mejorar, tener un horizonte y un rumbo a seguir nos da seguridad, es sano tener objetivos en nuestra vida. Sin embargo, disfrutar lo que en éste y solo éste momento tenemos, durante el instante que estamos respirando, es realmente revitalizador, …es una práctica muy sencilla que nos conecta con la vida y nos hace ser más agradecidos de un modo natural, que nos descansa el alma. Al momento de evaluarnos, el retomar con más ánimo el rumbo de las metas que perseguimos debería ser suficiente, pero terminamos por cortar nuestras propias alas, castigándonos por lo que no hicimos…
Espera. Respira. Centra tu atención en lo que tienes ahora. Continúa.
Por otro lado, esa tristeza melancólica también puede surgir por el recuerdo de una pérdida… ya sea de alguien o de algo; extrañar lo que ya no está es un dolor que abarca todo nuestro ser, hundiéndonos en una habitación desoladora que pareciera no tener salida. ¿Cuándo llegará la ayuda? ¿Y de qué manera? Reconocer nuestras limitaciones y pedir auxilio, ya es un soplo de vida….
Es un tiempo de muchas pérdidas, y no es sencillo adaptarnos para continuar el camino con nuestra atención puesta en las nuevas carencias. Es necesario soltar la resistencia, para permitir la aceptación. Lo que tenemos de aquellos a quienes extrañamos, es algo más que un momento final, es todo un cúmulo de experiencias emocionantes llenas de aprendizaje, huellas vivas en la mente y el corazón. Esa es la valiosa herencia que puede ayudarnos a respirar con satisfacción los nuevos días, paso a paso volver a andar la senda será más reconfortante.
Se ha ido el día.
Miro el cielo de la noche, parece un manto de luz serena y sutil en donde las estrellas se guardan. Es lo que tengo justo ahora, sé que en algún lugar las estrellas hacen su fiesta presencial, mientras que en otros sitios el tibio rayo de sol hace su entrada… cuánta diversidad en este instante! Yo solo siento mi ser conmovido y agradecido. A ti que lees, te ofrezco mis esperanzas. ¿Mi mejor sugerencia? Espera. Respira. Centra tu atención en lo que tienes ahora. Continúa. Y… qué tal si en esta ocasión incluyes a Dios? Seguro saborearás más el trayecto de tu existencia con Él a tu lado.
Por: Roseli Neumitz – pedagoga en São Paulo – Brasil.
(Para conocer la historia de Roseli, mira nuestro contenido «Cáncer: ¿Sentencia u oportunidad?»)
¡Pasa otro año y sigo viviendo la vida después de haber transitado el cáncer! Vida prácticamente normal, ¡pero siempre con mucho cuidado! Todos los años repito pruebas que hacen explícitos los marcadores e indicadores de que el cáncer sigue dominando , pero mi cuerpo sigue ganando la batalla. ¡Será un cuidado para siempre!
¡Y así es como debe ser!
En el mes de octubre todos refuerzamos la importancia de la alerta, del cuidado que una mujer necesita tener respecto de cómo es su cuerpo y cuáles son las señales que el cáncer emite. Y también hay que mostrar lo que de verdad importa… que te informes, que sepas lo que es el cáncer, ya que cuando lo descubrimos estamos empezando con una gran posibilidad de cura… no descuides tu salud, tu oportunidad de saber cómo tu cuerpo está funcionando, si todo tu cuerpo y sus sistemas están equilibrados y armoniosos.
El tiempo pasa, son 12 años después de mi diagnóstico, unos 10 años después del final del tratamiento, todavía sigo tomando medicación oral. Parece que fue ayer cuando empecé a usar esas gotas, rojas y blancas, que lentamente se inyectaban en mi cuerpo, y con ellas, la esperanza de la cura. Fueron meses de vivir los efectos de la quimioterapia, meses sin el cabello, meses de médicos y acompañamientos semanales, ¡meses de tener la certeza de que todo saldría bien! ¡Esta no fue una mala experiencia!
Hoy ¡veo cuánto aprendí sobre lo que el cáncer trajo a mi vida! No solo el conocimiento de la enfermedad, sino también su acción en mi ¡El proceso de recuperación y curación de mi cuerpo es un milagro de Dios que vive en mí!
El protocolo del tratamiento requiere 10 años para declararse completamente curado. Falta tan poco que ya escucharé a mi oncóloga que ha estado allí durante 10 años y que definitivamente me diga que estoy curada. ¡Espero con ansias ese momento!
¿Y tú?
¿Has mirado tu cuerpo hoy?
¿Alguna vez ha visto pequeños cambios, pequeños síntomas que pueden indicar que algo puede estar mal?
¡El tiempo es tu gran aliado!
¡¡No pierdas la oportunidad de salvar tu vida todos los días!!
Por: Cristine Falkenstein – de São Paulo, Brasil.
Mi nombre es Cristine y les voy a contar un poco de mi historia.
A los 21 años me diagnosticaron un sarcoma (tipo de tumor raro que puede afectar la piel, los huesos, los órganos internos y los tejidos blandos, como músculos, tendones y grasa, por ejemplo). Me sometí a varias cirugías y también radioterapia, durante 2 años y unos meses después de finalizado el tratamiento, me casé.
Cinco meses después tuve un nuevo tumor en el mismo lugar y comencé a tomar un medicamento para combatir ese tumor, cuando supe que estaba embarazada. Fue un embarazo complicado, porque según las instrucciones de la medicación, no podía quedar embarazada porque tenía serios riesgos para el niño. Gracias a Dios mi hijo nació sin ningún problema. Tan pronto como nació y me recuperé, comencé los exámenes preoperatorios para extirpar este tumor y me sometí a la cirugía un mes después del parto.
Fue un período muy difícil, porque tenía mucho miedo de no recuperarme y no poder criar a mi hijo, pero nuevamente, todo salió bien y la cirugía fue muy extensa, extirpó el tumor y no tuve más problemas. Tuve el segundo embarazo que fue súper pacífico. Todos los años me hacía varios exámenes y me hacía seguimiento médico y todo iba bien, pero 19 años después de la última cirugía, a los 44, en una mamografía de rutina, aparecían varias microcalcificaciones en la mama y se iban agrupando.
Comencé un tratamiento con un mastólogo y me hicieron una biopsia, y el diagnóstico fue un carcinoma in situ en la mama izquierda. Como había muchas microcalcificaciones en toda la mama, se indicó una mastectomía radical con reconstrucción inmediata, que hice al mes siguiente.
Esta mutilación no es fácil. Algunas personas intentan reconfortarte diciendo que es bueno que ya estés casada, que ya hayas tenido hijos y hayas amamantado y olvides que estás removiendo una parte de tu cuerpo , pero en el caso de las mujeres, esta es una parte muy importante. Después de pensar mucho, llorar mucho, recordé que no era solo un pecho, que era mucho más que eso. Una vez más, hubo muchas cirugías para dejar la mama reconstruida lo mejor posible.
Durante ese tiempo, tuve mucho apoyo de mi esposo, mis padres, mi familia, amigos, mi pastor (Fernando Huf) y varios miembros de la iglesia. Se sugirió hacer también una adenomastectomía (vaciamiento de la mama) de la derecha y terminé haciéndola también, ya que ya tenía varias microcalcificaciones.
Nunca me sentí abandonada o enojada con Dios, todo lo contrario, porque Dios puso doctores maravillosos para que me cuidaran y me dio la oportunidad de intentar ser una mejor persona. Cuando todo empezó, pensé que no me quedaba mucho tiempo y le pedí a Dios que me pudiera casar, tener hijos y todo eso me lo dio. Cuando llegó el nuevo diagnóstico del cancer de mama, también pedí vivir un poco más y ¡aquí estoy!
Hoy hago oncogenética , porque con los dos tipos de cáncer que tenía, los médicos sospechan que tengo un síndrome llamado Li-Fraumeni y que puedo tener más tipos de cáncer, por eso me hago pruebas periódicas para detectar cualquier cosa lo antes posible.
Pero más allá de eso, considero que soy una persona muy bendecida por todo lo que me ha pasado. Soy voluntaria en un grupo de mujeres mastectomizadas que se llama “Viva Melhor”, que asiste a las personas que están pasando por este proceso, ofreciendo un hombro amigo, donando prótesis, terapia grupal y otras actividades de voluntariado (fisioterapia, maquillaje, manualidades , etc.), lo que demuestra que efectivamente si, hay vida después de un diagnóstico de cáncer .
Por: Zuli Crespo, de Cristo Para Todas las Naciones – Panamá.
Una vez, alguien me relataba sobre sus afanes diarios. Se quedaba hasta las 11:00 p.m. terminando sus labores del hogar. No es extraño escuchar sobre las peripecias que más de uno pasa tratando de cumplir con sus responsabilidades con el hogar, el trabajo, los hijos, la pareja, la familia, los amigos. ¡Parece que siempre hay mucho qué hacer!
Todo eso me hizo reflexionar en cuánto esfuerzo ponemos en los compromisos. Con gran tesón nos asegurarnos que la comida esté preparada a tiempo, que la familia esté bien atendida, que las sábanas estén lavadas, que el piso esté brillante, etc., etc., y en ese ir y venir sí llegan las 11:00 p.m. o la medianoche.
Personalmente no critico el esfuerzo por atender las responsabilidades, pero dirijo mi mirada imaginaria de la casa reluciente y ordenada hacia la persona que trabajó duro para que eso fuese así. Y ahora que estamos en el Mes de la Prevención del Cáncer de Mamas, me pregunto, si somos tan dedicados en cumplir con todo lo demás y con los demás, ¿dónde queda nuestro mayor y más grande compromiso? ¡Uno mismo! Invertimos tiempo y dinero en cumplir con esa lista, pero olvidamos atender nuestra salud física, emocional y espiritual.
Es paradójico que nos sintamos complacidos con ver que todo lo demás está bien, pero que subestimemos ese dolorcillo a un costado, que posterguemos la cita médica, que ignoremos ese bulto extraño o ese examen que me resulta vergonzoso (¡Porque, después de todo, eso no me puede pasar a mí!).
Hoy, no mañana, es el momento para empezar a colocar en esa lista de tareas tu nombre y que con la misma dedicación cuides de ti. Recuerda, los platos sucios siempre podrán ser lavados por alguien, pero ese espacio especial que tú ocupas en este mundo sólo puede ser llenado por ti.
Por: Thiago Heine – Psicólogo en São Paulo – Brasil
Durante este mes queridos colegas y profesionales han escrito contenidos extremadamente importantes aquí en Blog de Vivenciar.net sobre el suicidio y han abordado temas para la reflexión de todos.
Realmente es un asunto muy delicado, pero como dice uno de los viejos lemas de esta conmemoración durante el “Septiembre Amarillo”: «Hablar es la mejor solución».
Y aquí me quiero poner «hablar» en el lugar de los que padecen, en el arrebato de los que sufren, y hago un paréntesis: Escuchar es la mejor solución para aquellos que quieren ayudar.
Desde el escuchar en esos momentos decisivos, esto permitirá que quien sufre pueda encontrar seguridad al compartir la tristeza, el dolor y la angustia contigo.
¡Ayuda a buscar ayuda! Conoces la famosa frase: «¿me ayudas a ayudarte?». Bueno, aquí se puede utilizar muy bien. Además de servir tanto a quienes sufren y piensan en el suicidio, como a quienes perdieron a alguien cercano en su vida a causa de ello.
El científico especializado en suicidio, Psicólogo Edwin Schneidman escribe que «el suicidio es una solución definitiva a un problema temporal» y esto es lo que nos mueve a ayudar a quienes están experimentando alguna dificultad o sufrimiento importante con su salud mental.
Tú que estás sufriendo y terminaste leyendo este texto: ¡pide ayuda a los profesionales de la salud! Esto no demuestra debilidad, derrota o sentimiento de inferioridad. Al contrario, muestra grandeza en tu fuerza para querer superarse y seguir viviendo.
Como dice mi querida profesora de la universidad Karina Fukumitsu: «Todo tiene un camino, excepto la muerte».
Qué bueno es poder escribir sobre un tema que es tan conocido, pero hay poco conocimiento sobre cómo tratarlo. Esta campaña se destaca en septiembre, pero necesita nuestra atención durante todo el año.
Estamos aquí para conversar contigo.
Condensado por Zuli Crespo, CPTLN Panamá, del folleto “Siempre es mejor vivir” de Lutheran Hour Ministries.
Según la Organización Mundial de la Salud, casi 1 millón de personas mueren cada año por suicidio, causa principal de muerte en personas de 15 a 29 años de edad. El suicidio no distingue raza, credo o nivel social, lo que nos permite ver que detrás de esto existen personas que desean terminar con el dolor y la angustia que sienten ante problemas que aparentan no tener solución, llevándolas a la desesperación y a creer que a nadie le importa lo que les sucede.
Al carecer del afecto sincero de otros, pueden perder el deseo de vivir, pues les aterra la idea de continuar solos y sin apoyo. Es cierto que la vida tiene sus tormentas, algunas veces recobramos fuerzas, sin embargo, otras veces nos resignamos, imaginando hasta que Dios nos ha abandonado. Pero eso nunca vá a pasar. Dios nunca nos abandona.
Como miembros de la sociedad en que nos ha tocado vivir, estamos llamados a trabajar juntos para prevenir el suicidio, a ser mensajeros de paz y de consuelo, a ser ese familiar o ese amigo amoroso que tantas personas en soledad necesitan para re-encontrar el deseo de vivir. Es hora de solidarizarnos los unos con los otros a fin de sentir mutuamente nuestras dolencias y poder compartir más amor y esperanza, siendo imitadores de la ternura y compasión de Jesús hacia los que sufren y están en situaciones de vulnerabilidad.
En medio de tanta angustia, lo que menos imaginamos es que Dios sí está presente ofreciéndonos su brazo fuerte, pues su mayor anhelo es que tengamos una vida de paz y crecimiento. Y aunque cierto es que los problemas no dejarán de aparecer, contamos con su ayuda para superarlos. Dios atiende nuestro miedo, angustia, depresión o apatía; se preocupa por el que llora, el que siente dolor, frustración o desesperación. Y ese consuelo nos anima a seguir viviendo.
Psicóloga Daniela von Mühlen – Psicoterapeuta de pareja, familiar e individual en Manaos – Brasil.
El suicidio implica sufrimiento, dudas, interrogantes, incertidumbres, prejuicios y juicios.
Según la Asociación Brasileña de Psiquiatría, el suicidio puede definirse como un acto deliberado realizado por el individuo, cuya intención es la muerte. Debe ser considerado como el resultado de una serie de factores que se acumulan en la historia del individuo, y no puede ser considerado de manera causal y simplista solo a ciertos eventos específicos en la vida del sujeto. Es la consecuencia final de un proceso.
En algunos momentos de la historia de la Iglesia, el suicidio fue catalogado como pecado sin perdón, es decir, la persona que se suicida iría al infierno, perdería la salvación eterna.
Incluso si la persona está transgrediendo el mandamiento «No matarás», te pregunto: Si murieras ahora, ¿estarías sin pecado? La respuesta es no. Todos somos pecadores y no sabemos el momento de nuestra muerte, por lo que no podemos decir que moriremos en arrepentimiento por todos nuestros pecados, ¿verdad? Pero tenemos la seguridad de la salvación mediante la fe en Cristo.
El suicidio, por ser considerado un acto deliberado con intención de muerte, genera incertidumbre. Pero los estudios en el campo de la psicología muestran que la persona que quiere suicidarse muchas veces quiere reducir su sufrimiento, porque encuentra el dolor insoportable, piensa que es la única salida a los problemas, dilemas, dificultades, crisis y otras situaciones. Es un escape. Un alivio de las presiones externas con la idea de lograr la paz, un descanso de tus tormentos.
También hay casos de trastornos mentales donde se altera la percepción de la realidad, es decir, la persona no puede ver otra alternativa, tiene una valoración negativa de sí misma, del mundo y del futuro. Las ganas de vivir y morir se confunden, lo que prevalece es la urgencia de salir del dolor y del sufrimiento sin fin.
En este sentido, ¿cómo podemos juzgar lo que está sucediendo en la vida y la mente de esta persona? ¿Quiénes somos nosotros para evaluar y decretar quién tendrá salvación eterna o no?
En Romanos 8, en los versículos 38 y 39 dice: “Porque estoy muy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas del presente, ni del futuro, ni los poderes, ni la altura, la profundidad, ni ninguna otra criatura puede separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, nuestro Señor ”.
Debemos valorar la vida, buscar ayuda, prevenir el suicidio que tanto sufrimiento trae y no es una opción saludable para superar los tormentos de la vida. Pero también debemos apoyar a los dolientes y dejar que Dios sea Dios en la vida de todos nosotros.
Nada puede separarnos del amor de Cristo, esta es nuestra certeza y consuelo.
Por: Julissa Reynoso Diaz – Psicóloga en Mexico.
De acuerdo al psicoanálisis, hay dos fuerzas en una persona desde que empieza a interactuar con el mundo, el impulso de vida, y el impulso de muerte. La tensión entre estas dos fuerzas exige una resolución, influyendo así en las ideas, en la conducta, en la predisposición al momento de percibir nuestro entorno e interpretar el significado de un gesto, una diferencia de opinión, una sonrisa, una lágrima, un abrazo o la ausencia de él.
Esta dualidad la podemos reconocer no solo en la individualidad de las personas, sino también en su comunidad, estos contrastes están en todas partes, en los propósitos de una administración económica, en las maneras de concebir la diversión, la moda, la música, y también en la forma de educar en escuelas y familias, solemos edificar o destruir. La normalización de un ambiente violento es tan destructivo como el de uno indiferente, solo imaginemos el impacto que esto conlleva a los más pequeños.
Se supone que el propósito de los niños es el de aprender y divertirse, y cuando recibimos conceptos sobre depresión infantil, estrés infantil, ansiedad infantil, etc… muchos de nosotros consideramos esto como una serie de exageraciones e incluso no les tomamos en serio, comentamos acerca de que a los niños de hoy no les podemos hablar fuerte porque se traumatizan, y en un descuido, terminamos subestimando la realidad. Por querer ignorar la oscuridad, esta ha ido creciendo.
En este mes, varias personas están haciendo esfuerzos adicionales para generar en los demás una conciencia previsora ante el suicidio, y es interesante y escalofriante los datos que te encuentras en la red… ayer buscaba información y tropecé con el hecho de que el suicidio es la segunda causa de muerte en niños o menores, la verdad es que esto me desmoronó, no sé si es un dato actualizado, pero aunque no lo fuera, el suicidio no debería tener un lugar tan protagónico en las causas de muerte infantil, ni a ninguna edad. Algo nos está pasando, o mejor dicho, algo nos está sobrepasando, se supone que los niños están bajo nuestro cuidado. Es difícil enfrentar este golpe de realidad, es algo que se ha ido agravando.
Constantemente nacen mas niños, y estos niños se tornan en jóvenes que aún siguen siendo moldeables, y con ellos siguen naciendo oportunidades nuevas para mejorar, si nos enfocamos y nos esforzamos en edificar generando pensamientos nutritivos, provechosos para todos, comportamientos ecológicos, que mejoren nuestro clima personal e interpersonal…. Sinceramente, necesitamos todos regresar a Dios y a sus enseñanzas.
Aqui encuentras nuestro contenido «Criando a los hijos con amor».
Por: Kamila Fukue – Psicóloga en Rio Grande do Sul – Brasil.
Llega un momento en nuestras vidas en que el dolor es tan intenso que ya no nos cabe, por eso nos desbordamos de sufrimiento. No tenemos fuerzas ni idea de cómo soportar o superar esta situación.
La especialista en suicidios Karina Fukumitsu hace la siguiente pregunta en una de sus conferencias: ¿levante la mano quien nunca pensó en la muerte como una solución a su sufrimiento? Ni ella misma levantó la mano.
Entonces, ¿qué hacer cuando nuestra mente nos dice que la muerte es la única «solución» para acabar con el dolor?
Es muy importante saber qué sucede antes de los pensamientos suicidas. Situaciones como pérdidas recientes, dinámicas familiares conflictivas, separaciones, jubilaciones, haber sufrido maltrato, diagnóstico psicológico, enfermedades orgánicas o crónicas, se asocian a la aparición de pensamientos suicidas. Junto con estos pensamientos, surgen sentimientos que llamaré aquí las «4 D».
DESAMPARO: pensando que «no hay quien me pueda ayudar o entender por lo que estoy pasando»
DESESPERANZA: «siempre fue así», «nunca cambiará»
DESESPERADO: «No puedo soportarlo más», «No puedo soportarlo más»
¿Alguna vez te has sentido así o incluso has dicho frases como estas en algún momento de tu vida? Puede sentir y pensar todo esto en este mismo momento en que se detuvo a leer este texto. Sepa que estos pensamientos van y vienen en su cabeza, algunos duran más, otros menos, como nubes que atraviesan el cielo. A pesar del dolor que los acompaña, todavía no definen quién eres ni controlan lo que haces. Son pensamientos. Y tú eres quien observa estos pensamientos corriendo por tu cabeza. ¡Recuerda eso!
Y puedes hacer más:
Habla con alguien, incluso si tus pensamientos insisten en lo contrario. La tristeza juega malas pasadas y una de ellas es que «estar solo será mejor», «me molestaré si hablo con alguien». Evitar hablar aumenta la duración y la intensidad de estos pensamientos en su cabeza hasta el punto en que los ve como un solo camino.
Y solo te alejará más de la vida que te gustaría vivir.
Puede ser que hablar mejore tu día en solo un 1%, y este proceso de cambio ocurre en micro pasos. Empiece hoy, haga algo saludable que hará que su día sea un 1% mejor (siéntese en la cama, ponga los pies en el suelo, beba más agua, investigue el número de teléfono de terapeutas a quién consultar…)
Hazlo aunque no te apetezca, el cambio vendrá después de los primeros micro pasos.
¡Estamos aquí para ayudarlo en este viaje!
Por: Daniela von Mühlen – Psicóloga y sicoterapeuta de pareja, familiar y individual – Brasil.
Personas de todas las edades y clases sociales se suicidan. Cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo, totalizando casi un millón de personas cada año. Se estima que entre 10 y 20 millones de personas intentan suicidarse a cada año. De cada suicidio, de seis a diez personas más se ven afectadas directamente, sufriendo graves consecuencias que son difíciles de reparar.
Estos y otros datos se encuentran fácilmente en Internet y en materiales relacionados con la salud y la prevención del suicidio. Pero, ¿qué pasa cuando la prevención ya no es posible? ¿Cuándo la familia ya es víctima de muerte por suicidio? ¿Qué hacer?
Según OMS – Organización Mundial de la Salud, el 90% de los casos de suicidio se pueden prevenir, siempre que existan condiciones mínimas para ofrecer ayuda voluntaria o profesional.
Escuché el testimonio de una pareja que había sido víctima del suicidio de una hija hace un tiempo, informaron lo difícil que fue escuchar y conocer estos datos sobre las posibilidades de prevención. La culpa les llegó de la manera más cruel y dolorosa, como si no hubieran hecho lo suficiente por su amada hija. Las preguntas sobre cómo podrían haberlo evitado eran frecuentes y convivir con el juicio de familiares, amigos y conocidos estuvo presente a diario durante mucho tiempo.
Las familias informan sobre poca o ninguna asistencia, apoyo y tratamiento después del suicidio. Tenemos que pensar y actuar sobre esto, ¿no es así?
¿Cómo lidiar con alguien en proceso de duelo por suicidio? Una vez más, escuchar es mucho más relevante que hablar. Bienvenido, pero que duela. Este momento hay que vivirlo, hay que expresar los sentimientos y se hacen de diferentes formas para cada persona, cada uno tiene su propia manera de vivir su dolor y no estamos aquí para juzgar, opinar o comparar, sino escuchar y acoger.
No juzgues la muerte, sus motivos y medios. No intentes minimizar el dolor ni ser indiferente. El sufrimiento ya está muy presente en esta familia y cada persona tiene sus propios recursos internos para atravesar cada situación. Estar disponible es la mejor opción.
La prevención es importante, pero cuidar y apoyar a los dolientes sin juzgarlos es un acto de amor.
Por: Flávio Luis Horlle, psicólogo y pastor en Paraná – Brasil
“Lo amamos. Estaba deprimido, pero cuando cambió de actitud, parecía estar mejorando. Nos sentimos culpables por no haber leído las señales y evitar esta tragedia ”.
“Un dolor tan grande, una culpa abrumadora. Pensé que la gente y el mundo estarían mejor sin mí. Gracias a Dios, no pude. Hoy veo cómo el sufrimiento me cegó ”.
Escuché este tipo de informes de familiares y amigos que sufrieron la pérdida de un ser querido que se quitó la vida. También de personas que lo intentaron, pero fracasaron. Reconocieron que Dios los liberó y proveyó para la preservación de la vida.
¿Te identificaste con alguna de estas situaciones? Este mes de septiembre comenzamos a dialogar respecto a este tema del suicidio.
El suicidio no es la voluntad de Dios. Dios nos dio la vida, la quita cuando lo considera oportuno. El sufrimiento, sin embargo, puede ser tan grande que uno no necesariamente quiere matar la vida, sino acabar con el dolor insoportable.
Esto me recuerda el texto bíblico de 1 Reyes 19.4, cuando Elías le dijo a Dios: “¡Ya basta, Señor Dios! ¡Acaba con mi vida!»
Dirías que Elías le pidió a Dios que le quitara la vida y no piensa en tomar esta acción él mismo, pero si miramos el contexto, estaba deprimido, se fue al desierto sin agua ni comida y se acostó debajo de un árbol. La muerte vendría de todos modos.
Sin embargo, Dios viene a él y le brinda tratamiento físico: comida, agua y ejercicio. Emocional: Elías puede desahogarse. Espiritual: Dios mismo estaba proporcionando la solución a lo que parecía imposible.
Qué interesante este gesto de amor. Cuando Dios lo encontró, también viene a nosotros en su Palabra consoladora. Esa palabra apunta a Jesús, quien cargó con nuestro sufrimiento. Y Dios también envía seres queridos que pueden ayudarnos.
No desistas. Hay una manera. ¡¡A través de este texto, Dios te está hablando!!
Por: Daniela von Mühlen, Psicóloga y Psicoterapeuta en Manaus – Brasil.
Debido a que la OMS ha declarado el 10 de este mes como “día mundial de la prevención del suicidio”, durante septiembre se recuerda, se habla y se realizan diversas campañas sobre ese tema.
Sabemos que el número de suicidios ha ido en aumento y no solo ocurren en septiembre, justamente algunos critican la cantidad de campañas que se realizan únicamente durante este mes. Pero creo que es un gran avance poder hablar de este tema abiertamente, porque hace poco se hablaba poco y aún hoy este tema es tabú en muchos países.
Pues bien, Vivenciar.net hablará de suicidio este mes, ya que trabajamos todo el año en materiales y asistencia a quienes buscan este programa y sabemos lo recurrente, necesario y urgente que es hablar de suicidio. Creemos que hablar, buscar ayuda y ser escuchado es la mejor manera de atender esta problemática.
Para hablar de suicidio, necesitamos hablar de muerte y la mayoría de las personas tienen dificultades para hablar de muerte, ya que esto expone sus límites y debilidades. Pero hablar y perder el miedo a este asunto es algo que precisamos evaluar, y ofrecer ayuda es necesario bajo esta temática.
Pero muchas veces no sabemos qué hacer y mucho menos qué decir frente a ese asunto. La persona que está en una crisis suicida se siente sola y aislada. Si tu te acercas y preguntas «¿hay algo que pueda hacer para ayudarte?», La persona puede sentirse abierta a desahogarse. En ese momento, tener a alguien que te escuche puede marcar la diferencia. Quienes decidan ayudar no deben preocuparse por lo que van a decirle. Lo importante es estar preparado para escuchar.
En general, las personas corren menos riesgo cuando aceptan ayuda. Encontrar a alguien que esté dispuesto a escuchar y comprender los sentimientos sin juzgar, fortalece las intenciones de vivir.
Es importante recordar: Al ayudar a una persona en riesgo de suicidio, puede experimentar diferentes sentimientos o incluso estrés físico y emocional. ¡No olvides cuidarte! Es importante que puedas compartir tus sentimientos y obtener apoyo también. ¡Buscar ayuda no es un signo de debilidad!
Sigue conectado a Vivenciar.net durante septiembre para poder seguir conociendo contenidos al respecto de este asunto. Estamos aquí para poder conversar contigo.
Por: Héctor José Fester, capellán de Cptln – Argentina.
Seguramente hemos escuchado alguna vez la frase “Antes todo era mejor”. Tal vez inclusive nosotros mismos lo hemos dicho: “Todo pasado fue mejor”.
¿Piensas que tu pasado fue mejor que el presente que estás viviendo? Si es así te invito a que prestes atención a este mensaje.
Comencemos con ¿Qué pasó en tu vida que el día que estás viviendo hoy no es tan bueno como los días pasados?
La pregunta que también deberíamos hacer es: cuando vivías esos días mejores, ¿Pensaste en el día de mañana? ¿Planificaste tu futuro o simplemente dejaste todo al azar? Y así, la corriente de la vida te trajo hasta aquí. Y ahora estás viviendo una realidad poco agradable. Tal vez con algunos aciertos pero lo que más te pesa son los errores cometidos y entonces la carga se hace difícil de llevar.
Pero no es tiempo para lamentarse por el pasado sino pensar el momento que estás viviendo y proyectar el futuro.
Vive el presente, el día de hoy, que se llama “presente” porque es un regalo que Dios te está dando. Este presente es una nueva oportunidad para hacer las cosas de otra manera.
Si quieres tener un futuro diferente debes hacer las cosas de manera diferente. Si tomas el mismo camino, siempre llegarás al mismo lugar.
Hay un proverbio que dice: “Hay caminos que el hombre considera recto,
pero que al final conducen a la muerte”. Por eso Jesús dice “Yo soy el camino la verdad la vida”.
Dios te está dando una nueva oportunidad. Permite que Él te tome de la mano y te conduzca por el camino lleno de vida para el día de hoy, y especialmente te conduzca a un futuro lleno de bendiciones.
Tu pasado quedó atrás, Dios quiere hacer de hoy y tus días porvenir muy placenteros. Ven a vivenciar con nosotros.
Por: Antonio Schimpf – Pastor y profesor de Teología en Buenos Aires, Argentina.
Estamos atravesando el Covid con mi familia. Mi hijo dio positivo y también mi esposa y yo comenzamos a sentir síntomas compatibles con esta enfermedad. A pesar de muchos cuidados, el contagio se produjo igual. Nos contactamos con el número telefónico provisto por el Estado y al oírnos nos incluyeron oficialmente entre los contagiados. Nuestra obra social (seguro médico) nos registró y todos los días una doctora no llama para hacernos un seguimiento y aconsejarnos. Eso nos provee contención profesional.
Hace una semana que fuimos diagnosticados. Lo que veíamos como algo que pasaba fuera de casa, comenzamos a vivirlo adentro. Cuando se trata de otras enfermedades, tales como la gripe, ya conocemos los síntomas y nada nos sorprende. Con el Covid es distinto: los síntomas son raros y van cambiando: dolor de garganta, dolor de cabeza, malestar estomacal, fiebre, cansancio, estado gripal. Ah, y algo inconfundible: pérdida del olfato y del gusto; algo repentino y muy agudo.
Como pasa con todo lo desconocido, nosotros también estamos expuestos a la angustia y el temor. Algo tan pequeño, casi invisible, nos puede dejar absolutamente indefensos, con el riesgo de perder la salud y la vida misma. Pero en la vida de quienes confiamos en Jesús, situaciones como la que atravesamos nos muestran que a pesar de lo vulnerables y frágiles que somos, no estamos solos. El “yo estoy contigo, no temas” de Jesús sigue resonando en nuestro corazón. Sus promesas y su gracia se potencian en medio de nuestra debilidad. Los sanos no tienen necesidad de médico. Nos reconocemos enfermos, y Él es nuestro médico. No sólo es el médico de nuestra alma, sino también de nuestro cuerpo, de nuestra mente.
Nos da paz saber que hay un sistema médico que puede atendernos si hubiere complicaciones. Pero sobre todo nos da paz saber que Dios conoce lo que nos sucede y que es grande y bueno como para auxiliarnos en nuestras necesidades. En sus manos estamos.
Por: Pastor Otávio Schlender, terapeuta de pareja y familia – São Paulo – Brasil.
Desde el comienzo de la pandemia, el home office nos ha invadido. Nuestra casa se convirtió en una mezcla de oficina, aula, área de ocio … y en algunos momentos debemos recordar que también es nuestra casa. Después de unos meses y el momento de la novedad, muchas personas todavía están en este sistema y, aunque es una gran alternativa en tiempos de reclusión, el home office puede traer algunos desafíos a la relación de pareja y la familia.
He reunido algunos consejos para ayudarte a establecer una rutina equilibrada entre la tarea y las relaciones. ¡continúa leyendo!
Uno de los principales desafíos es mantenerse enfocado en lo que se está haciendo. Eso se aplica tanto al período de trabajo como al momento de relacionarse. Es muy común que los problemas del hogar, la pareja, los niños, las mascotas, entre otros asuntos, se crucen con tu productividad y también es común que los problemas laborales interfieran en tu vida conyugal y familiar. Por esta razón, es importante hacer una especie de transición entre las dos situaciones: es necesario ingresar a la atmósfera de trabajo y luego salirnos para poder entrar a la atmósfera de tu relación como pareja y familia.
Otro punto fundamental es llegar a un acuerdo con tu pareja e hijos, si los tiene, sobre un horario de trabajo adecuado, teniendo en cuenta que la rutina de un hogar también requiere cierta flexibilidad. A medida que finaliza su horario de trabajo, apague su computadora, apague el celular de la empresa (preferiblemente) e intente comenzar su transición a la vida conyugal y familiar. Báñese, póngase un atuendo cómodo para el hogar y concéntrese en las personas que viven con usted. Aproveche esta gran oportunidad para fortalecer el vínculo y los sentimientos entre ustedes. ¿Qué tal hacer una comida todos juntos y disfrutarla viendo esa película o serie que a todos les gusta… tener un momento de juego con los niños…? El equilibrio entre el trabajo y la relación, si lo logras en este período de aislamiento, traerá muchos beneficios a tu vida personal y a tus relaciones.
Por: Victor Verruck, Capellán clínico en Asunción – Paraguay.
Beirut, Líbano. Martes 4 de agosto. Todos vimos con asombro las imágenes de la trágica explosión, desde varios ángulos, que mostraban a las personas en situaciones desesperadas. En medio de tragedias como esta, escuchamos y hablamos del sufrimiento y preguntamos ¿Dónde está Dios? También suenan más fuerte las preguntas, tales como: ¿Por qué Dios permite el sufrimiento? o ¿Por qué Dios no hace desaparecer el dolor?
El sufrimiento puede venir de un incendio, un acto de terrorismo, una pelea de hinchas de clubes rivales, de terremoto, el fallecimiento de un familiar, una enfermedad o la pérdida de trabajo. ¿Y Dios, dónde está? El rey David lo tenía claro: «Tú, oh Dios, ves y percibes el sufrimiento y la tristeza y siempre estás dispuesto a ayudar». Dios está listo para ayudar, Dios ofrece esperanza, un futuro, y un mundo nuevo, pero la mayoría de las veces nosotros esperamos algo “más”.
En la Biblia podemos ver y aprender de muchas situaciones de sufrimiento. Pero, ¿Cuándo y porque comenzó? El sufrimiento comenzó en Génesis 3:6 “Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió.”
Todos sabemos que la respuesta de Vivenciar.net (CPTLN, Iglesia Luterana) a la crisis se encuentra fundada en Jesucristo y su amor por nosotros. Y eso queda claro, especialmente al leer 1 Juan 3:16-18 que dice: “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
Muchas de las medidas adoptadas y medidas no adoptadas por los gobiernos en tiempos de pandemia están afectando directamente nuestras vidas, generando ansiedad, miedo y mucha preocupación sobre el futuro.
“Podemos ignorar incluso el placer. Pero el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestros dolores: es su megáfono despertar a un mundo sordo.” (C. S. Lewis, Escritor cristiano,1898-1963, El problema del dolor). Con la pandemia, talvez Dios te está gritando al oído, te está llamando. Así como Jesús llama a los doce, escoge a sus discípulos. Hoy podemos sentir en nuestros corazones que Cristo nos llama a cada uno de nosotros por nuestros nombres, y nos pide que seamos sus discípulos; que lo proclamemos en medio de nuestros amigos, familiares, en medio del mundo que nos rodea; que demos testimonio con nuestras vidas que fuimos llamados y escogidos para algo muy grande, y eso, es proclamar el Reino de Dios.
La pregunta: ¿Dónde está Dios en la pandemia, en la tragedia? Debemos cambiar por la siguiente pregunta: ¿Qué podemos aprender de esto? y ¿qué nos está diciendo Dios aquí?». El COVID 19 nos recuerda nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, nuestra mortalidad.
Note lo que hizo Jesús en el relato de S. Mateo 14:31 “Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él.” No dejó que Pedro se ahogara y tampoco dijo: «Vaya, realmente deberías haber confiado en mí. Lo siento.» Ni siquiera lo dejó «sufrir» un poco en esa agua antes de rescatarlo. No, Jesús inmediatamente extendió su mano y lo atrapó. Hay una ligera reprimenda por parte de Jesús, «¿Por qué dudaste?» pero su tono no es de regaño sino de aliento: “¿Por qué dudar? Recuerda que Jesús siempre puede y quiere cuidarte, mismo en tiempos de sufrimiento.
Por: Wagner Knopp, São Paulo – Brasil.
No se trataba de «si», sino de «cuándo».
La angustia y la ansiedad son las protagonistas antes, durante y después del contagio. Son fuertes, y te pueden derribar.
Antes del contagio era una expectativa. Después de que llega el virus, la realidad es una lucha feroz entre su cuerpo y el virus. No te reconoces en la batalla.
Entonces las preguntas que llegan son: «¿empeorarán los síntomas? ,¿Se normalizarán en 14 días? ¿Saldré de esto? ,¿Seré inmune después?”
En la medida de lo posible, tratamos de mantener la cabeza en su lugar para calmar a la familia. Pero ¿cómo haré esto, si ni siquiera los médicos tienen respuestas?
A partir del séptimo día, los síntomas empeoraron y fue inevitable ir a la Unidad de cuidados intensivos. Pero en un momento, como en un punto de inflexión, la situación se invirtió y la sensación de poder respirar nuevamente invadió mi pecho con esperanza.
Los días pasaron y la mejora fue continua. Para mí fue una recuperación victoriosa.
¿Secuelas? Ninguna.
Recibí docenas de mensajes reconfortantes y nunca imaginé estos que fueran tan importantes para una persona enferma, en una Unidad de cuidados intensivos, como lo fueron para mí.
En casa, aprender de este virus me hizo revisar algunos valores, como los destinados a los seres humanos. Pasé unos días con amigos y compañeros de trabajo, compartiendo experiencias y desmitificando mucho sobre este virus que trajo mucha información errónea.
Hoy, la vida es mucho más preciosa para mí. Al igual que la familia y aquellos que me apoyaron de alguna manera están en mis oraciones.
Valorar a las personas, cuidarlas, saber escuchar las angustias y ansiedades, y enviar un mensaje de consuelo y esperanza es el legado de esta experiencia con el virus. Aislado en una cama de la Unidad de cuidados intensivos nunca me sentí solo. Dios tenía el control, y usaba a las personas para cuidarme, motivarme y consolarme.
Soy Wagner Knopp, completamente recuperado, agradecido con Dios y seguro de que la vida siempre vale la pena.
Por: Thiago Heine – Psicólogo en São Paulo, SP – Brasil
Hablar de culpa es hablar de un sentimiento que ha estado presente en la vida de todos nosotros desde la infancia, ¿no?
La culpa es un sentimiento de que hemos fallado en algo, con nosotros mismos o con los demás. La culpa siempre estará relacionada con el pasado, con una o más cosas que no hacemos o que hicimos y luego lamentamos.
Puedes sentirse culpable por algo que hiciste, e incluso puedes sentir culpa por algo que ni siquiera haz hecho.
Las personas ansiosas tienden a vivir en el futuro, así como las personas deprimidas tienden a vivir en el pasado. Y, las personas ansiosas tienen una mayor tendencia a sentirse culpables solo por anticipar problemas o situaciones futuras que aún no han sucedido.
Las personas que sienten culpa también son personas que generalmente tienen miedo de cometer errores o que desean controlar las situaciones. Pero ¿sabías que la culpa puede asociarse con una actitud arrogante de parte nuestra? Si.
A menudo pensamos que, por alguna acción o por alguna palabra dicha, hemos causado algo malo a otra persona. Un ejemplo: insistimos en que un amigo nos visite y, cuando viene, choca el auto. Pensamos: «No debería haberte dicho que venga a visitarme». Sin embargo, chocar el auto está fuera de nuestro control, no nos concierne. Y esto es peligroso, porque podemos dar más valor a este sentimiento de arrogancia y, con eso, esta culpa puede ganar un peso tan grande que nos asfixiará.
¿Cómo podemos aliviar la culpa entonces? Podemos utilizar una comunicación no violenta con nosotros mismos, así como ser más empáticos y, sobre todo, estar conscientes de nuestras intenciones. Cometeremos errores incluso si queremos hacer el bien, pero será mucho más fácil perdonarnos si la intención es genuina y amable.
No permitamos que la culpa sea mayor de lo que debería ser. Visita nuestro contenido «¿De quién es la culpa?»
Por: Flavio Knopp, director de Vivenciar.net, São Paulo – Brasil.
¿Recuerdas cómo fue nuestro año 2020 antes de la pandemia? Piénsalo, la Tercera Guerra Mundial, los incendios en Australia, ¿y qué más? ¿Cuáles son tus recuerdos para este año? ¿Qué imágenes se te ocurrirán cuando lleguemos a fin de año para 2021?
Puedo tratar de enumerar algunos: niños que estudian en casa, parejas que intentan trabajar en la sala de estar o la cocina, papel higiénico, alcohol en gel, máscaras en toda la casa, reuniones en línea, etc. Al comienzo de la cuarentena y el aislamiento social, estas situaciones eran caóticas. Ansiedad, depresión, estrés, miedos, todo al mismo tiempo. Y ahora, algunas nuevas rutinas están comenzando a establecerse en casa y en el trabajo. Nos vemos obligados a sufrir cambios. Algunos buenos, otros no tanto.
¿Qué ha cambiado para ti? ¿Te has detenido a pensar cómo será tu rutina el próximo mes o el próximo año? ¿Qué extrañarás o no extrañarás? Con el tiempo, muchas cosas volverán a la normalidad, otras no serán lo mismo.
Quiero invitarlos a pensar en lo que estaban haciendo y que no estaban «acostumbrados» debido a la rutina. Esas cosas que hice por costumbre o no hice por pereza, o por alguna otra razón. ¿Qué puedes mejorar en tu vida cuando todo esto termine?
Puedo ver personas aprendiendo a lidiar con las tecnologías. Personas que nunca cocinaron y ahora pueden dominar una cocina. Personas aprendiendo a coser, hacer manualidades, aprendiendo jardinería, tomando cursos en línea, estudiando, personas que abandonan su zona de confort.
A nadie le gusta que se metan con sus cosas, con su rutina. Recuerda «¿Quién se ha llevado mi queso?» Entonces, eso es correcto. ¿Cuál será tu nueva zona de confort? ¿Y cuánto durará? Difícil de saber pero cuanto más rápido comiences a notar el cambio y reacciones, más rápido te adaptarás a la nueva situación. No podemos deshacer el sufrimiento y la tristeza causados por el Covid19, pero podemos aprender, podemos evolucionar y prepararnos para los nuevos días por venir. Que Dios nos guíe en este aprendizaje.
Por: Michelle, enfermera en São Paulo – Brasil.
Estamos enfrentando tiempos difíciles y a su vez, experimentando escenarios únicos relacionados con la pandemia. En mi contexto, como enfermera en un gran hospital de la ciudad de São Paulo, estamos comenzando a respirar con más esperanza; Se están recuperando más pacientes y se están vaciando más camas.
En los últimos tres meses, viviendo y cuidando pacientes críticos con COVID-19, aprendí a no sentirme desesperada. Por el contrario, aprendí a estar segura de que Dios tiene el control de la situación y, al mismo tiempo, sufre por la humanidad. Además, nunca hemos valorado las cosas simples de la vida tanto como lo hacemos ahora, que estamos aislados y frágiles.
Expuesta, cara a cara con el virus, trabajando entre la vida y la muerte, lo experimento y me doy cuenta de la fragilidad humana en cada detalle. Veo cómo la vida, en su esencia, es importante. Cada recuperación, cada sonrisa, cada videollamada con la familia; Los pequeños gestos aquí dentro son más importantes que las grandes obras. Reafirmo que Dios tiene el control de todo y que podemos confiar en él con los ojos cerrados, porque él nos cuida. En menor grado de comparación, es una confianza similar a la que el paciente en una cama de hospital, solo y aislado, deposita en el tratamiento y profesionales de la salud, personas que nunca antes había visto y que quieren cuidarlo.
La esperanza de que lleguen mejores días es saber que, en el camino, todavía habrá dificultades en la salud pública y la economía, ya que aún tendremos que enfrentarnos unos meses más con esta realidad, tal vez muchos meses.
Aquí está el cliché: «hay luz al final del túnel». Confiaremos y tendremos paciencia.
Sin embargo, vale la pena recordar que la pandemia solo mejorará con la conciencia y la colaboración de cada ciudadano, entendiendo que mis acciones afectan directamente a mi vecino. A este respecto, vale la pena enfatizar lo que Jesús nos pide: «Mi mandato es este: Ámense los unos a los otros como yo los he amado» (Juan 15:12). Somos herramientas del amor de Dios en este momento. Cuídate y cuida a tu prójimo. Ven a vivenciar con nosotros.
Por: Núbia – Psicóloga en Rio Grande do Sul – Brasil.
El otro día vi un programa en televisión y, en un momento, el comediante realizó una sátira de la película «Intensamente». Esta película retrata nuestras emociones de una manera accesible y humorística, dando una idea de los conflictos que ocurren en nuestra mente.
Porque, mirando esta imagen humorística, logré no solo comprender mejor nuestras emociones, sino que pude ver nuestro escenario actual desde otra perspectiva. Pensé: hay energía psíquica para lidiar con la oscilación de las emociones a las que estamos sujetos diariamente, no solo en Brasil, sino en todo el mundo. Y, como dijo el comediante: ¡si algo más se me ocurre, colapsaré!
Y así es; suceden tantas cosas al mismo tiempo: pandemia, cuarentena, muertes, crisis gubernamentales, violencia callejera, racismo y protestas … ¡uf! Me cansé de hablar. ¡Estoy cansada! Dame un vaso de agua. Necesito recuperar el aliento y continuar. Felicitaciones a nosotros, felicitaciones a ustedes que, con todo esto, continúan en el negocio diario de vivir, permanecen de pie y continúan en la batalla. Somos ganadores.
Si te preguntas: ¿por qué tantos altibajos, tantas idas y venidas? Piensa en esto: qué bueno que la vida no es lineal. Las variables que experimentamos sirven para colorear nuestra existencia. A menudo queremos que el mundo se detenga para poder bajar de él, pero vale la pena continuar. Hay muchas cosas buenas que nos esperan por vivir. Entonces, cuando te subas al subibaja, llena tus ojos con la visión del horizonte, deja que Dios llene tu vida, para que cuando estemos allí, recordemos que el horizonte de mejores días está próximo, esperándonos. Piensa en eso. Y si puedes, quédate en casa.
Por: Thiago Heine – Psicólogo en São Paulo, SP – Brasil
Recuerdo que al comienzo de esta pandemia, después de la atención médica, el contagio y la higiene, nos dieron una serie de otras recomendaciones.
Estos son algunos de ellos: cree una nueva rutina, trabaje, estudie, haga ejercicio, practique yoga, haga meditación, tome tiempo para estudiar con sus hijos, salga a caminar con sus mascotas, aproveche los cursos gratuitos disponibles en línea, haga happy hour con familiares y amigos en línea, lea libros, maratones de series … ¡y la lista sigue!
Solo leyendo me canso. ¿Y tú?
Tenemos la impresión de que si no hacemos todo esto, de alguna manera estaremos fallando o no haremos nuestro día productivo, lo cual es una gran mentira, además de ser una presión que no generará nada bueno.
Cada persona se adaptará a su realidad, las cosas que piensa hacer, las necesidades que ya existen, los nuevos planes que están en su cabeza, pero todo a su propio tiempo y forma.
Las redes sociales pueden volver a darnos la impresión de que la hierba del vecino es más verde que la nuestra. Si en tiempos previos a la pandemia ya era así, ¿imagina ahora? Necesitamos tener cuidado y filtrar. La vida del otro no es tuya y viceversa.
Solo podemos ser humanos. Haz lo que depende de nosotros. Y eso ya es mucho. Las personas con niños en el hogar se están volcando para mantener lo mínimo, ¿imagina agregar más a la lista?
Detenerse. Respirar. Vive cada día a la vez. Haz lo que puedas. Mañana tendrá sus propios problemas, dificultades y necesidades. Vive y deja vivir hoy, porque esto va a pasar.
No olvidemos que somos humanos, demasiado humanos.
Por: Hans Gac, profesor em Montevideo – Uruguay.
¿No es fácil ser un estudiante en cuarentena? ¿es así para ti? Te comprendo plenamente… soy profesor de alumnos de secundaria y he escuchado las quejas de ellos sobre su experiencia de cuarentena. Se quejan por no tener tiempo, comentan que pasan la mañana entera en clases virtuales y luego toda la tarde hasta la noche haciendo trabajos domiciliarios, ya no salen a distraerse, ya no se juntan con sus amigos y mucho menos ya no tienen actividad física.
Como profe y queriendo ayudarte en este momento, te daré algunos consejos que han servido a mis alumnos y confío que podrán servirte también a ti.
Anota lo siguiente:
Espero que todos estos consejos te ayuden a poder hacer mas llevadera esta dinámica nueva de tener clases desde casa. ¡La gran ventaja es que puedes siempre usar tus pantuflas y nadie se enterará de eso!, ¡disfruta este beneficio!
Desde Vivenciar.net encontrarás muchos contenidos interesantes que pueden ayudarte a lidiar mejor con esto de estar en cuarentena.
Por: Equipo Vivenciar.net
El escritor C. S. Lewis (conocido por “Las crónicas de Narnia”), hace 72 años escribió esta reflexión luego de finalizada la Segunda guerra mundial pero comenzando la Guerra fría. Esta reflexión es más actual que nunca.
Esta lectura nos lleva a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, al mismo tiempo que nos hace pensar en cómo podemos asumir este tiempo de cuarentena y aislamiento, con algun miedo, pero sin perder el control. Este también es un tiempo útil de ver hacia adentro de nuestros hogares, para estar más próximos a nuestros familiares y valorar las pequeñas cosas.
La dinámica para leer: reemplaza la palabra “bomba atómica” por “coronavirus” para entenderla mejor.
“En cierto sentido, pensamos demasiado en la bomba atómica. “¿Cómo vamos a vivir en una era atómica?”. Me siento tentado a responder: “¿Cómo? Como habrías vivido en el siglo XVI cuando la peste visitaba Londres casi todos los años, o como habrías vivido en una época vikinga cuando los atacantes de Escandinavia podrían encontrarte y cortarte el cuello cualquier noche; o de hecho, como ya estás viviendo en una era de cáncer, una era de sífilis, una era de parálisis, una era de ataques aéreos, una era de accidentes automovilísticos…
En otras palabras, no comencemos exagerando la novedad de nuestra situación. Créame, querido señor o señora, usted y todos sus seres queridos ya fueron condenados a muerte antes de que se inventara la bomba atómica: y un porcentaje bastante alto de nosotros íbamos a morir de manera desagradable. De hecho, teníamos una gran ventaja sobre nuestros antepasados: los anestésicos; y aún la tenemos…
Este es el primer punto que se debe hacer, y la primera acción que se debe tomar es unirnos. Si todos vamos a ser destruidos por una bomba atómica, deje que esa bomba cuando llegue nos encuentre haciendo cosas sensibles y humanas: orar, trabajar, enseñar, leer, escuchar música, bañar a los niños, jugar, conversar con nuestros amigos […] No acurrucados como ovejas asustadas y pensando en bombas. Pueden romper nuestros cuerpos (un microbio puede hacer eso) pero no necesitan dominar nuestras mentes.”
“Living in an Atomic Age” (Acerca de vivir en una era atómica-1948 (en Present Concerns: Journalistic Essays – Preocupaciones presentes: ensayos periodísticos).
Por: Mariana Jaunsolo – Montevideo, Uruguay.
La organización nunca ha sido mi fuerte pero con una rutina de horarios establecida por las distintas obligaciones lograba medianamente cumplir con todo, muchas veces al costo de una mala noche de descanso por la ansiedad de tachar todos los pendientes. Con la llegada del coronavirus a nuestro país y la necesidad de mantener el aislamiento, esa rutina cambió drásticamente.
Aparentemente ya no haría falta cronometrar cada actividad para poder llegar al colegio a tiempo y la jornada laboral se flexibilizó en gran medida. Toda esta situación de crisis mundial a pesar de generar mucha incertidumbre y temor parecía presentar una oportunidad para desacelerar la vida y conectarnos con aquellas cosas que siempre anhelamos hacer cuando tuviéramos tiempo. ¿Sería esto realmente posible?
Como seguramente les habrá pasado a muchos padres y madres, en este tiempo de cuarentena me tocó hacer frente a situaciones y asumir roles que naturalmente había delegado. Por ejemplo, ser maestra de una niña de 4 años, tarea que no ha resultado fácil.
No solo no dejé de sentirme agobiada por los pendientes sino que ahora además de mis responsabilidades se sumaron las tareas escolares y las clases virtuales. Debo reconocer que luché mucho contra esta situación, mi frase recurrente fue “yo no me formé para esto” y ciertamente me angustié mucho al pensar que mi hija sería la única con la tarea incompleta y que esta situación me posicionaba lejos de ser la madre perfecta.
También resultó difícil que ella entendiera que aún estando juntas en casa todo el día yo tenía mis responsabilidades y no podía dedicarle toda la atención que demandaba. La necesidad de manejar su frustración y la mía me llevó en determinado momento a reflexionar sobre como quería transitar este tiempo tan particular.
Si esta situación no va a ser para siempre por qué no retomar la idea original de desacelerar la vida, ¿qué podría perder?. No estuvo nunca en mis planes hacer a un lado las responsabilidades pero si comencé a pensar que era necesario priorizar lo importante para no desesperar en el intento de cumplir con todo.
Hace unos días reflexionábamos con una amiga sobre el siguiente versículo
“Solo yo se los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza” Jeremías 29:11
Cuanto alivio se puede sentir al saber que a pesar de lo que vivimos como dificultades ya existe quien hizo los planes por nosotros y tenemos en quien descansar nuestras preocupaciones, temores y aflicciones. ¿Por qué cargarnos de ansiedad de las cosas de este mundo si ya hay alguien que planeó un futuro esperanzador, cómo puedo yo colaborar para ese futuro?
De a poco iremos entrando en la tan mencionada “nueva normalidad”, es posible que mi hija vuelva un día a clases sin su tarea completa o que yo tenga que redoblar mi esfuerzo para ponerme al día con los pendientes. Pero ambas recordaremos este tiempo como una época que a pesar de las dificultades finalmente la atravesamos con gozo y muchas sonrisas compartidas.
Finalmente es bueno recordar siempre que, en Dios, tenemos un lugar seguro en dónde descansar nuestros temores, preocupaciones, pesares y las cargas cotidianas. Si todo esto te deja ansioso, ven a vivenciar con nosotros y visita nuestra página sobre ansiedad.
Por: Thiago Heine – Psicólogo en São Paulo, SP – Brasil
Desde el comienzo de la pandemia del COVID 19 , una de las quejas que más he escuchado, no solo cuando atiendo a mis pacientes, sino también con amigos cercanos, se refiere a la incomodidad que todos experimentan porque no tienen el control de lo que está sucediendo.
Existe esta incomodidad que podemos llamar angustia, ansiedad, depresión, miedo, en resumen, un sentimiento desagradable que nos ha visitado con mayor frecuencia e intensidad.
Estábamos acostumbrados a mantener nuestra rutina, nuestras actividades, ya sea en el trabajo, en casa o por placer. Pero, de un momento a otro, fue limitado y estamos confinados.
Esto parece haber generado una sensación de impotencia, incomodidad y, en consecuencia, estrés y todo lo demás mencionado anteriormente.
¡OKAY! Pero, ¿qué nos puede enseñar esta situación?
A menudo reflexiono sobre el vivir con la ilusión de que tenemos el control sobre algo. De hecho, más que eso, reflexiono acerca de cómo el «perder» este sentido de control nos afecta de manera directa y perjudicial para la salud física y mental.
Un virus, algo pequeño, conocido por ser el enemigo invisible, es uno de los ejemplos que nos muestra que nuestra vida no está en nuestras manos y cuán jactanciosos somos cuando pensamos en ello.
Tenemos la posibilidad de no solo desesperarnos al respecto, sino también de liberarnos de esa carga. Qué bueno es poder descansar y rendirse a los brazos de nuestro amoroso Padre Celestial. ¿No es lo mismo? Él nos cuida. Él tiene el control, nosotros no.
¿Eso significa que no necesitamos hacer nada más?
No. Continuemos haciendo todo lo que podamos por nosotros mismos y nuestros vecinos, viviendo la vida de la mejor manera posible, pero conscientes de nuestras limitaciones y sin dejarnos afectar tanto cuando todo parece perdido.
Por: Lic. Gabriela Silveira – CPTLN Uruguay
¡Qué difícil ha sido este tiempo en el hogar! El tener que estar en casa se ha transformado en una realidad que nos invita a generar nuevas rutinas diarias, reinventando nuestra “economía familiar”.
Si buscamos la definición de este término, entendemos que se trata de la gestión de los ingresos y los gastos que tiene una familia, buscando redistribuir este dinero atendiendo las necesidades de los integrantes del hogar: qué vamos a comer, cómo vamos a pagar las cuentas y deudas, que nos vamos a poner de ropa, etc. ¡Que desafío tan grande se vuelve esta economía cuando estamos todos conviviendo en casa desde el encierro, y cuando parece que estas “necesidades” se ven potenciadas!
No se si en tu país sucederá lo mismo, pero donde vivo (Uruguay) en los supermercados solamente permiten entrar de a uno por familia y en las puertas vemos un gran cartel que dice “planifique la compra”, “ordena tus compras”, aconsejándonos que podamos optimizar el tiempo en el local y no tener que salir tantas veces de casa durante la semana o incluso, ayudándonos a gastar menos dinero del que deberíamos.
En esta nota quiero compartirte algo que ha funcionado para mi y ha sido el hacerles caso a los avisos del supermercado.
¿¡Pero qué hice!?
Primero, en una hoja A4 armé un calendario de domingo a domingo con la fecha de cada día, contemplando una semana entera y organicé para cada jornada las 4 comidas principales: desayuno, almuerzo, merienda y cena. En menos de 20 minutos pude escribir un menú completo para cada día, pensando en las necesidades de mi familia y en lo que ocasionalmente nos gusta comer. Para evitar estar cocinando, también organicé platillos tanto para el almuerzo o la cena que puedan durar más de un día o que se puedan guardar en el freezer.
Resultado: estoy yendo solamente una vez por semana hacer las compras con una lista en mano y ¡no tengo necesidad de salir de casa!. Resuelto el tema de lo que vamos a comer; una cosa menos para estar preocupada.
Esto ha sido una gran… no… me retracto…ha sido una ENORME ayuda para nuestra economía doméstica y además nos ha disciplinado para poder ahorrar algo de dinero
Te animo a que puedas armar tú también tu menú y organizar tu compra semanal. Luego nos cuentas como te está yendo con eso!
Conoce en Vivenciar.net nuestros contenidos sobre la cuarentena y el aislamiento.
Por: Núbia – Psicóloga en São Leopoldo, RS – Brasil.
Algo nuevo en el aire… literalmente el aire está en una atmósfera contaminada por un virus con el poder de modificar nuestra manera de ser, de pensar, de actuar, de interactuar con otros. Las reacciones son variadas: existen los furiosos contra todo y todos, otros que van por la vida como si nada estuviera pasando, algunos adaptándose a la nueva situación… otros ansiosos, estresados… en pánico.
La pandemia trajo cambios radicales, principalmente en la rutina de las familias: hijos en casa todo el día, parejas teniendo que interactuar a tiempo completo. Entonces, ¿cómo administrar esta caldera a punto de explotar?
Según el sitio web g1.com “Xiam”, capital de la provincia de “Shaanxi”, registró un número récord de separaciones en función del confinamiento. Muchas parejas no aguantaron el cambio de la rutina y el acercamiento forzoso a la convivencia diaria y constante.
Otro registro significativo fue el aumento del femicidio. Según el periódico “Folha de São Paulo”, el numero de casos de violencia doméstica duplicó en este estado brasileño. La cuarentena ha aumentado la tensión en las relaciones conyugales y familiares, debido a la pérdida de empleos, aumento en el consumo de alcohol y demás problemas socioeconómicos.
Debemos estar seguros de que muchos son los desafíos en esta “pandemia”, sin olvidar que nuestras emociones están a flor de piel: la incertidumbre que se cierne en el aire respecto al futuro cambia nuestra percepción y modo de ver la vida y lo que vendrá.
Y ahora, ¿cuál es la solución?. En primer lugar, reflexionar acerca de lo que depende exclusivamente de mi es un buen comienzo; la empatía, es decir, tener el conocimiento que el otro posiblemente siente lo que yo estoy sintiendo, me hace entender por qué sus reacciones son así. Esto alivia el daño que la “tensión” y la confrontación con el otro provocaría.
En tiempo de “pesadas cargas” es importante intentar adaptarse. La pregunta es: ¿Vale la pena pelear por eso, resentirme por esto, ofenderme por esto otro?
¿Cómo vamos a pasar por eso? Depende de nosotros, de nuestras acciones y reacciones. Piénsalo.
Por: Christian Hoffmann
Capellán del Colegio San Pablo – Montevideo – Uruguay
La pandemia del COVID-19 ha generado cambios y hábitos que no estábamos acostumbrados. Estar mucho tiempo en casa, clases virtuales, cuidados en la higiene. Sin embargo, para nuestra realidad de Latinoamérica, lo que más ha cambiado es tener que utilizar un tapabocas o barbijo.
Antes era utilizado sólo por personal médico u odontólogos, para evitar el contagio con bacterias o virus. Ante la falta en el mercado, muchos se pusieron a cocerlos en casa con las telas que tenían a mano. Luego, empezaron a aparecer con logos de empresas y hasta unos muy creativos con sonrisas o diseños de superhéroes.
En Asia, la costumbre de utilizar máscaras o barbijos comenzó mucho tiempo antes de esta pandemia. En Japón, a principio del siglo XX, cuando una pandemia de gripe mató a millones de personas, cubrirse las caras para protegerse se convirtió en hábito. Las máscaras comenzaron a hacerse más populares para protegerse de las cenizas tras grandes terremotos. Luego, pasaron a utilizarse, sobre todo, en temporadas invernales para combatir enfermedades como resfríos y gripe. En lugares como Japón y Corea, el bien común prevalece y al ponerte un barbijo no se trata de contagiarse, sino de no contagiar al otro.
También están quienes confiesan que prefieren salir a la calle con barbijos para evitar arreglarse: mascarilla puesta y ¡nada de maquillaje o afeitarse al hacer las compras el domingo! En los países asiáticos, las máscaras se convirtieron en los nuevos anteojos de sol pues les dan privacidad. Y es por eso que son tan populares: llevar los barbijos puestos y usar auriculares se convirtió en la manera de los más jóvenes de aislarse y evitar comunicarse con el otro. Una forma de distanciamiento social. Miles de fans de las novelas coreanas que hoy arrasan online y de artistas como BTS sintieron curiosidad al ver a sus ídolos usando barbijo. Hoy, los portan con orgullo, como símbolo de pertenencia.
Sin embargo, después de tanta historia y de hábitos nuevos a los que necesitamos acostumbrarnos, aparecen las preguntas: ¿ya no podemos abrazarnos y ahora, también se nos robaron la sonrisa? ¿Cómo sabemos lo que hay por detrás del tapabocas?
Una sonrisa no se hace sólo con la boca. Expertos dicen que en una sonrisa movemos 12 músculos de nuestra cara. Job, un personaje de la Biblia que supo lo que es el sufrimiento y estar en las manos de Dios, escribió en su libro: Mis amigos “se quedaban a la espera de mis palabras, como tierra seca en espera de las lluvias tardías. Apenas podían creer que yo les sonriera; y no se perdían una sola de mis sonrisas”. (Job 29:23-24)
En tiempos de tapabocas, podemos sonreír de otra manera: una mirada atenta y optimista, los 12 músculos que se mueven pese el tapabocas, los gestos del cuerpo y lindas palabras ayudan a transmitir una sonrisa: sonrisa que no se ve pero se siente.
Por: Flavio Knopp, director de Vivenciar.net
Estamos inaugurando el Blog Vivenciar.net. Pero, ¿por qué un blog, si ya tenemos páginas con contenido? La pandemia de Coronavirus está obligando a todos a adaptarse, a cambiar prácticas y formas de pensar. Nos estamos adaptando a la comunicación en línea y estamos tratando de hacerla un poco más personal. Antes, nos quejábamos de que los niños y adolescentes solo hablaban por mensajes en el teléfono celular. Ahora somos nosotros, los adultos, los que estamos aprendiendo a aprovechar al máximo esta forma de comunicación.
El blog surgió de esa necesidad. Una adaptación para ofrecer contenidos rápidos según la evolución de la situación. Cuando comenzó la pandemia, lanzamos una página especial sobre cuarentena, porque la gente estaba aprendiendo a lidiar con este aislamiento. Ahora, después de algunas semanas, muchas personas ya saben qué es el virus, cómo se propaga, la atención necesaria y cómo sobrevivir dentro de la casa, encerrado o en las calles, si es necesario moverse.
En este momento, vemos a millones de personas que ya no se preocupan por «quedarse en casa», sino que están precupadas por el trabajo, el pan de cada día, la pérdida de seres queridos sin poder despedirse de ellos, los nuevos comienzos. Entonces, ya estamos en otra etapa. Y vendrán otras.
Por lo tanto, la idea del blog es ofrecer contenidos breves, rápidos, actualizados y contextualizados, vinculándose con nuestro portal de Vivenciar.net, y tratando temas que permanecen actuales y relevantes.
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¡Ven a vivenciar con nosotros!
Abrazos y que Dios esté contigo todos los días de tu vida.